Fin Rotating Header Image

Sin rumbo

por Jorge Huck*

 

 

Un papel en blanco y un lápiz dispuestos frente a mí: Alfa y Omega de mi existencia. Muchas ideas nacen y mueren sin que puedan atravesar los muros de la contención mental. Las palabras se descomponen en letras a la velocidad con que la arena se escapa entre los dedos. Las letras se esparcen ante mis ojos sin transmitir nada. El inexpugnable vacío del papel.

¿Y si el verdadero creador fuese el lápiz? ¿Si entre sus atributos estuviese la invención? La imaginación y su magia se habrían envasado y comercializado como un enlatado más. No: solo quien esgrime el lápiz, batallando contra aquel vacío, posee el cáliz del que beben los sueños. A borbotones escapan amores, besos y odios. Y nacen y mueren reyes, héroes y heroínas, valientes y cobardes, sabios y necios, nobles y villanos. El trazo negro les da vida y se la quita. Quien lee los inmortaliza, aunque maniáticos impostores los entierren en oscuros y olvidados estantes. Mundos fantásticos gobernados por hechiceros invencibles son vencidos por catálogos y etiquetas.

¿Qué puerta se abrirá, o se cerrará tal vez, al final de la página? ¿Universos paralelos? ¿Hordas de horcos batallando por tomar el reino? ¿Un pueblo inglés de romances prohibidos? Las ideas vienen y se van: no son mías, ni del papel ni del lápiz. Solo soy un portador, un vocero. No detendré la mano, la pluma presurosa seguirá su danza. No apartaré la vista ni temeré la amenaza de Hipnos. Cuando una idea evada los límites, caerá sobre el papel como una semilla en el campo. Germinará hasta llegar a ser lo que deba ser.

Mientras, yo me quedaré aquí: frente a un lápiz y un papel.

Pintura de Cathie Bleck

 

foto-perfil

*Jorge Huck es miembro del TCyC. De chico, le transformó la vida descubrir a Edgar Allan Poe. En sus propias palabras: «Creo que sin sus textos nunca me hubiese dedicado a la escritura». De grande, Oscar Wilde, Guy de Maupassant y Alejandro Dolina  le mostraron una manera diferente de narrar. Sin embargo no todo se reduce a literatura: en la música y la fotografía encuentra caminos por los que vaga su alma y retorna con alguna historia.

Una escena para taparse los ojos

—acerca de las gemelas de la película El resplandor

 

por Pablo Vigliano*

 

Anunciando el programa #22 Cómo fracasar contando una historia de tips de escritura de Marcelo di Marco, en el canal “Taller de Corte y Corrección” por YouTube, se presenta una fotografía de la película El resplandor, de Stanley Kubrick, donde aparecen las célebres gemelas fantasmas. Las mismas que, como espectadores, nos habrán sugestionado durante varias noches hasta las pesadillas. Si se atreven a mirar, a continuación analizamos la construcción de la imagen en el contexto del film.

¿Por qué nos resulta imposible permanecer indiferentes frente al cine de Stanley Kubrick (Estados Unidos, 1928 – Reino Unido, 1999), y a dicha imagen en particular? Sus obras —entre ellas, Lolita, 1962; La naranja mecánica, 1971; El resplandor, 1980— nos resultan sensacionales, porque nos transmiten variadas emociones: asombro, angustia, temor, intriga.

El resplandor es una novela de 1977, de Stephen King. Trata sobre un matrimonio y su pequeño hijo, quienes se instalan en un lujoso hotel (el Overlook) en las altas montañas de Colorado, en aceptación de una propuesta laboral. Allí, aislados por la nieve durante toda la temporada de invierno, deberán desempeñar tareas de limpieza y mantenimiento. Sólo estarán ellos tres. A lo largo del desarrollo de la historia, al drama sobrevendrá el terror.

En uno de los tips de escritura, Marcelo di Marco nos explica cómo ganar en sensaciones en nuestros textos. Nos recomienda también algunos libros y películas a modo de buenos ejemplos. Y se ve que Kubrick lo tiene muy claro. Se sirve de todos los recursos y herramientas válidos, insertando como valor agregado elementos que apelan a lo psicológico. El aporte le sirve para transmitir un mensaje subliminal, generando un subtexto por debajo de la puesta en pantalla. En el cuadro de imagen de Kubrick, no hay cabos sueltos y nada está librado al azar: todos los elementos que la componen están pensados, diseñados para causar el efecto deseado. Ya desarrollaremos tal construcción audiovisual en la escena de las gemelas.

La trama transcurre como una experiencia de personas normales en una situación límite, desesperante. Jack Torrance es un profesor de Literatura expulsado del colegio donde dictaba clases, por su problema con el alcohol. Es un personaje machista, violento; un escritor que no encuentra el éxito; alguien que carga con muchas angustias, como la de haber sido víctima de maltrato infantil por parte de su padre. A él le ofrecen el trabajo, y acepta. Desempleado y desesperado, piensa, iluso, que podrá aprovecharlo también como una oportunidad ideal para escribir una novela, mientras su familia disfruta de las comodidades del hotel.

