Fin Rotating Header Image

Marcelo di Marco, candidato a diputado por el FRENTE PATRIOTA

Entrevista de Walter Romero

 

¿Quién es Marcelo di Marco?

Soy un escritor de ensayo, ficción y poesía, con diecisiete libros publicados. Coordinador de talleres literarios que nuclean a más de un centenar de escritores en formación, y director de un canal de YouTube con casi veinte mil suscriptores, mis obras más conocidas fueron editadas por la filial local de Penguin Random House. En lo sociopolítico me considero, por gracia de Dios, un intelectual bastante atípico: enemigo declarado de la gilada progre, no me trago ni uno solo de los dogmas que alimentan las fantasías ideológicas de la mayoría de mis colegas, ni las de los falsos artistas y teóricos intelectualoides que sólo están atentos a seguir las modas para no perder clientela o prestigio. Creo en una visión teológica de la política. Creo en las virtudes, en oposición a los “valores” inventados por esa excrecencia ideológica llamada posverdad, expresión malsana de un globalismo infame que pretende destruir los tres pilares en que toda sociedad se basa: Dios, patria, familia.

 

¿Cuáles son los problemas del país?

Sin orden de importancia, tirando calamidades al voleo, señalo: la ideología de género; la despoblación sistemática del territorio nacional; el terrorismo mapuche; el sectarismo anticristiano; la visión usuraria y ultradependiente de la economía; el vaciamiento religioso, intelectual y cultural; los curas mal formados y carentes de auténtica vocación sacerdotal; los “educadores” ignorantes y permisivos; el cipayismo libertario y los políticos y dirigentes que fluyen hacia donde el viento sople. Todos estos problemas y sus satánicas derivaciones posibilitan el derrotismo y el malestar de cada argentino, y derivan de la estrategia internacionalista que el Nuevo Orden Mundial aplica para nosotros, y que los idiotas útiles de la izquierda psicobolche fogonean alegremente. Y digo estrategia, porque jamás las cosas se dan porque sí: a la Argentina se la ha obligado a pagar durante generaciones el hecho de haberse atrevido heroicamente, casi cuarenta años atrás, a mojarles la oreja a las principales potencias mundiales; pero semejante humillación se cortará cuando el nacionalismo rija el destino de esta noble tierra.

¿Cuáles son tus propuestas para resolver esos problemas?

Hoy más que nunca, aquel ánimo destructor que señalé en la primera respuesta y que desarrollé en la segunda se ensaña contra la (A) educación, la (B) seguridad, la (C) salud y la (D) economía. Pues bien, he aquí algunas medidas revolucionarias ―o contrarrevolucionarias, según se vea― que propiciaré para su consideración:

A) Reformulación educativa, en todos los niveles y en todo el territorio nacional, para reorientar la enseñanza hacia el auténtico desarrollo de la persona ―espiritualidad, oficios, urbanidad, primeros auxilios y defensa personal, trabajos comunitarios, cultivo de la tierra, principios de crianza y supervivencia y producción artesanal de elementos básicos―. Sumada a estas medidas la reeducación del personal docente, el ministerio y la universidad dejarán de ser motores ideológicos del actual progresismo paralizante, y el joven educando podrá ganarse la vida de una manera efectiva y sana. Mi objetivo en este aspecto es crear las condiciones necesarias para que cada cual pueda formar una familia decente y piadosa; solamente así se combatirá eficazmente la drogadicción, la pornografía y la deshonestidad intelectual. En este último aspecto, la perniciosa ideología de género será desenquistada absolutamente del sistema. Y no hablo sólo del sistema “educativo”. Creo que los educadores más autorizados de los hijos son —naturalmente, y sea cual fuese su nivel cultural— los propios padres. Creo en la educación impartida en la familia y por la familia, y no degradada por ideólogos desde un oscuro ministerio o por comunicadores sociales o publicitarios desde los nefandos medios masivos de desinformación. Creo en el buen libro. Creo en la música y en la cultura clásicas. Creo en lo bueno, creo en lo bello, creo en lo verdadero. Creo en un arte que hunda sus raíces en lo más profundo del alma y que se exprese sin explicitar moralinas, pero implicando una moral con la contundencia de la sugestión. Creo en la ciencia, controlada por la conciencia. Creo en los maestros cristianamente preparados. Creo en la fuerza física educada por el deporte y por toda actividad lúdica que ayude a canalizar hacia el bien la violencia innata del ser humano.

B) Vuelta del servicio militar obligatorio, con una mirada social y productiva. Adquisición de material bélico novísimo. Libre portación de armas para los ciudadanos probos y responsables. Organización de sistemas de alertas y defensa mutua de vecinos. Creación de tropas civiles de defensa ad intra. Represión y expulsión de elementos ilegales, sean cuales fuesen sus móviles ―ideológicos o de enriquecimiento―. Mano firme y legalmente rápida y contundente contra el crimen en todo su espectro, sin exceptuar de su aplicación a los menores delincuentes. Fomento y estímulo, mediante subsidios efectivos, de la familia numerosa. Reubicación de los habitantes de las villas en las fronteras de la patria, y educación de los mismos en el bien común (religión, oficios, seguridad, salud): debemos poblar el país en número, y repoblarlo en su esencia. Creo en la legítima defensa, en el concepto de guerra justa. Creo en la salvaguarda de nuestras fronteras domésticas y nacionales frente al atropello de los corruptos de adentro y de afuera. Creo en la fuerza dirigida a aniquilar al mal. Creo en la paz, pero no en el pacifismo.

