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Eterno enamorado del peligro y de las letras

por Gustavo Durant *

A varios escritores famosos se les podría aplicar la descripción que da título a esta nota, pero a ninguno le cae mejor que al gran Jack London. Desde su juventud fue amante de las aventuras sin importar los riesgos, al mismo tiempo que, disciplinado y metódico, escribía un mínimo de seis horas diarias, aunque fuera en medio de una tormenta en el mar. Para conocerlo más en detalle, presentamos un breve resumen de vida y obra de este notable literato.

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Vida y carrera literaria

Nació el 12 de enero de 1876, en San Francisco (Estados Unidos). Falleció el 22 de noviembre de 1916, a los 40 años. A pesar de su corta vida, publicó más de cincuenta libros, que le generaron importantes ingresos. Hombre de extremos, buceador incansable de los fondos del alma, trasladó esas inclinaciones a su obra, que sería llevada al cine en muchas ocasiones.

Se inició como escritor a los diecisiete años al presentarse en un concurso periodístico donde consiguió el primer premio con la descripción de un tifón, una experiencia vivida durante su labor de marinero. Esencialmente, fue un autodidacta, se educó en la biblioteca pública de su ciudad natal. En 1896 comenzó a estudiar en la Universidad de California, pero los problemas financieros de ese entonces lo obligaron a abandonar en 1897.

Hasta que pudo vivir de la literatura, realizó sufridas y variadas tareas: trabajó en un molino de yute, en una central eléctrica del ferrocarril y en una fábrica de productos enlatados; se embarcó a Japón como marinero; fue vagabundo (debido a lo cual pasó treinta días en una penitenciaría); se dedicó a la pesca de ostras; formó parte de la Patrulla Pesquera de California…

Pero ninguna actividad fue más arriesgada que el viaje emprendido en 1897 hacia Alaska, atraído por la fiebre del oro, hecho que marcaría sus textos, ya que en ese lugar ambientaría algunas de sus historias más significativas. La experiencia resultó perjudicial para su salud y —al igual que muchos otros que trabajaban mal alimentados en los yacimientos de oro— desarrolló escorbuto. Esta diaria lucha contra la muerte inspiró la que a menudo es catalogada como su mejor cuento: “To Build a Fire”  («Encender una hoguera»). Si bien London sobrevivió a esas duras condiciones, regresó a su ciudad en 1899 enfermo y fracasado, de modo que durante la convalecencia decidió dedicar su tiempo a formarse intelectual y literariamente a través de heterodoxas lecturas (Kipling, Spencer, Darwin, Stevenson, Malthus, Marx, Poe, y, sobre todo, la filosofía de Nietzsche).

La fama le llegó en 1900, a los 24 años, cuando publicó una colección de relatos titulada El hijo del lobo, que le proporcionó un gran éxito popular y la seguridad económica. A partir de la publicación de La llamada de la selva (conocida también como La llamada de lo salvaje,1903) y El lobo del mar (1904), se convirtió en uno de los autores más vendidos y famosos de Estados Unidos. Fue pionero en publicar en las entonces florecientes revistas de ficción, con lo cual obtuvo celebridad mundial en la época.

Sus relatos breves se consideran obras maestras del cuento moderno, e impusieron un estilo en una época en la que el género, habiendo nacido de Edgar Poe, se estaba consolidando. En sus narraciones, los personajes siempre están al borde de las posibilidades, a puntos de ser vencidos por el frío, los animales u otros hombres. Y es por eso que cuesta dejar por la mitad un texto de London, ya que a las pocas líneas el lector quiere saber qué le depara el destino a esos pobres seres que, en el imposible caso de poder elegir, preferirían no ser protagonistas de estas atrapantes historias.

Su productividad decayó en los últimos años de su vida, a causa del alcohol y de múltiples problemas de salud. Quienes lo estudiaron dicen que ni la fama y ni la riqueza calmaron el desencanto permanente de su espíritu.

 

London

Vida familiar

Jack London contrajo matrimonio con Bess Maddern el 17 de abril de 1900, el mismo día que The Son of the Wolf fue publicado. Ambos reconocieron en público que no se casaban por amor, pero sí por amistad y por la creencia de que concebirían hijos fuertes. Fueron padres de Joan y Bessie London.

Se separó en 1904, y volvió a casarse en 1905, esta vez con Charmian Kittredge, con quien estuvo hasta su fallecimiento.

 

Militancia política

Jack London se hizo socialista en 1896. Tal como detalla en su ensayo «Cómo me convertí en socialista», su filiación comenzó cuando abrió sus ojos a los miembros más bajos del foso social. Dio charlas acerca de socialismo en lugares públicos aun cuando era un desconocido —actividad por la cual fue arrestado en 1897.