El aclamado director se basó en el lado más psicológico del texto para realizar el largometraje. Recortó la complejidad del mismo para centrarla en Torrance, interpretado por un magnífico Jack Nicholson que deslumbra por sus expresiones enloquecidas, simbiosis de carácter y aura esquizofrénica.

Las gemelas espectrales son protagonizadas por Lisa y Louise Burns. El estupor frente a lo imagesque no tendría que estar allí, enloquece, aterra: tal la reacción de Danny, el hijo del escritor (representado por Danny Lloyd). Cargada de un fuerte contenido psicológico, la escena logra aterrarnos. Son gemelas, se dan la mano y sonríen: están «juntas» en sus macabros planes, y se están burlando. Llevan puesto vestidos de otra época y de color celeste, no rosa, provocando el desconcierto de quien las ve. No salen de ningún lado: no hay puertas a la vista y el pasillo es estrecho, claustrofóbico. No hay escapatoria; detrás de ellas hay una puerta, claro está, pero no salen de ahí, están quietas muy adelante. Son una aparición, porque no están jugando (no se ven juguetes): sólo permanecen allí como los espantos que son, delimitando territorio. Su territorio. Están donde no debería haber absolutamente nadie. Representan algo más allá que lo convencional. Sigamos viendo por qué.

Los mensajes subliminales son verdaderas construcciones interdisciplinarias, en este caso, entre la Psicología y la Cromoterapia. La Cromoterapia es el estudio de los colores, y de ahí cómo se puede jugar con la significación social de los mismos. Es decir, se supone que socio-culturalmente una niña debe llevar vestido rosa y no celeste. Además, se utilizan en la escena otras disciplinas como la música tensa, que golpea, sobresalta. La banda sonora estuvo a cargo de Wendy Carlos y Rachel Elkind, que se inspiraron en piezas clásicas de Berlioz, Bartók y Penderecki.

Lo subliminal se puede conceptualizar como estímulos conducentes o métodos persuasivos para provocar una determinada finalidad; en este caso, miedo. Es muy utilizado en campañas publicitarias de cualquier índole. Algunos estudios afines los realizaron Vance Packard (The Hidden Persuaders, 1957) y Wilson Bryan Key (Subliminal Seduction, 1973).

¡Yo hubiera jurado que King había escrito sobre las gemelas! Tenía desvirtuados los recuerdos entre libro y película. Kubrick nos va preparando como espectadores. Nos va introduciendo en ese clima de suspenso cuando el niño recorre el hotel en triciclo: el sonido y los ecos de las ruedas de plástico a lo largo de aquellos pasillos solitarios del hotel, a veces ensordecido cuando atraviesa zonas alfombradas, son herramientas cinematográficas que nos producen tensión. Más pedalea la criatura y nosotros más nos estremecemos en nuestros asientos. Podríamos haber anticipado que vendría un sobresalto, pero la imagen nos impacta como si aquellos espectros se nos aparecieran a nosotros mismos, tal es el enfoque de la cámara. Ya desde el paseo en triciclo, la perspectiva es la del pequeño Danny. Nos pone en su lugar. Y él, cada vez que gira hacia un pasillo distinto y desconocido, nos pone la piel de gallina, porque sabemos que Danny ve cosas, ve espíritus y no queremos toparnos de frente con ninguno.

070308-1936-elresplando173

Otros elementos presentes en la película que no aparecen en el libro son los datos y las imágenes en torno a que antes del hotel había existido allí un cementerio de aborígenes. Esto nos remite a almas en pena, a lugar encantado. Afuera del hotel no hay un jardín de juegos como en el libro, sino un laberinto, representando la confusión, la pérdida de la cordura. Y justamente es allí, en un laberinto nevado, congelado, donde termina la película, quizá como una metáfora de perderse en la propia locura.

 

pablo face 2*Pablo Fabián Vigliano es Licenciado en Comunicación Social. Asiduo lector, su género favorito es el fantástico. Entre sus autores preferidos se encuentran Poe, King, Bradbury, Maupassant. Participa del Taller de Corte y Corrección desde el año 2012.

En FIN ya hemos publicado su artículo “Con las llaves desde lo más alto de la Torre”.

Dos microcuentos

Trabajo

por Luis Cattenazzi*

 

Hizo el llamado y volvió en bicicleta en vez de tomar un taxi. Podrían seguirlo fácilmente por la bahía. Incluso desde la cabaña veía la huella húmeda sobre la arena, evidente como una bala trazadora. Mejor así: hasta acá llegaba su rebeldía, el amor de verano, los días soleados.
Sobre la mesa encontró la nota garabateada en lápiz rouge: “Fui a las dunas, alcánzame después”. Firmaba: “Tu amante”. La desgarró con una sonrisa amarga. Rescató del depósito del inodoro la Beretta. El cargador completo le recordó este primero y último trabajo incumplido.
Se sentó afuera: no tardarían en venir.

 

Pintura de Peregrine Heathcote.

Pintura de Peregrine Heathcote.

