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Día del Escritor

por Mariláu Sánchez

 

LUGONES-5

“El hierro sufre en lo hondo de la fragua encendida,/ pero hasta hoy nadie ha visto las lágrimas del hierro», escribió Leopoldo Lugones (Córdoba, 1874) en su primera obra Las montañas del oro. Poeta, ensayista, periodista y político, fue fundador de la SAE y uno de los precursores del modernismo en Argentina.

El Día del Escritor se celebra el 13 de junio, fecha de su nacimiento.
Esta semana queremos rendir homenaje a todos los escritores, gigantes capaces de vislumbrar las lágrimas del hierro.

A todos ellos les deseamos un muy feliz día.

 

Emet

 

En el principio existía la Palabra. Y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios.
Dicen que cuando los hombres se reduzcan a guijarros en la noche más oscura, los libros arderán aun desde las cenizas. Ellos seguirán narrando, por los evos sempiternos, las tristezas, las alegrías, las pasiones de la carne.
En esas tinieblas absolutas, de nuevo Dios pronunciará la Palabra, y la Palabra devendrá signo y correrá en sangre a través de las piedras.
Y de nuevo los versos se escribirán. Serán plasmados en la sombra de la montaña. En la piel del tigre. En los círculos del tronco de un roble. En el corazón de la rosa. En los ojos de los hombres.
Pero antes de que Dios dé a luz el caleidoscopio de lunas y soles en el Universo, el hombre existirá solamente como un muñeco de trapo. Trastabillará por la noche eterna, los pies urdidos con húmedos harapos, los ojos escocidos por la escarcha, los oídos atestados de plumas, el corazón henchido de barro.
Una de esas noches, al filo del océano, la marioneta dará con una cueva, encendida por las estrellas del Antiguo Oriente. Y en esa caverna, entre el polvo, hallará un pergamino. Y en ese manuscrito iluminado estallará la verdad, y los harapos caerán al suelo. Y de esos jirones manchados nacerá el hombre. Y sus ojos verán. Y sus oídos escucharán. Y su corazón temblará.
Se abrirán códices, se descifrarán todos los jeroglíficos. Todos los anales formarán parte de una misma historia.
Y se replicarán los scriptoriums, y los monjes volverán a referir las crónicas antiguas, una y otra vez.
Y entonces los hombres escribirán sus propios deseos en el cáliz del vino, en la primera puerta construida, en la hoja de la última espada forjada. Acaso hagan esto de la misma manera en que lo hicieron los vampiros, garrapateando el Legendarium en las Tablas de Tartaria.  Acaso como brillaban los huesos oraculares, más allá de la Edad de Bronce, profetizando la llegada de los samuráis en los siglos venideros.
Por la literatura se rescatará a la princesa de la torre vigilada.
Se desatarán nudos imposibles.
Se volará en alfombras mágicas.
Se combatirá al dragón.
Se viajará al País de Nunca Jamás.
Se revelarán los arcanos más herméticos.
Sí: en el principio existía la Palabra. Y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios.
Y el profeta tomará su cayado, el sagrado Libro y la lámpara.
Y nos mostrará el portal que deberemos atravesar.

 

Atlas of wonder

«Atlas of Wander», de Vladimir Kush

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