Inspirado en Friedrich Nietzsche, decía que el individuo debía alzarse frente a las masas y las adversidades. La contradicción individualidad-colectividad está presente en su obra. Sostenía que el ser humano no es bueno por naturaleza. Ya famoso, London hizo una gira por el país conferenciando sobre socialismo en el año 1906 y publicó colecciones de ensayos sobre el tema (La guerra de las clases, 1905; Revolución y otros ensayos, 1910).

En otra de las tantas facetas que abordó, se candidateó como alcalde de Oakland (ciudad cercana a San Francisco) en 1901 y en 1905, pero sin alcanzar su objetivo.

En 1916, poco antes de su muerte, renunció al Partido Socialista, declarando categóricamente que lo hacía “debido a su carencia de fuego y lucha, y la pérdida de énfasis en la lucha de clases”. Sus biógrafos afirman que ya desde 1911 “London estaba más aburrido de la lucha de clases que lo que quería admitir”, y que “le gustaba mostrarse como un intelectual de la clase trabajadora cuando era apropiado a sus propósitos”. En suma, también en eso fue pionero: practicaba un deporte que sería muy popular en años siguientes.

 

Circunstancias de su muerte

Existe bastante controversia sobre el tema. Muchas fuentes antiguas lo describen como un suicidio, y algunas todavía lo hacen. Sin embargo, su certificado de muerte establecía la causa en una uremia. Se sabe que sufría un dolor extremo y que le suministraban morfina, por lo que es posible que una sobredosis de esa droga, accidental o deliberada, pudo contribuir.

Los periódicos europeos dedicaron más espacio a la noticia de su muerte que a la del emperador Francisco José de Austria, fallecido el día anterior.

 

Títulos recomendados

Dentro de las subjetividades que puede haber al apreciar un hecho artístico, les detallo lo que considero lo mejor de su producción:

Cuentos:

–  “Encender un fuego” (To build a fire) – 1908.

–  “Amor a la vida” (Love of live) – 1905.

–    “El burlado” (Lost face) – 1910.

–    “Un pedazo de carne” o “Un buen bistec” o “Por un bistec” (A piece of steak) – 1909.

–    “Diablo” (Batard) – 1902.

–    “La fuerza de los fuertes” (The Strengh of the strong) – 1914.

Novelas o novelas cortas:

   Colmillo Blanco (White fang) – 1906.

–    El llamado de la selva (The call of the wind) – 1903.

–    La peste escarlata (The scarlet plague) – 1912.

–   La huelga general (The dream of Debs) – 1909.

Se acepta enriquecer la lista (siempre hay omisiones imperdonables). Para quien no leyó nada de JL, le recomiendo buscar estos títulos en internet.

 

Frases famosas de Jack London

– Tirarle el hueso al perro no es caridad. Caridad es compartir el hueso con el perro cuando se está tan hambriento como él.

– La función del ser humano es vivir, no existir. No voy a gastar mis días tratando de prolongarlos, voy a aprovechar mi tiempo.

– No vivo de lo que el mundo piensa de mí, sino de lo que yo pienso de mí mismo.

– No se puede esperar a la inspiración, hay que ir a buscarla.

– La vida no siempre es una cuestión de tener buenas cartas sino, a veces, de jugar bien una mala mano.

 

 

*  Gustavo Durant (Rosario, 1969) publicó en 2013, por elaleph.com, su primer libro de cuentos llamado Fieles al instinto, y concurre desde hace cinco años al Taller de Corte y Corrección de Marcelo di Marco. Está trabajando en nuevos relatos con vistas a la publicación de un segundo libro, para lo cual le roba tiempo a su profesión de contador público.44- Camino a Capri 4

Quién es quién en el Taller de Corte y Corrección

Hoy responde…

 

Pablo di Marco  Pablo Hernán Di Marco

 

 

 

 

 

 

 

 

¿Cuáles son tus autores preferidos en literatura, cine y música?

Voy a cometer la injusticia de elegir sólo a dos artistas de cada rama. Literatura: Victor Hugo, Coetzee. Cine: Aristarain, Coppola. Música: McCartney, Miles Davis.

 

 ¿Qué libro/s estás leyendo en este momento?

Hoy terminé de leer 84, Charing Cross Road de Helen Hanf (lo recomiendo: las últimas páginas me hicieron llorar). Mañana empiezo Antes que anochezca, de Reinaldo Arenas.
 

¿Qué cinco títulos creés necesarios para la formación del escritor?

La Biblia, Los miserables (Victor Hugo), El Quijote (Cervantes), Cartas a un joven poeta (Rilke), La guerra y la paz (Tolstoi). Debería haber agregado alguna mala novela: de ahí también se aprende.
 

¿Qué publicaste ya en medios electrónicos y/o en papel?