 

lucho

*Luis Cattenazzi (Buenos Aires, 1977) es miembro de La Abadía de Carfax. Fue premiado en el XII Concurso Literario Leopoldo Marechal y en el segundo Concurso Anual Internacional de la revista Crepúsculo. Ha publicado cuentos en antologías,  en el diario Perfil y en revista Próxima. En 2011 el Fondo Nacional de las Artes le otorgó el primer premio del Régimen de Fomento a la Producción Literaria Nacional y Estímulo a la Industria Editorial con su libro de cuentos A ciencia incierta.

 

 

Fatalidad

por Esteban Morin*

 

Venía a buen ritmo. Atrás habían quedado la bahía y el Recodo del Amante; restaban apenas veinte kilómetros de camino de cornisa.
Enrolló el papel con el lápiz y reinstaló la linterna. Estaba cansado, pero no deshecho, y hubiera sido una noche perfecta si no continuara escuchando la voz de sus compañeros con la acusación de rebeldía adolescente fuera de tiempo, de pendejadas de viejo.

—La maniobra es muy difícil de día… imposible de noche —dice el baquiano, señalando a los organizadores el lugar en el que encontró el cuerpo.

 

"Peñiscola", acuarela de José Sánchez.

«Peñiscola», acuarela de José Sánchez.

 

esteban

*Esteban Morin (San Lorenzo, Santa Fe, 1975) es comunicador social. Se gana la vida como consultor en selección y desarrollo de recursos humanos para distintas organizaciones. Trabajó como fotógrafo, periodista, redactor y corrector. Dirige el blog “Mirá bien lo que te digo”. Participa del Taller de Corte y Corrección desde marzo de 2013.

 

 

Contraluces

por Nolberto Malacalza*

 

“Sacás una idea de ahí, un sentimiento del otro estante,
los atás con ayuda de palabras, perras negras”.

Julio Cortázar, Rayuela

 

 

 

 I

 

Los ciervos de la noche maduran

de luna y monte.

Duermen las lenguas de los pájaros

como verdugos abolidos por el frío.

 

Canje de pedregal por sombra.

Metáfora obstinada en crecer

y crecer en  esta

burbuja preñada de símbolos

hasta que el poema

triza en esquirlas la agonía.

 

Entonces

las perras negras yacen y fecundan

para negar los oficios de la muerte

 

1_by_25kartinok-d649hko

Ilustración de Andrew Ferez

 

II

 

La vida quiere escabullirse en las palabras

como argonauta  seducido por el oro.

Hay una delación sobre la fuga

mancha de oscuridad pegada al cuerpo

nadie

es capaz de romper

los grilletes de su propia sombra.

 

En algunos poemas el canje es

oscuridad por palabras.

 

Entonces

somos sílabas que viajan

por cauces de verbo iluminado.

 

Cómo encontrarte

en esos laberintos  de la luz

sin un paño de sombra

donde enjugar mi lágrima de ocaso.

 

 

 

382735_112668145517311_1586502247_n

*Nolberto Malacalza ha obtenido, en los últimos once años, setenta y dos primeros premios: diez de ellos son internacionales, incluyendo el premio Platero de Poesía 2008. Publicó Otra sangre (poesía), y el libro de cuentos Rompecabezas.  Recientemente ha sido finalista en el certamen Victoria Ocampo. El presente poema fue ganador del JUNINPAÍS, edición 2006.
En FIN ya hemos publicado sus cuentos «Mejor no decirle nada» y «Hay equipo».

 

Amores burgueses y súplicas de redención

por Germán Masserdotti *

 

El pasado 25 de agosto de 2013, en el bar “El Tano de Arriba” (Av. Díaz Vélez 4492) se llevó a cabo otra velada del Bendita Erato. Se trata de un ciclo organizado por Laura Circe. El primero de sus encuentros fue realizado a mediados del 2009, junto a Karina Sacerdote y Analía Pinto.

En esta ocasión participaron los poetas Gustavo Tisocco, Oscar Perdigón y dos miembros de nuestro TCyC, Mariláu Sánchez y Agustín Mazzini. Ambos fueron presentados por Marcelo di Marco, nuestro querido amigo y maestro común en las aventuras literarias.

Agustín fue el primero de nuestros poetas en compartir sus poemas, que transmitieron al

545207_10201350819227855_107289830_n

auditorio realismo y auténtico sentimiento. Destaquemos algunos versos de las joyas literarias que nos brindó: “Al fin y al cabo, / solamente soy el que te agregó / a su lista de mujeres inalcanzables, / inventando razones que justifiquen / por qué no estamos juntos. / Razones / que no me dejan entristecer / si veo tu belleza renovada / en los gestos premeditados / que les hacés a las cámaras de fotos”. (De “No me digas que no”).

Y después, en “Actriz”, dice en una de sus estrofas: “Nadie sabe que te conservo, Inés / —primer amor de los amores que no suceden—, / con el orgullo de ser el que mejor aprendió a perderte, / sin que hayas sido mía nunca”.

 

Agustín es una rara avis en el mundo literario y a fortiori en el ámbito poético de nuestros días. Su estilo nos resulta directo y concreto, lejos de las abstracciones que suenan a palabras vacías. Los versos citados nos hablan del amor, pero también sabe escribir acerca de los desafíos de la vida, los fracasos y las victorias, los recuerdos juveniles, etc. Joven prometedor, le deseamos que siga cultivando el buen decir y haga rendir el talento que recibió para bien de todos (incluidos los literatos fifí).