C) Derogación inmediata de toda ley que fomente el aborto, la promiscuidad y la destrucción de la familia y el sentimiento religioso de nuestro pueblo. Redireccionamiento del dinero de los choriplanes ―con la gente trabajando dejarán de ser la excusa que son― a la creación de centros de salud y atención pública. Asistencia a los indigentes y desvalidos, en bien de su salud y su reincorporación como elementos productivos de la sociedad. Control efectivo y consensuado que impida a las prepagas a hacer su agosto a expensas de la salud de la población.

D) Eliminación de la banca usuraria, la bicicleta financiera, el parasitismo estatal y su consecuente lanzamiento de manteca al techo. Facilitación de la actividad productiva de la industria y del campo: basta de trabas a las exportaciones, con su contrapartida de acomodos para la importación de elementos que podrían ser perfectamente producidos por cualquier pequeña o mediana empresa del país. Fortalecimiento de las sociedades y los cuerpos intermedios. Aplicación del principio de subsidiariedad alentado por la Doctrina Social de la Iglesia, en todos los ámbitos y desde luego siguiendo los principios del orden natural. Creo en la propiedad privada, entendida como aquellos bienes que uno forjó o heredó, bienes particulares que tiendan al bien común y no, simplemente, a engrosar la panza de los propietarios. Creo en el espíritu de conservación, entendido como la adhesión a principios eternos, legados por la humanidad desde la noche de los tiempos y perfeccionados por esa misma humanidad con el correr de los siglos. Creo en el crecimiento lento como proceso opuesto al progresismo, que adora el cambio y la novedad por la novedad misma, y que con sus políticas antieconómicas y aculturales nos está regresando a la época de las cavernas. Creo en el espíritu de competencia, que impide que se estanquen los talentos: basta de denigrantes “cupos”, que únicamente consiguen instalar y profundizar la rivalidad entre hombres y mujeres. Creo en la igualdad de oportunidades, pero vigilada para que los peces gordos no engorden más de la cuenta.

¿Cómo ves las posibilidades electorales del Frente Patriota?

Mucho mejores que las del 2019, y me baso en datos estadísticos. Gracias al esfuerzo de nuestro líder y de nuestros dirigentes y de sus brillantes equipos, y de la difusión de las ideas patrióticas por RadioTV AN24, emisora de la que soy Jefe de Programación, el Frente está muy presente y muy activo en más de un centenar de distritos habitados por gente que busca el resurgir de esta patria argentina, cautiva y desarmada ideológica y materialmente. Y cuando los medios comprendan que ya se les hace imposible pretender ignorarnos, será otro cantar. Sólo debemos quebrar la maldición del electorado argentino, que siempre ha optado por el menos malo de los candidatos, y que pocas veces vota por auténtica convicción. Señores, sépanlo sin la más mínima duda: nuestro movimiento nacionalista es el más noble de los emprendimientos posibles, porque hunde sus raíces en el bien de la patria entera.

 

¿Deseás hacer algún otro comentario?

Con este párrafo me gustaría poder contagiarle al lector mi fe en la patria, con todo lo que esa palabra evoca: amor al territorio, a sus fundadores, a sus tradiciones, a sus leyes, a sus santos y a sus héroes, a los hermanos que habitan en ella. Creo que el bien espiritual y material de todos depende de cuánto amemos a la patria y de cuánto estemos dispuestos a jugarnos por ella. Creo en los que tienen la mirada limpia, la mente libre y el corazón puro. Creo en la auténtica libertad, que es la libertad destinada a hacer el bien. Creo en la moral como criterio básico de la conducta, que nos dicta cómo hacer del mundo un lugar más habitable. Creo en la recta conciencia, que nos libra de robarnos y matarnos unos a otros. Creo en una prensa y en unas redes sociales que no envenenen de mentiras y falacias las mentes del pueblo. Creo en una república patriótica, social y orgánica, no en un mamarracho partidocrático. Creo en un gobierno que excluya a los mafiosos, a los pornógrafos, a los traidores, a los narcotraficantes y a los cómplices del Nuevo Orden Mundial. En consonancia con todo lo anterior, querido Walter, me gustaría darte las gracias desde mi alma nacionalista por la difusión de las propuestas que acabo de describir. También quiero agradecerles a mi querido amigo y camarada Alejandro Biondini y a su ejemplar hijo, Alejandro César, por su constante apoyatura y por confiar en mí al punto de plantear mi candidatura como diputado nacional. Y asimismo les agradezco a todos mis correligionarios, dirigentes, seguidores y audiencia, por la posibilidad que me dan de luchar, cotidianamente, codo a codo y en la misma trinchera celeste y blanca, por el inexorable renacer de la patria. Y destaco en el final a mi amada esposa, Nomi, por bancarme en todas y estar siempre al pie del cañón. Sin ella y sin la ayuda de Dios, nada es posible.

 

 

https://es.wikipedia.org/wiki/Marcelo_di_Marco

https://es.metapedia.org/wiki/Marcelo_di_Marco

Deja un comentario