En 2012 mi novela Tríptico del desamparo ganó la XIII Bienal Internacional de novela “José Eustasio Rivera”. En noviembre de ese año, los organizadores me invitaron a viajar a Colombia para la premiación y presentación del libro, que también se presentó en la Feria del Libro de Bogotá en mayo de 2013. Hace poco, recibí la propuesta de la editorial madrileña Palabras de agua para reeditar la novela en España en abril de 2014. Ganar la Bienal tuvo un premio extra: el ofrecimiento de la revista Libros&Letras, de Bogotá; y de Facetas, el suplemento cultural del Diario El Huila, para ser corresponsal cultural en Argentina. Me encargo de notas de opinión y de una sección de entrevistas a escritores llamada “Un café en Buenos Aires”.
 

¿En qué te está ayudando más tu participación en el Taller de Corte y Corrección?

Tomé (y pienso seguir tomando) clases individuales con Marcelo di Marco. Mi experiencia como alumno suyo es fascinante. Marcelo no solo me dio las herramientas que me hacían falta para ser mejor escritor: también me ayudó a ser mejor persona. No se me ocurre mayor elogio.

 

 

marcelo  ¡Muchas gracias, Pablo!

¿Dónde está mi caballito?

por Marina di Marco *

 

KristinaSwarmer-TheFlyingHorse

The Flying Horse, de Kristina Swarmer (Cricket, 2010)

 

¿Dónde está mi caballito
de madera de naranjo,
el que se me escapa cuando
yo miro para otro lado?

Su flequillo es tierna estopa
(porque, si fuera de paja,
podría sacarme un ojo:
lo dijo un nene en la plaza).

 

Sus ojos son de botones
(así me puede mirar:
“si fueran de vidrio, no”,
insiste siempre mamá).

Sus pies son la mecedora
que me había hecho mi abuelo
(si fuera otra, no andaría:
me lo avisó el carpintero).

Además, tiene dos alas
que un ángel le dio hace tiempo.
(“Si fueran de tela oscura
no volarían”, dijo el viento.)

¿Dónde está mi caballito?
¿Saben qué? Lleva en su lomo,
tiritando entre dos tapas,
a Gepetto y a Pinocho.

¡Mi caballo me llevaba
hasta la escuela y más lejos,
volando, mientras Pinocho
perdía en el mar a Gepetto!

Mi caballo (¿no lo vieron
volando sobre sus casas?)
trota y trota, vuela y vuela,
por el cielo o la montaña.

Si ustedes lo ven, avisen.
¡No saben cuánto lo extraño!
Y también extraño al libro:
no lo había terminado.

Si ustedes lo ven, avisen.
Tendrán una recompensa.

Verán qué lindo lo que arman

jugando con estas piezas:

les daré estopa y botones
y madera de naranjo
y la otra mecedora
que mi abuelito me trajo.

Rezaré al ángel, de noche,
para que baje y les lleve
las alas. Y haré dibujos
de caballos que planeen

para ilustrar el poema
que ahora mismo termino,
y dejarles, hecho libro,
“Dónde está mi caballito”.

 

 

fotocv1 Marina di Marco escribe desde muy chica, y concurrió al Taller de Corte & Corrección de su padre, Marcelo di Marco, entre los once y los quince años. Cursó la Licenciatura en Letras en la Pontificia Universidad Católica Argentina, y presentó ponencias sobre el género de la canción de cuna —tema de investigación al que está dedicando su tesis de licenciatura— en varios congresos. Su cuento “Mateo” fue publicado en el suplemento cultural del diario Perfil en junio de 2011. Actualmente, se encuentra realizando la Especialización en Literatura Infantil y Juvenil en la Universidad Nacional de San Martín.

 

 

 

Duplicidades de lo siniestro: No hay una sola forma de morir, de Jorgelina Etze

por Alejandra Vaca*

 

“Un cuento siempre cuenta dos historias”, dice Ricardo Piglia en su Tesis sobre el cuento. Julio Cortázar, en sus Clases de literatura, compara al cuento con una esfera, “la forma geométrica más perfecta en el sentido de que está totalmente cerrada en sí misma y cada uno de los infinitos puntos de su superficie son equidistantes del invisible punto central”. Cortázar se refiere también a los conceptos de intensidad y de tensión como elementos constitutivos del cuento.

Los relatos que componen No hay una sola forma de morir (Buenos Aires, Pasoborgo, 2013), el primer libro de Jorgelina Etze, cumplen todas estas características: son cuentos compactos, donde nada sobra, donde cada elemento está en función de la construcción de esa esfera perfecta.  La intensidad y la tensión le permiten a la autora lograr el efecto (no confundir con efectismo) esperado en el lector.

Compacto, sin embargo, no significa simple. Los cuentos de Etze cumplen la premisa de “las dos historias”. Bajo la superficie hay algo más, lo no-dicho se filtra por los resquicios de la narración. La aparente sorpresa del final nunca es tal, sino más bien la revelación (la develación) de eso que circulaba en un segundo plano.