Mariláu nuevamente deslumbró con su lectura. Sus poesías calaron hondo en quienes desciframos la vida humana bajo la llave del amor. Poco antes de sentarse, sus nervios pudieron jugarle una mala pasada, pero al pronunciar la primera palabra, los versos comenzaron a fluir naturalmente. Esto me recordó lo que, según relata su hijo, le sucedía a nuestro querido Ástor Piazzolla: hasta hacer sonar las primeras notas de su bandoneón, le transpiraban las manos. Pero una vez en marcha, se disipaban todos sus miedos y comenzaban a escucharse esas melodías tan preciosas.

Como en el caso de Agustín, lo suyo fue bueno y poco, y por esto, dos veces bueno. Su materia preferida nos parece que es el amor, pero un amor que reclama la apertura a la trascendencia. Los versos que siguen son un vitral iluminador de su poesía: “Recítame los antiguos cantares, / cuéntame de tu refugio en la catedral, / de tu discurrir en otros tiempos, / del panteón que aún visitas cuando llega el alba, / desde hace ya mil años / —ese templo custodia el amor mortal / que un día ardió en tu corazón helado—” (De “Fiel discípula”).

En “Los primeros cien años”, el poeta busca una esperanza para la redención:  “Acaso una noche, / vagando por los evos sempiternos, / ya no recuerdes angustias, / y las rosas no mueran en tus manos. / Quizá ya no ardas atravesado de amapolas, / y en un desapacible crepúsculo / oigas por primera vez la voz de Dios, / ese tañido de campanas a lo lejos”.

Nuestras felicitaciones para ella y grande ánimo para seguir escribiendo y recitar.

¡Por muchos más Bendita Erato con la participación de nuestros poetas!

Y también deseo profundamente que los sigamos acompañando en esta empresa de cultivar una poesía que no destruye sino que promete.

 1239863_517768631637370_1861571065_n

 

Foto personal*Germán es profesor universitario de Filosofía. Licenciado en Filosofía y Magister en Estudios Humanísticos y Sociales (Universitat Abat Oliba CEU, Barcelona). Traductor en colaboración de obras de Santo Tomás de Aquino. En el ámbito literario, cultiva el género del cuento. Amante del cine y de la música.
Es miembro del TCyC.

 

Quién es quién en el Taller de Corte y Corrección

Hoy responde…

 

Buccino

   Federico Buccino

 

 

 

 

 

¿Cuáles son tus autores preferidos en literatura, cine y música?

Literatura, H. P. Lovecraft, E. A. Poe, W. H. Hogdson y Cordwainer Smith.

Cine, más que directores, tengo películas preferidas: Blade Runner (R. Scott, 1982), muchas de Pixar, en especial The Incredibles (B. Bird, 2004), The Lord of the Rings (P. Jackson, 2001), varias de H. Miyazaki, Quatermass and the Pit (R. Baker, 1967).

Música, clásica: Bach, Telemann, Vivaldi. Moderna: algunos grupos y solistas de los géneros dark ambient y doom metal.

 

¿Qué libro/s estás leyendo en este momento?

Soul Music, libro 16 de la Saga del Mundodisco, Terry Pratchett.

 

¿Qué cinco títulos creés necesarios para la formación del escritor?

Difícil atenerse a la pregunta. Lo que forma a un escritor podría espantar a otro. El guardián en el centeno, por ejemplo, me pareció una pesadilla aburrida de la que no llegué a la mitad, y lo que leí lo hice como haciendo los deberes. ¿Qué me formó a mí? La obra de Lovecraft, Poe, Bradbury, Hogdson, C. A. Smith, Cordwainer Smith, M. R. James, los clásicos de CF, la colección Robin Hood.

 

¿Qué publicaste ya en medios electrónicos y/o en papel?

En la web:

“Una mancha más negra que el cielo”, en literareafantastica.com.ar, en margencero.com y en http://laabadiadecarfax.blogspot.com.ar/

«Huesos», en axxón.com.ar

En papel:

«Ruinas», en Pasajeros en Arcadia, antología de Marcelo di Marco (Fundación Editorial Belgrano, 2000).

«¿Acaso creíste, hijo mío?», en En frasco chico, antología de Silvia Delucchi y Noemí Pendzik (Colihue, 2004).

En papel y medio electrónico (epub, pdf):

“Una mancha más negra que el cielo”, en Cuentos de la Abadía de Carfax, antología de Noemí Pendzik (Pasoborgo, 2006).

“Huesos”, en Cuentos de la Abadía de Carfax 2, antología de Ariel Mazzeo (Pasoborgo, 2009).

“Pandemia”, en Cuentos de la Abadía de Carfax 3, antología de Claudia Cortalezzi (Pasoborgo, 2011).

Silbervogel y otros diez episodios de horror (Pasoborgo, 2013).

 

¿En qué te está ayudando más tu participación en el Taller de Corte y Corrección?

En la utilización de herramientas de corrección, y la formación del criterio en el momento de aplicarlas.

 

¡Muchas gracias, Federico!marcelo

Con Nico en el Recoleta

por Marcelo di Marco

¡Pulgares arriba para una tarde de goles!

