por Florencia di Marco*
A Hernán La Greca
1
Silencio. Precisión. Color.
Y de nuevo silencio.
Una sola misión:
en toda ciudad hay agujeros negros
gente que grita, gente que calla…
gente que habla demasiado,
gente que grita… y escapa.
Y en silencio,
la sonrisa perfecta,
con el mismo paso,
con la misma remera
—la de siempre:
verde, aburrida y sexy
(su traje de héroe)—
el vengador avanza,
el vengador acecha.
Todo ya está planeado:
guarda los filos
—esos filos que saben
desde siempre
que todo está planeado—,
elige algunas fotos
—las más crudas—.
Y teje
la meticulosa red
de la justicia
con plástico adherente.
Y mientras tanto,
todos los días teje
la perfecta sonrisa
—también meticulosa,
casi también de plástico,
y casi también red—
jugando con los niños
en un edén
del sueño americano.
Todo en su vida es limpio:
por las noches
duerme tranquilo
porque no siente.
2
Por las noches
—Cuéntanos un cuento, Dexter— piden los chicos.
Entonces rebusca en los inmaculados
archivos de su memoria:
inventa magos
que secuestran doncellas,
dragones asesinos que ahora vagan,
impunes, por los bosques.
Inventa un príncipe con armadura
—de cuero negro, como su campera—,
con una cota de malla verde,
como su remera
—verde, aburrida y sexy
(su traje de héroe).
La espada es perfecta.
El príncipe también.
Los niños van cerrando los ojos mientras Dexter
describe —acaso demasiado bien—
cómo el príncipe, durante días, en silencio
—con la misma sonrisa, con la misma armadura,
(con la misma remera)—
busca el momento de acabar con el dragón,
avanza, acecha.
Los niños cabecean mientras Dexter
tiene al dragón arrinconado
en lo alto de una torre
—solitaria y perfecta, y tejida con plástico adherente.
Los niños se han dormido.
A Dexter solo le falta un golpe para acabar con el dragón:
el príncipe calcula, meticulosamente. Besa
la precisión de su espada. Se acerca
lo suficiente al cuello,
arranca con la punta de la espada
una escama —de recuerdo—
y golpea.
Silencio. Precisión. Color.
El dragón exhala. El príncipe también:
al mirarlo de cerca,
el dragón
tiene su mismo rostro.
Bajo la máscara,
el vengador sonríe.
Y deja la luz de los niños encendida.
*Florencia di Marco (Buenos Aires, 1990) está por recibirse de profesora en Letras en la UCA. Aprovechando que vive en la sede del TCyC, hizo cuatro años de taller. Su obra de teatro Tierra, flores y sangre mereció en 2008 una mención del Instituto Nacional Sanmartiniano. Y Alguna joyita fue representada en 2011 en la UCA, y en 2013 en el Espacio cultural Carlos Gardel, con gran éxito. Es autora del blog de poesía L’ anima ho milionaria. Su nuevo blog, dedicado a la moda como ámbito para la creatividad, se encuentra en preparación; pronto podrán encontrar relaciones entre cine, literatura y ropa en ínsula, tu rincón de estilo.
Me encantó!!!