Muchos de los cuentos de Jorgelina Etze se codean con el concepto de lo siniestro: lo extraño que se oculta detrás de lo cotidiano, de lo aparentemente “normal”. Lo familiar que progresivamente se enrarece. Campos, playas, balnearios y rutas, poco a poco van mostrando un aspecto oscuro. Los personajes, en principio, son gente común: parejas que salen de vacaciones, gente de campo, mujeres enamoradas. Estos personajes rápidamente se ven obligados a enfrentar situaciones atípicas, espacios que se vuelven hostiles. A veces, son ellos mismos quienes muestran un costado perturbador.

Tapa Jorgelina

En este sentido, podríamos decir que uno de los conceptos que articula los cuentos de No hay una sola forma de morir es el de dualidad. Dualidad de los espacios, dualidad de los personajes. Así, por ejemplo, el personaje de “Epílogo y prólogo de una noche de insomnio” transita entre dos identidades, al igual que el narrador de “El deseo de ser rey”. En “Volviste a ser vos” nos encontramos con un magistral uso del lenguaje (que nos recuerda a Cortázar) para dar cuenta otra vez de la ambigüedad de las identidades. Hay en el libro de Etze identidades perdidas (“Depredador”, “Paria”), falseadas; personajes que no son lo que parecen (“El taller de don Mario”, “Una laucha en un agujero”), que tienen dos caras. Incluso en los relatos más realistas, los personajes se enfrentan a esta duplicidad. El padre de “El hombre que no era” se debate entre quien es y quien fue. La anciana de “Otro programa” añora su pasado (su otra vida) y toma una decisión fundamental al ver su reflejo en el televisor.

La dualidad aparece también respecto a los conceptos de sueño y realidad. Aquí, los límites son difusos, ambos espacios se entremezclan. “La noche se inventó para dormir” juega con estas fronteras hasta disolverlas. En “Mi lugar en el mundo” el relato aparentemente realista va dejando lugar a lo fantástico, el espacio va adquiriendo poco a poco características oníricas. Algo similar sucede en “Balneario Bahía Crest”, un lugar paradisíaco invadido por extraños seres.

En “Las uvas de Severino Roldán”, la vida y la muerte se encuentran en un mismo instante. En este  cuento (que tiene elementos de fábula, de leyenda), la magia aparece para conectar lo real y lo sobrenatural, así como también lo hace en “El pago”.

No hay una sola forma de morir. Hay muertes reales y muertes metafóricas. Muertes causadas por otros y por uno mismo. Hay muertes que se parecen mucho a la vida, vidas que se parecen a la muerte. Probablemente, un buen escritor es aquel que logra que el lector vea y sienta lo que le está contando. ¿Cómo parar en medio de la ruta sin pensar en “Mensajes”? ¿Cómo llevar el auto al mecánico sin inquietarse recordando “El taller de don Mario”? Los personajes de No hay una sola forma de morir tienen la fuerza de traspasar el papel y, aún los menos realistas, la suficiente verosimilitud como para perturbarnos. Con un lenguaje atrapante, Jorgelina Etze nos permite adentrarnos en estos mundos tan parecidos y tan diferentes al nuestro.
 

 

Ale vaca   * Alejandra Vaca es Profesora y Licenciada en Letras. Trabaja como profesora de español para extranjeros. Participa del taller literario El aleph (con Marcelo Di Marco) y de Arjé, la escuela de dramaturgia de Cecilia Propato. Es parte del Taller para coordinadores de grupos de escritura, dictado también por Marcelo. Su cuento “Tan verdadero como un amanecer” ganó  el Tercer Premio del concurso Honorarte 2011.  Obtuvo una Mención de Honor en el concurso literario Emilio Salgari 2012 con su cuento “Babel”, y también  en el concurso de poesía Paco Urondo 2011. Su relato “Cacería” resultó finalista del concurso UrbandinaTinta Fresca 2010.  Fue finalista en el concurso  Mujeres Poeta Internacional y su poema fue incluido en la antología Yo soy mujer, editada por Lulu. Publicó el cuento “Sala de espera” en la revista Susana de enero de 2013.

 

 

 

Felicidades

Queremos desearles una muy feliz y santa Navidad y un excelente 2014.

Que en este nuevo año de trabajo con la palabra sigamos poniendo en acción nuestro talento, a la caza del mejor lector posible.

 

"La Adoración de los Reyes Magos", óleo sobre lienzo, Rubens 1577-1640.

«La Adoración de los Reyes Magos», Peter Paul Rubens (1577-1640). Óleo sobre lienzo.

 

¡Gracias por habernos acompañado!