¡Pulgares arriba para una tarde de goles!

El sábado 3 de agosto estuve en el Centro Cultural Recoleta con Mariláu Sánchez y Nomi Pendzik (respectivamente, secretaria de redacción y directora de FIN), en la muestra del arte de la película Metegol. En realidad, más que nada fuimos a verlo allí a Nicolás Amelio-Ortiz, miembro de La Abadía de Carfax, titular de ZEPfilms y productor de mi Canal Taller de Corte y Corrección; desde su propio canal, Nico les había avisado a sus casi treinta mil suscriptores que podrían verlo en carne y hueso en dicha muestra:
http://www.youtube.com/watch?v=xFbVioJuRhs&list=FLiFx4XOpwxn7RhlXmkr1C5w
Después de ese encuentro inolvidable, se me ocurrió invitarlos a casa a los fans que le habían hecho el aguante a Nico hasta el final, y más allá. Horas antes, los dos habíamos accedido a sacarnos decenas de fotos, firmar autógrafos en los señaladores del TCyC,

En el escenario del Canal TCyC, flanqueando a Patricio Salvatierra con Nicolás Amelio-Ortiz.

En el escenario del Canal TCyC, flanqueando a Patricio Salvatierra con Nicolás Amelio-Ortiz.

dialogar con los suscriptores que tenemos en común. La tarde terminó con una merienda
en casa, como les decía, junto con el genio de Nico y esos suscriptores de los más fieles, que quedaron maravillados por nuestra hospitalidad y estilo: imagínense lo que significaba para ellos aprovechar la sapiencia de Nico y pisar con toda la mejor onda el escenario mismo donde se graba el programa del TCyC.

 

http://www.youtube.com/watch?v=jwgRBGxzsVA&list=FLiFx4XOpwxn7RhlXmkr1C5w
Destaco el trabajo de mi secretaria, Mariláu, que sacó fotos a rolete, repartió señaladores y grabó y editó la entrevista que me hizo en ese mismo encuentro María Christensen, nota que les dejo a continuación.
En suma, una tarde para celebrar. ¡Gracias, Nico, por convertir un encuentro virtual en presencial!

Con mi secretaría, Mariláu Sánchez, y mi productor (Nico, de ZEPfilms), los tres custodiados por el Beto y el Loco, estrellas de Metegol.

Con mi secretaria, Mariláu Sánchez, y mi productor (Nico, de ZEPfilms), los tres custodiados por el Beto y el Loco, estrellas de Metegol.

 

Entrevista a Marcelo di Marco

por María Christensen

 

María: Te quiero hacer unas preguntas acerca de Victoria entre las sombras.

Marcelo di Marco: Cómo no, preguntame lo que quieras.

M: ¿En qué te inspiraste para el libro?

MdM: En una historia verídica. En Estados Unidos encontraron, en un parque de diversiones, un muñeco de esos tantos que había en El castillo del terror o El tren fantasma. Apareció, y nadie supo cómo llegó ahí. Porque el muñeco era un cadáver. Sí, tremendo. El cadáver ese estaba vestido de cowboy, pantalones vaqueros, camisa —esta misma camisa que tengo puesta— (risas). Un flaco esquelético, con un sombrero muy parecido a este también. Y nadie supo quién era ese hombre. Así que empezaron a investigar y descubrieron que se trataba de un bandido, de un forajido de aquellos años de la época del Oeste, que lo habían matado a balazos y a alguien se le ocurrió embalsamarlo y ponerlo ahí. No se sabe cómo llegó. Y a mí se me ocurrió pensar qué cosa tremenda para toda la gente que estuvo durante todo el siglo pasando por ese lugar, y pensando que por ahí al muñeco que estaban escupiendo, tirándole cosas —porque la gente les tira cosas a los muñecos— era un semejante que había finado. Me pareció una cosa muy pero muy morbosamente escabrosa. Eso se ve que trabajó bastante en mí porque lo asocié a la historia de un chico, como es el protagonista de mi novela, que vive una infancia muy desgraciada porque la madrastra lo tiene como si el pibe fuera una basura. Y el padre —el verdadero papá de él— no dice nada. Junté ese par de cosas y así se fue dando la novela.

A cada nueva dedicatoria me energizo (¡Gracias, Javier!)

A cada nueva dedicatoria me energizo (¡Gracias, Javier!)

M: ¡Qué lindo! Qué inspiración…

MdM: La inspiración… Es bueno sentir eso, pero si vos no trabajás, no pasa nada. Es un poco el lema del taller, lo que dice ahí en el señalador: el talento solo no te alcanza. Es la parábola de Jesús de los talentos. Dios les da talentos a todos. Pero al que le dio un talento y lo guardó sin utilizarlo, a ese lo echaron a patadas. Así que, bueno, la idea es justamente que si vos tenés una inspiración, no hay que dudar en ir y plasmarla. Tratar de cristalizarla en una obra porque si no te quedás con algo muy lindo, un calorcito que uno siente por el Espíritu Santo, pero después no trabajás y ahí quedó. Esa es la cuestión.

M: Wawww, me dejaste sin palabras…

MdM: La inspiración existe, eso es real. Y Picasso dijo de eso: “La inspiración existe, pero mejor que nos encuentre trabajando”.

