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La rebelión en la memoria

Por Santiago Maqueda*

 

Mi guitarra

Seis de mis anhelos profundos

vibran como puentes sobre el acantilado,

y los clavo como a un cristo

en veinte y tantos trastes de palo rosado.

En ellos, entre la alegría y la pena,

se posan mis manos como en tu melena negra.

 

Un gemido de madera

se hincha hueco en el vientre sonoro,

y es que se vuelve música

mi miseria.

 

 

 

 Cordillera 

Desierto cuyano.

Arrojada hacia su pecho profundo,

la lanza de la ruta.

Vamos en el auto,

y las cortaderas, florecidas en rosadas flechas,

se bordan en los alambrados.

 

Avanzamos. El filo de la ruta

recorta la sequía.

Cadáveres de perros bordean la banquina:

no pudieron tolerar la vejez en soledad,

buscaron en las ruedas la paz.

Una iglesia de campo muere en la llanura, vacía:

quizás en ella no vivan

ni las reliquias del ara.

Y el acero de la ruta ya brama

sobre el ruido del motor.

 

Pero confiamos en que el sacrificio

pronto vendrá a salvarnos de ese arpón:

las nubes lejanas de la Cordillera,

como negativos revelándose,

irán cobrando su forma perenne,

esa dentadura de filos relucientes

gritándole a Dios.

Sí: sus ríos

serán deshielo de alivio.

Sí. Pronto vendrá la Cordillera

a interponerse ante la ruta,

y será lanceada de infinito.

 

 

 

Formas del viento

Por la avenida del otoño,

la tormenta saquea los paraísos.

Pero una pareja se besa abrigada de frío.

 

A diez mil kilómetros es primavera,

y una niña baila en la pradera

arrancando los panaderos en fruto.

Al soplar sobre ellos,

se disgregan

en estrellas diurnas sobre el campo.

 

Y aquí en Buenos Aires ya es de noche.

Y yo acabo de oír

en el pecho,

como entre remolinos de arena,

mi última borrasca.

Olvido de muerte

Ayer, a la siesta,

los árboles se deshojaban calmos,

y un ventarrón de polvo sacudió

la persiana del patio.

Y me acordé de vos,

y otra vez quise pasar

a compartir unos mates:

me rehusaba a registrar tu partida,

y ya duele tanto la rebelión en la memoria.

 

Perdoname: fue apenas la costumbre,

ese error frágil por segundos.

Ahí nomás, por entre la rendija de la puerta

volvió el viento, el puñal

de esta realidad de sombra.

 

 

*Santiago Maqueda nació en la provincia de San Luis en 1986. Es abogado, profesor de Derecho y poeta. Desde hace dos años es miembro del Taller de Corte y Corrección. En buena medida, escribe porque ama la música, tanto popular como clásica. También para conocer y no olvidar las luces y sombras que lo rodean. Escribió el poemario inédito Silencio. Y truena un segundo silencio (2019).

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