Será un placer reencontrarnos. Hasta el año que viene.
Staff de FIN

 

 

Comunidad

por Esteban Morin*

 

Puerto Esperanza (Misiones), una mañana de agosto de 2013.
En el solitario silencio de la hora previa al amanecer, con el olor a barro frío que se cuela por debajo de la puerta, Mariela sorbe un mate cocido que le quema la punta de la lengua.
Abre la computadora portátil y recorre su blog. Aprovecha ese momento de calma chicha ―antes que el resto de la familia se levante para encarar las obligaciones del día y ella tenga que partir para la escuela―, y relee los relatos que subió hace unas semanas. Viendo los textos, surge en ella el deseo de cambiar algo, de agregar por allá o entrarle a este párrafo con la tijera. Borra una palabra y después aprieta “deshacer”, inserta un nuevo párrafo en el medio de un cuento y, aun antes de terminar de escribirlo, lo elimina. Encuentra parlamentos enteros a los que juzga horribles: los lee ahora como una lista de justificaciones. Pero con otros, ha logrado el efecto de los cuentos que la han fascinado ―aunque sea por breves trayectos― y, por un momento, sueña que se codea con los autores que admira, hasta que el ronquido de su papá en la habitación contigua la trae de regreso.
Mariela leyó bastante desde muy chica. Empezó a escribir, y a darse cuenta de que le gustaba escribir, el primer día de secundaria. Primero llevó un diario. Después escribió poesías y relatos. En cinco cuadernos, acumula cuentos, ideas sueltas, cosas que le ocurren y que se le ocurren.
Cursa cuarto año, y empezó un blog. Sus últimas invenciones, en vez de los comentarios animados del principio, despiertan silencios y caras de desconcierto.
Todavía no sale el sol. Mira la pantalla con el cursor titilando, ese rectángulo brillante es la única luz en toda la casa ―ella imagina que a esa hora es la única luz de todo el barrio, de toda la ciudad, del mundo― y lee otra vez, murmurándolos, algunos párrafos de su última entrada. Sospecha que hay algo por debajo, mucho más intenso, que ella no alcanza. Lo siente respirar y agitarse: un perro mañoso que solo se deja acariciar cuando él quiere y no cuando ella lo busca.

La profesora de Literatura había indicado Victoria entre las sombras como lectura obligatoria. En marzo, cuando presentó el libro a la clase, también comentó que su autor, Marcelo di Marco, dedica gran parte de su tiempo a entrenar escritores:
―Dirige un taller ―explicó―: un taller de corte y corrección, que lleva más de treinta años.
Mariela sonrió al comprender el juego de palabras, pero no le dio más atención al asunto hasta esta madrugada.

Hoy, cinco meses después de aquella clase, Mariela busca en Internet y da con varias notas de Di Marco. En Youtube está la presentación de Victoria entre las sombras, y encuentra un canal con el nombre del taller, que es el mismo del libro: Taller de corte y corrección.