M: Te felicito, ya estoy ansiosa por leer tu libro. Y me encantó todo lo que dijiste, porque me incentivás a seguir con mis sueños.

MdM: Y Dios quiera que los puedas cumplir. Pero sin trabajo no se puede. Hay que regularizar el trabajo, sentarse durante horas. Y el día que uno no tiene ganas de escribir, al menos que ese tiempo lo utilice para leer, para estudiar, directamente. Hay veces en que no sale nada, la inspiración está y uno tiene ganas, pero no sale. Así que bueno, en ese momento hay que largar a los quince, veinte minutos, cuando uno dice esto no va ni para atrás ni para adelante; ahí agarro un libro y esa hora me la dedico a leer. Lo que había pensado dedicar para escribir o filmar, eso ahora lo dedico a la lectura. Y de esa manera aprovechás el tiempo.

M: Me llamó la atención que siempre tenés con vos una libretita y una birome. ¿Son para anotar tus ideas, las que surgen en el momento? ¿Tenés esas inspiraciones?

MdM: Mirá, yo te voy a decir una cosa: nunca anoto nada. Anoto cosas, por ejemplo, para no olvidarme de lo que te había prometido. Pero nunca anoto nada porque me baso en una idea que tiene Stephen King. Él dice que nunca anota nada. Si uno anota —y esto es un buen consejo— las ideas que le aparecen, eso va a quedar para siempre. No hay modo de olvidárselo. En cambio, si uno no lo anota, y no se olvida, es porque esa historia sirve. Porque se va a hacer inolvidable también para el otro. Si vos la anotaste, nunca vas a saber si pasaba por esa prueba del olvido. Así que yo no anoto nunca. Tengo la libreta porque siempre ando con un equipo de supervivencia encima. De todo tengo, lo que se te ocurra hay. Es un poco la metáfora que menciono en el segundo programa del canal, “Una buena herramienta de corte”. Y es el tema de la caja de herramientas. Uno tiene una idea, pero tenés que tener la herramienta necesaria para poder plasmarla.

M: ¿Y cuánto tiempo te llevó escribir la novela, plasmar todas las ideas?

MdM: Desde el momento en que empezó a germinar la cosa, pasando por el primer borrador, después corregir el borrador para que Sudamericana lo vea y me lo rechace —porque ese primer manuscrito fue rechazado— hasta el momento en que vos vas a la librería a comprar el libro, pasaron catorce años. ¿Qué me contás? Catorce años. Así que no es así, tan de la nada. Justamente en el programa número veinte, “De qué sirve romperse el alma trabajando”, este libro aparece en mis manos como que salió de la nada. Y después le cuento a mi audiencia cómo fue todo el proceso.

M: Sos una persona perseverante, que confió desde un principio en lo que hacía. Eso fue tener una visión y seguir hasta el final y cumplir ese sueño. No dejarse derribar por los “no”. No aceptaste un no, y después de catorce años cumpliste tu sueño.

MdM: Y fijate vos que la misma editorial que lo rechazó es la misma que lo ha publicado, y que le han dado tanta difusión.

M: Increíble.

MdM: Claro, esa segunda versión siempre les gustó. Me gustaba a mí también mucho más. A veces uno agarra y dice —como dije en la presentación de la novela— ¿en qué estaba pensando? ¿En qué estaba pensando el tipo para hacer semejante bodrio? Es linda porque les gusta a las chicas —mis hijas—, y a algún lector cercano y todo, esa primera versión. Pero no tiene nada, pero nada que ver. Es solamente un punto de partida, con muy pocos elementos de contacto. Tuve que reformularlo todo. Y bueno —para contestar tu pregunta—, ese es el proceso de perseverantes catorce años de laburo.

M: Buenísimo. Quiero eso… (risas).

MdM: Te agradezco las preguntas, muy jugosas porque me dieron pie para hablar de algo que por ahí le puede llegar a servir a la gente: el trabajo, la cultura del laburo, y meterse con todo de lleno en lo que uno ama y hacerlo directamente.

TCyC y ZEPfilms con María Christensen y María Luján. Marco: el arte de Metegol.

TCyC y ZEPfilms con María Christensen y María Luján. Marco: el arte de Metegol.

Tan joven… y ya firmando autógrafos (¡ESA, Nico!).

Tan joven… y ya firmando autógrafos. (¡ESA, Nico!)

 

Con Nico Ortiz y Nahuel, bajo la atenta mirada del Capi.

Con Nico Ortiz y Nahuel, bajo la atenta mirada del Capi.

