Los siguientes ejercicios narrativos nacieron a partir de una TCyC Trivia que propuso Marcelo di Marco. Consistía en componer una ficción que, en no más de cien palabras, respondiera a la siguiente pregunta: “¿Para qué usa Nomi su Cold Steel Kukri Machete, recientemente estrenado, eh?”
Los primeros textos (incluido, por supuesto, el ganador, «Por culpa de Nomi», de Miguel Di Giovanni) fueron publicados en nuestro número anterior: http://fin.elaleph.com/los-fabuladores/composicion-tema-el-kukri-machete-de-nomi-usos. Aquí van otros de los valiosos aportes que los participantes de la Trivia ofrecieron para nuestro deleite.
La luz del molde oscuro
Jorge Calvo
Para escapar de la oscuridad es que Nomi usa su Cold Steel Kukri Machete, recientemente estrenado, hallado en el fondo negro del camino. En las sombras quedó plasmado el faltante, y todos notaron de quién era el puño que lo había tomado. Ahí Nomi pudo develar la magia de compartir el exacto movimiento que del otro lado de la realidad el filo sellaba. Frente a ella, otro cuchillo de sombra corría por el surco. Los dos pares de ojos que aparecían entendían que todos sabemos cuidar del amor cuando hacemos esto. Pero aún faltaba devolver los cuchillos a la oscuridad.
El mosquito
Silvia Marta Villa
Nomi no aguantaba más a los mosquitos. Los combatió de muchas maneras. Usó aerosoles, tabletas, espirales y remedios caseros. ¡Por fin, creyó haberlo logrado! Pero quedó uno casi imbatible, ¡el más rebelde de todos! Utilizó su último recurso. Ante la mirada atónita de su familia que la observaba desde un sillón, descolgó el machete de la pared. Con furia incontenible tiró varios machetazos al aire. Todos estallaron en carcajadas, porque el mosquito seguía volando. Nomi se detuvo y con la filosa arma aún en las manos, sonriendo los miró y dijo:
-¡No pude matarlo, pero este no se reproduce más!
Con Kukri
Mauro Panichella
Nomi hablaba sin parar, como hacen aquellos que con miedo y culpa creen haber cometido un crimen. Lanzaba gritos, sollozando con arrepentimiento y congoja. Conversaba ensimismada mirando el techo, esperando una respuesta. Era toda palabra punzante, rabiosa, oscura, animal. No encontraba consuelo: la caja de pañuelos estaba vacía. Cansada de tanto escándalo y al no escuchar siquiera su eco, lanzó una mirada iracunda a su lado para descubrir a Kukri, ahí como siempre, quietito y concentrado, escuchándola en su cómodo sillón de terciopelo blanco.
Vendetta
Ana María Lazzara
Nomi escuchó su voz e intuyó que nada bueno había ocurrido y, al verlo, sus sospechas se confirmaron. Marcelo era la imagen de la desolación.
—Ya sé, me lo dijiste —se atajó él.
—Cenemos, te ves agotado —dijo Nomi, mientras juraba venganza.
Al otro día imprimió los trabajos de la clase funesta y corrigió con rojo los “horrores”. Con su Cold Steel los recortó, puso los trozos a secar al sol y esperó el próximo encuentro.
El lunes, cuando las hordas adolescentes llegaron al taller, Nomi sirvió su especialidad: tegramático y budín de letras, con su mejor sonrisa.
Las consecuencias intestinales fueron desastrosas.
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