taller

Mariela devora las tres primeras entregas del canal: son casi trece minutos y medio de monólogos del autor ―y también algunos diálogos con su productor fuera de plano―, cargados de humor y reflexiones sobre el arte de escribir y, un descubrimiento absoluto para Mariela, el oficio de corregir.
Con los consejos del maestro zumbándole en los oídos, vuelve a su último texto. Del primer párrafo, sin titubear, suprime dos adjetivos, y ve como la frase fluye cuando es leída en voz alta.
Más liviana, Mariela parte rumbo a la escuela.
A la vuelta, se sumerge de nuevo en Youtube: aprende de adjetivos, de adverbios, se ríe con las ocurrencias de un maestro que se filma a sí mismo empuñando un tomahawk y una pistola, y arenga a su audiencia a hacer guerra al adjetivo, o, mejor dicho: a no hacer la guerra al adjetivo.
En el fin de semana, estudia las tres horas y diecisiete minutos que suman los primeros veinticinco capítulos del Taller de corte y corrección en su versión digital. Pega en las paredes de su habitación papelitos con anotaciones, recordatorios de lo que fue registrando: “Con tener talento no te alcanza”, “Es necesario construir herramientas para escribir”, “Se puede aprender a corregir”, “Ubicar al lector… o desubicarlo”, “Espacio activo para cambiar de lugar, de tiempo o de punto de vista”, “Provocar sensaciones”, “¡Ojo con los verbos abstractos! Cierran el espacio al lector”, “Los cuatro momentos del cuento: situación inicial, conflicto, trama y desenlace”, “¿Prometí lo que cumplí? ¿Cumplí lo que prometí?”, “¿Mi historia termina antes o después que la historia para el lector”, “Dejar que el lector complete”, “Sin conflicto no vamos a ninguna parte”, “Paciencia”, “Poner títulos que articulen con el texto”, “Fichar los personajes”, “Sacar filo al talento”, “Primero inventar”, “después corregir”, “Menos de treinta palabras”, “Leer en voz alta”, “Separar las ideas”. Y memoriza otros consejos sobre los tipos de historias que no cuentan nada y los modelos que ayudan a llevar al lector hacia adelante.
También registra una lista de autores para ir buscando y leyendo. A algunos los conoce, son los menos. En esas poco más de tres horas y media, di Marco trae a sus clases anécdotas y textos de consagrados de todos los tiempos: Stephen King, Abelardo Castillo, Balzac, E. A. Poe, Ezra Pound, Kafka, Juan Rulfo, Novalis, Horacio Quiroga, Nomi Pendzik, Isidoro Fernández Flores, W. W. Jacobs, Chernov, Ricardo Zelarayán, Voltaire, Osvaldo Soriano, Ricardo Piglia, Anton Chejov, Ricardo Güiraldes, Oliverio Girondo, Carson McCullers, Guillermo Cabrera Infante, Jorge Luis Borges, Adolfo Bioy Casares, Flaubert, Chateaubriand y O’Henry.
También escucha los nombres de algunos contemporáneos que surgieron del taller o tuvieron un pasaje por el mismo, autores que se entrenaron con Marcelo di Marco: Ezequiel Fernandez Etis, Daniel De Leo, Gustavo Durant, Miguel Sardegna, Alejandro Cruz Tloupakis. Esta pequeña muestra surge sin contar con los que participan en “Las naranjas”, sección en la que los alumnos diseccionan sus textos junto al maestro para sacarles el mayor jugo posible. Y todavía Mariela ha podido entrar a la sección de poesía, donde se leen composiciones de autores contemporáneos que se difunden entre los miles de suscriptores del canal.
Toda esta información, esta formación ―abierta y gratuita―, fascina a Mariela, como a los miles de seguidores de la propuesta: el aprendizaje redunda en la mejora visible de los propios textos, en la posibilidad de publicarlos y, por qué no, en ganar premios.
Y hay algo más.
Lo que a Mariela le sucede, como a mí o a vos que leés este texto ―y no siempre nos es fácil admitirlo―, es que el Taller de corte y corrección conforma un espacio de reconocimiento al proceso de creación, corrección y publicación. Los autores, editados o inéditos, traemos aquí nuestros esfuerzos y los ponemos con los de los otros. Nos leemos y probamos juntos opciones: guiamos y nos dejamos guiar, siempre bajo la sabia y generosa mirada del maestro. Y esto funciona tanto para la forma tradicional del taller presencial, como en participación con comentarios al pie de los videos o a través de la página de Facebook. En estos lugares, nos sabemos todos con la misma pasión y los mismos problemas. Somos pacientes en la sala de espera de uno de los pocos especialistas en nuestra dolencia: sufrimos ―gozosamente, claro― de pasión por la literatura. Nos leemos, nos animamos, nos corregimos y mejoramos: hacemos nuestras propias creaciones más disfrutables, disfrutamos cada vez más haciéndolas, y en todo eso, logramos difundirlas a más lectores cada día.

TCYC

 

 

esteban

*Esteban Morin (San Lorenzo, Santa Fe, 1975) es comunicador social. Se gana la vida como consultor en selección y desarrollo de recursos humanos para distintas organizaciones. Trabajó como fotógrafo, periodista, redactor y corrector. En FIN ya hemos publicado su microcuento «Fatalidad«.
La presente nota fue ganadora de una TCyC Trivia.

Dexter Morgan, the dark defender

por Florencia di Marco*

 A Hernán La Greca

 

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Dexter Morgan

1

 

Silencio. Precisión. Color.

Y de nuevo silencio.

Una sola misión:

en toda ciudad hay agujeros negros

gente que grita, gente que calla…

gente que habla demasiado,

gente que grita… y escapa.

 

Y en silencio,

la sonrisa perfecta,

con el mismo paso,

con la misma remera

—la de siempre:

verde, aburrida y sexy

(su traje de héroe)—

el vengador avanza,

el vengador acecha.

 

Todo ya está planeado:

guarda los filos

—esos filos que saben

desde siempre

que todo está planeado—,

elige algunas fotos

—las más crudas—.

Y teje

la meticulosa red

de la justicia

con plástico adherente.

 

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Ilustración de Ciruelo (El Gran Libro del Dragón)

Y mientras tanto,

todos los días teje

la perfecta sonrisa

—también meticulosa,

casi también de plástico,

y casi también red—

jugando con los niños

en un edén

del sueño americano.

 

Todo en su vida es limpio:

por las noches

duerme tranquilo

porque no siente.

 

 

 

 

2

 

Por las noches

—Cuéntanos un cuento, Dexter— piden los chicos.

Entonces rebusca en los inmaculados

archivos de su memoria:

inventa magos

que secuestran doncellas,

dragones asesinos que ahora vagan,

impunes, por los bosques.

Inventa un príncipe con armadura

—de cuero negro, como su campera—,

con una cota de malla verde,

como su remera

—verde, aburrida y sexy

(su traje de héroe).

 

La espada es perfecta.

El príncipe también.

Los niños van cerrando los ojos mientras Dexter

describe —acaso demasiado bien—

cómo el príncipe, durante días, en silencio

—con la misma sonrisa, con la misma armadura,

(con la misma remera)—

busca el momento de acabar con el dragón,

avanza, acecha.