Entre la brújula y el vaso

—a propósito de la vocación—

 

por Daniel Torres Cox*

 

 

Por definición, vocación es llamado. Dios llama. Dios me llama. Y eso es fundamental: sin llamado, no hay vocación. Sin importar lo que yo quiera o lo que yo haga, cuando empiezo a oír aquella voz silenciosa —casi siempre, Dios habla sin palabras—, la vida misma se vuelve una respuesta.
Y el tiempo pasa, y Él espera. Y mientras espera, sigue llamando. Golpea, seduce, enamora… y espera. Incluso cuando decido seguir con mis planes, seguir con mi vida como si nadie llamara, espera. Y cuando me propongo llenar mis oídos con los ruidos del mundo a ver si ese grito mudo deja de oírse, espera. Y cuando cuestiono lo incuestionable y me trato de convencer de que aquella voz que me invita a la locura es sólo fruto de mi imaginación, espera. Y a pesar de los desplantes, sigue llamando… y espera.
Y confía. Confía porque ha puesto en nuestra naturaleza la inscripción de un mandato ineludible: podemos elegir qué nos hace más felices, pero nos es imposible apartarnos del hecho de que todas nuestras acciones se dirigen hacia la felicidad. La aguja de la brújula que orienta nuestra vida apunta siempre a la felicidad, y eso es no lo podemos cambiar. Si fuéramos producto del azar, la aguja apuntaría en cualquier dirección. Si la vida dependiera sólo de nosotros, podríamos hacer que la aguja apuntara donde nosotros quisiéramos. Ni lo primero ni lo segundo: en todo lo que hacemos buscamos ser felices, y esa verdad es algo que no podemos cambiar. Puedo elegir qué creo que me hace más feliz, pero no puedo cambiar el hecho de que todo cuanto hago lo hago para ser feliz. Alguien más calibró la brújula, y ni nos enteramos.
Y, en medio del viaje, te asalta inesperadamente la sed. Una sed distinta. ¿Qué sucedería si, en el camino que te habías trazado, apareciera un vaso transparente y lleno de agua turbia, aunque potable? Pero, antes de beberlo, ves que el sendero se bifurca. Y, en la bifurcación, Aquel que se la pasa fabricando y calibrando brújulas, ahora ha puesto un vaso cuyo interior no alcanzas a vislumbrar con claridad, pero que —intuyes— contiene agua clara, fresca, llena de vida. Sabes que el agua turbia del primer vaso te alcanza para lo que queda de la travesía, y puedes beberla; en el fondo, sin embargo, también sabes que cada sorbo te llenará de la nostalgia del contenido de aquel otro vaso incierto —el de la bifurcación, cuyo líquido no alcanzabas a ver con claridad—: el único que realmente podía saciar tu sed.
Aquella mano que había calibrado la brújula es la misma que ahora te ofrece saciarte la sed. Cuando comprendes eso, todo lo demás sobra. Se acabó la hora de deliberar, hay poco o nada que meditar. Hay que arriesgarse y dar el salto: confiar en lo que no vemos con la seguridad de lo que esperamos, y saciar de la única forma posible esa sed que quema. Hay un poco de locura en arriesgarse a ser feliz, pero es un insensato quien no se la juega para serlo.

Abram adam

«No Greater Love», óleo de Abram Adam

 

Daniel Torres Cox

*Daniel es Bachiller en Derecho por la Pontificia Universidad Católica del Perú (2011), con estudios de pregrado bajo la modalidad de intercambio en la universidad Carlos III de Madrid.
Es también estudiante de filosofía en la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino y seminarista de FASTA.

Participa del Taller de Corte y Corrección.

TCyTrivia: el mejor microcuento

Hace un tiempo, Marcelo di Marco propuso un concurso en el facebook del Taller de Corte y Corrección.

He aquí algunos de los microcuentos participantes, que iremos dando a conocer en sucesivas entregas. Encabeza esta publicación Cristian Acevedo, ganador de la TCyTrivia en esa oportunidad.

 

Lo ignoran

por Cristian Acevedo*

 

Leonor destapa el lápiz labial color durazno y lo extiende, despacio, por su boca. Miguel pedalea en la bicicleta fija, la estudia: labios de durazno, los de aquella vez en la bahía. Ella se peina las pestañas, se levanta las tetas, sonríe.
Suena el timbre, ella abre, Miguel sigue pedaleando.
El tipo entra, la besa; silencio. Un abrazo agitado.
—Vamos —Leonor lleva a su amante a la habitación.
La rebeldía de sus piernas insiste: Miguel pedalea, ellos lo ignoran.
Miguel acelera. Pero la bicicleta está muerta. Los pedales no se mueven, Miguel sigue pedaleando.

 

Leonid Afrémov

«El último beso», de Leonid Afrémov

 

cristian*Cristian Acevedo (1979) nació en José León Suárez. Desde hace algunos años reside en Tortuguitas.
Asiduo lector, entre sus autores favoritos subraya a quienes marcaron su adolescencia: Cortázar, Poe, King, Gogol.
Participa del Taller de corte y corrección desde mediados del 2011.
En FIN publicó su cuento «Bien pulenta«, cuento que obtuvo el primer premio en el concurso “El cuento del día”, edición 2012.

 

 

El lápiz mágico

por Eduardo Poggi*

 

Sobre las baldosas de una plaza, Juan garabatea los primeros trazos de una nena en bicicleta, y el lápiz la dibuja.
El lápiz que nunca se gastaba cumplía, sin rebelarse, todos los deseos de Juan: dibujó y materializó cada amante, bahía, lago o bosque imaginado.
Cuando él pensó en la muerte y el lápiz la plasmó espantosa, Juan debió huir para ocultarse en el anonimato de las plazas.
Ahora, la niña surge de las baldosas, corporizada. Él comprende: la muerte disfrazada cumpliendo su tarea. Y corre: canteros, vereda, calle… un colectivo que lo aplasta.
El lápiz aguarda. Espera que otras manos lo recojan.