 

Los niños cabecean mientras Dexter

tiene al dragón arrinconado

en lo alto de una torre

—solitaria y perfecta, y tejida con plástico adherente.

 

Los niños se han dormido.

A Dexter solo le falta un golpe para acabar con el dragón:

el príncipe calcula, meticulosamente. Besa

la precisión de su espada. Se acerca

lo suficiente al cuello,

arranca con la punta de la espada

una escama —de recuerdo—

y golpea.

 

Silencio. Precisión. Color.

El dragón exhala. El príncipe también:

al mirarlo de cerca,

el dragón

tiene su mismo rostro.

 

Bajo la máscara,

el vengador sonríe.

Y deja la luz de los niños encendida.

 

 

1482384_10202745465854781_264564106_n*Florencia di Marco (Buenos Aires, 1990) está por recibirse de profesora en Letras en la UCA. Aprovechando que vive en la sede del TCyC, hizo cuatro años de taller. Su obra de teatro Tierra, flores y sangre mereció en 2008 una mención del Instituto Nacional Sanmartiniano. Y Alguna joyita fue representada en 2011 en la UCA, y en 2013 en el Espacio cultural Carlos Gardel, con gran éxito. Es autora del blog de poesía L’ anima ho milionaria. Su nuevo blog, dedicado a la moda como ámbito para la creatividad, se encuentra en preparación; pronto podrán encontrar relaciones entre cine, literatura y ropa en ínsula, tu rincón de estilo.

 

 

Del Paso del Borgo a Lavalle 780

por Noelia Emmi*

 

Cuando se me propuso escribir una reseña de la presentación de La Abadía de Carfax en el Rojo Sangre, me sentí honrada. Y aterrada, sí, lo tengo que admitir. ¿Justo yo, el miembro más reciente de Carfax, sería la mejor opción para escribir esta reseña? No lo sabía, pero acepté el reto sin dudarlo y me puse a escribir (y a borrar y a escribir otra vez y a corregir, claro).
El martes 5 de noviembre se presentó La Abadía de Carfax en el Monumental Lavalle, como parte de un ciclo de charlas dentro del festival Buenos Aires Rojo Sangre.
Algunos se preguntarán qué es La Abadía de Carfax. Bueno, la respuesta sencilla es que somos un círculo de escritores de terror y fantasía. Pero la verdad, como suele pasar, es un poco más compleja. Y es que somos unos apasionados de esos géneros, y en Carfax encontramos nuestro lugar, nuestro rinconcito en el mundo. Por eso, cuando Matías Orta nos comentó sobre la posibilidad de presentarnos en el bars, todos estallamos de entusiasmo.
Luego de mucha publicidad y difusión, luego de muchos preparativos tras bambalinas, finalmente ese 5 de noviembre llegó.
La cita era a las seis de la tarde, y alrededor de esa hora todavía éramos unos pocos. Por mi cabeza pesimista pasaron pensamientos lúgubres, fatalistas, trágicos. Pero me recompuse cuando entramos a la sala. Parecía acogedora: paredes oscuras, asientos largos y acolchados, un escenario con las sillas ya dispuestas. Y solté mi pesimismo inmediatamente: ¡eso era una fiesta! ¡Nuestra presentación en sociedad! Muchas caras conocidas del tcyc nos mostraban su apoyo. Y cuando la organización del bars nos presentó, la expectativa del público ya era palpable.
Con Matías Orta como moderador, la presentación comenzó con Marcelo di Marco, fundador de este Círculo de escritores de horror y fantasía: él nos describió los inicios de La Abadía de Carfax, sorprendiendo a más de un invitado distraído al comentar que el nombre del grupo correspondía a la guarida del Conde Drácula en Londres. Marcelo nos contó también cómo su pasión por la literatura de terror —compartida por varios alumnos del tcyc — derivó en la creación de Carfax. La primera antología, a cargo de Nomi Pendzik, fue publicada en el 2005.

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A continuación, fueron Ariel Mazzeo y Claudia Cortalezzi —antólogos de Cuentos de La Abadía de Carfax 2 y 3, respectivamente— quienes nos relataron la experiencia de tener esta responsabilidad. Ariel nos habló de la legión de fans que cosechó gracias a su prólogo, en el que cuenta por qué durante su infancia Scooby Doo no cumplía con sus expectativas en cuanto a historias de terror. Por su parte, Claudia nos confesó cómo, al elegir los cuentos que integrarían la tercera antología y al decidir el orden en el que se presentarían, comenzó a sentirse tan involucrada con los relatos como si los hubiera escrito ella misma.
Luego, Ricardo Giorno —antólogo de Cuentos de La Abadía de Carfax 4— anunció la pronta salida del tan ansiado libro, y nos comentó sobre la dificultad de tener que elegir un cuento de cada abad: todos eran de muy elevada calidad literaria.
Para cerrar la jornada, y ya a sala llena, se leyeron los cuentos “Amarillo”, de Mariláu Sánchez, y “Jugando a la familia”, de Matías Orta. Ambos formarán parte de la cuarta antología, y su recepción por el público del bars fue unánime: ¡todos estallaron en aplausos! Sin duda estos dos cuentazos quedarán en la memoria de los presentes como hermosos e impactantes, fomentando debates acalorados cada vez que se los mencione.

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Por mi parte, desde los ojos de una recién iniciada, la presentación de La Abadía de Carfax en el  festival fue inspiradora. Me recordó por qué la buena literatura fantástica y de terror es tan imponente, por qué uno disfruta como un maniático cuando escribe un cuento que le hiela la sangre, y por qué la magia de esos cuentos se convierte en nuestro séquito eterno.

Todos los miembros de esta comunidad compartimos esa gran pasión: sentimos a la literatura de terror como un ser vivo, palpitante, consciente.

Y así, impulsada por esta sangre fantasiosa que late en nuestras venas, Carfax respira, Carfax late. Carfax vive.

 

 

 

Dibujo*Noelia Emmi (Buenos Aires, 1983) es miembro de La Abadía de Carfax. Cursó el Taller de Escritura Fantástica de la Universidad del Salvador, y actualmente forma parte del Taller de Corte y Corrección de Marcelo di Marco.

Su cuento «Ofrenda a las bestias» fue publicado en Axxón y formará parte de la cuarta antología de Cuentos de La Abadía de Carfax.

¡La Abadía de Carfax en el BARS!

La Abadía de Carfax hará su presentación en el festival Buenos Aires Rojo Sangre

 

Lo fantástico nos posibilita adentrarnos en terrenos donde otros géneros no llegan. En el mar de la literatura vendría a ser como un submarino que permite llegar a lo más profundo. Así lo entiende Marcelo di Marco. Esta convicción lo impulsó, en el año 2005, a fundar La Abadía de Carfax, junto a otros escritores que comparten la misma pasión y el mismo modo de ver la literatura. Este círculo de escritores de horror y fantasía lleva publicadas tres antologías de relatos, compiladas respectivamente por Nomi Pendzik, Ariel Mazzeo y Claudia Cortalezzi. Son libros que buscan lectores con el coraje de abandonarse en las manos seductoras del terror, que se atrevan a meterse en sus laberintos oscuros. Desde el abismo está emergiendo Cuentos de la Abadía de Carfax 4, compilada por Ricardo Giorno.

Habrá ejemplares a la venta.
Entrada libre y gratuita hasta agotar la capacidad de la sala.

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Dos microcuentos

Nunca antes

por Miguel Sardegna*

 

Mateo se trepó a la bicicleta y pedaleó con toda la rebeldía de sus nueve años. Lo de Laura quedaba a siete casas, bordeando la bahía.
Nunca antes ella le había escrito una carta de amante secreta, como en las novelas de la tarde. ¿En qué momento había deslizado eso en su mochila? ¿En algún recreo? Mientras contaba y recontaba sus Faber-Castell desparramados por el piso, repasó esa confesión de amor, los inconfundibles trazos con lápiz azul.
Su lápiz azul.
Ahora Mateo vuela en la bici, el corazón acelerado. Si no recupera ese lápiz mamá lo va a matar.

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Pintura de Adrian Ludwig Richter

 

Miguel Sardegna*Miguel Sardegna (Buenos Aires, 1978) es miembro de La Abadía de Carfax. Alterna la vida académica (es abogado) con el estudio del japonés. Sus cuentos fueron publicados en Próxima, Perfil y Grageas 2. En 2011 fue distinguido con el Segundo Premio en el concurso organizado por la Fundación Victoria Ocampo.

 

 

Diamar

por Julia Martín*

 

Fue en mis años de rebeldía que la conocí. Todos los sábados pedaleaba apresurado en mi bicicleta hasta la casa en la bahía. Sus ojos eran los más hermosos. La esfera perfecta, la profundidad exacta, la esclerótica más blanca, la cantidad de pestañas justa. Miranda, mi amante. Cuando estalló la guerra tuve que partir. Le escribí todos los días, sin embargo nunca me contestó. Luego supe que se había casado. En la cárcel, quise escribirle una vez más para pedirle perdón por dejarla viuda, pero el lápiz terminó clavado en los ojos del carcelero. Ahora voy a buscarla.

January Jones

«January Jones», por Owen Freeman

 

julia*Julia Martín (Buenos Aires, 1978) se recibió de Redactora especializada en textos literarios, en el Instituto Superior de Letras Eduardo Mallea. Es narradora, poeta y participa del Taller de Corte & Corrección. Además, coordina los talleres de escritura y lectura que brinda Literatorio, entre otros.