 

Darling's Sweet Ride

«Darling’s Sweet Ride», de Brandon Maldonado

 

foto

*Eduardo Poggi nació en 1945, en la Ciudad de Buenos Aires. Integra La Abadía de Carfax, círculo de escritores de horror y fantasía. Colaborador de FIN y Axolotl, algunos de sus cuentos y cuadros fueron publicados por Axxón, BNTB, elaleph,  Ficciones argentinasLiterareafantásticaNMQIAxolotl y el suplemento cultural del diario Perfil. Alterna su pasión por las letras con la pintura y la composición musical. Su novela Razones de un homicidio fue publicada por capítulos en su blog Letras, colores y sonidos. El libro de cuentos Terminar con todo aún permanece inédito.
Entre otros textos suyos, en FIN podemos encontrar su artículo «Un par de buenos muchachos«.

 

De barro somos

por Sergio Bonomo*

 

 

567082c0

 

 

La lectura de Barro Nocturno, el segundo libro de cuentos de Daniel De Leo (Santiago Arcos editor, 2013, Tercer Premio Fondo Nacional de las Artes 2011) me acaba de confirmar eso que ya sabía: que escribir bien no alcanza, que hay que ser capaz de pegar una buena piña y lograr que el lector quede grogui y boqueando contra las cuerdas.

Es que este libro me ha dejado perplejo, absorto y hacia adentro, como sin entender que la existencia de cualquier hombre es eso que me aguijoneó en cada página.
Los once relatos que componen el volumen van más allá de lo que dicen —y no solo me refiero a esa otra historia subyacente que todo buen cuento debe tener—. Y esa es su mayor virtud: narrarnos lo inaprensible.
Cada historia es un golpe, un gancho al alma, un directo que se recibe con mezcla de placer, de dolor, y con unas ganas tremendas de que la aventura — ¿desventura?— de Barro Nocturno no se termine nunca.

Todos los personajes  poseen un común denominador: la soledad. Y todos buscan un destino que cumplir, pero también corren detrás de una oportunidad que los salve. Ahí está Remo, en “Aquellas farras”, mendigando migajas de placer para paliar esa marchitez que se le ha instalado en el cuerpo. Y Miguel, igual de imposibilitado, igual de solo, cumpliendo con un ritual mecánico que, lejos de rescatarlo, lo hunde aún más en su propio infierno.

Todos los habitantes de la viscosidad de este fango son náufragos a la deriva, ciegos que a los tumbos añoran que en algún sitio se les revele la claridad. Pero el camino siempre aparece sinuoso y repleto de trampas.

En el cuento que da título al libro, nos encontramos con Rossi, quien “nunca se sintió tan a la intemperie, tan desnudo”. Víctima de un robo —en el que no solo lo despojan de su auto, sino también de las cenizas de su padre—, aparece perdido en un pueblo al borde de la ruta. En ese pueblo paseará sus desdichas hasta que su encuentro con Celina encenderá una pequeña luz. Pero… ¡claro!, esa luz es siempre difusa, intermitente. Esa luz viene a advertirnos que la naturaleza de las sombras siempre resulta imponente y mayor.

A la manera de Chejov, en Barro Nocturno lo importante, lo trascendente, no está dicho, pero se vislumbra, se descubre y golpea a la cara con su verdad irrefutable. En “Almas solitarias”, el noveno relato del libro, la historia de Lanari es un ejemplo de esa condición.  El aparente desencuentro entre un hombre y una mujer oculta mucho más que el miedo a quedarse solos. El terror a la muerte es lo que campea, y el abandono al que nos somete el final de la juventud: “Todavía estaba en carrera, se sentía bien físicamente y hasta se consideraba atractivo. ¿Por qué le costaría encontrar una chica que lo quisiera?”.

Como dije antes, escribir bien no alcanza. Cualquier escritor que se precie puede poseer el mejor estilo — y De Leo lo tiene—, escribir bien —y De Leo lo hace magistralmente— o desarrollar una gran historia y hacer alardes de ingenio u originalidad.  Es más, hasta puede emocionar, divertir, o hacer pensar. Pero no basta. ¡Y está muy bien que no baste! Porque todo libro debe ser una sacudida para el lector, debe dolerle en el cuerpo y revolverle las tripas en el mejor de los sentidos. Barro Nocturno cumple con creces esa premisa. Y deja, a quien se atreve a asomarse a sus páginas, enfermo de buena literatura.

 

sergio*Sergio Bonomo realiza espectáculos de narración oral en escuelas y otros ámbitos. Su cuento «Historia de extramuros» obtuvo el premio al autor local en el Primer Certamen Nacional de Cuentos San Martín 2008 . Ángela Pradelli, Agustín Romano y Fernando Sorrentino fueron los miembros del jurado. Su relato “Fairlane” resultó finalista en el Premio Domingo Santos 2010, organizado por la Asociación Española de Fantasía, Ciencia Ficción y Terror. Es miembro del TCyC.