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¡Llegaron los pódcast!

Por Francis García Reyes *

 

En este mundo repleto de plataformas que exigen más y más atención de las personas, se ha alzado poco a poco un nuevo formato. Un formato que es más propio de la era digital y de la ajetreada vida del hombre del siglo XXI, pese a fundamentarse en los principios de uno de los primeros medios de comunicación masivos del siglo XX, como lo fue la radio. Estamos hablando del pódcast.

No es correcta la idea de que antaño el hombre común disponía de menos tiempo libre. Ese preconcepto de que las labores del campo en las zonas rurales, o los mercados y fábricas, en el caso de las zonas urbanas, les dejaban a nuestros bisabuelos y ancestros apenas tiempo para dormir y asistir a los oficios religiosos es más bien un intento de consolarnos de nuestras estresantes vidas. Lo cierto es que actualmente nos encontramos mucho más limitados en nuestro tiempo libre. Esto es bien conocido por las empresas tecnológicas, y sobre todo bien conocido por las empresas de desarrollo de redes sociales. Estas empresas saben que el futuro pasa por ajustarse más y más, ya no sólo a los individualizados gustos de las personas del siglo XXI, sino también al tiempo de que disponemos y a nuestra acotada capacidad de atención en determinados momentos. Y aquí es precisamente donde más se diferencia el formato pódcast de su antecesor, la radio: en que los pódcast se ajustan a la movilidad, al tiempo disponible, a la atención que cada uno puede dedicar en un determinado momento, y, sobre todo, se ajustan al gusto personal, por su variadísima oferta de contenido.

 

¿Qué quiere decir exactamente la palabra “pódcast”?

El término pódcast fue acuñado en 2004 por Ben Hammsley, un periodista del diario The Guardian. Es un acrónimo que se deriva de la unión de dos palabras: por un lado, del nombre del lector portátil de formatos MP3 de la empresa Apple, el iPod; por otro, del término broadcast, que se podría traducir desde el inglés como “difusión”. Si quisiéramos, podríamos encontrar en español una alternativa a esta expresión. Algo así como “difusión portátil”. Sin embargo, esta traducción, aunque quizás más aclaratoria, nos haría perder la agilidad inherente al vocablo anglosajón, así que resulta muy difícil creer que hoy día se podría imponer por sobre la palabra original. De hecho, la RAE incorporó enseguida el anglicismo, porque no tiene en español un equivalente tan eficaz, dándole una grafía más adecuada con la tilde, y estableciendo que esta palabra hace el plural de modo similar a “test” (ver RAE y la recomendaciones de Fundéu).

¿Y cómo escuchar un pódcast?

Sólo se necesita un smartphone, un par de audífonos y descargar el contenido que a uno le interesa, para disfrutar en las horas muertas en los trayectos de la casa al trabajo y del trabajo a la casa, o durante un trabajo monótono que apenas exige alguna función mental automatizada, o mientras se hace ejercicio, etcétera. ¿Y si, por alguna razón hay que interrumpir esta ensoñación auditiva? Pues tan sencillo como darle pausa y seguir más tarde. Y si hace falta, se puede escuchar de nuevo el último fragmento para refrescar el ensueño. Y también se puede escuchar de nuevo el pódcast entero, incluso se puede volver a escuchar toda una serie de pódcast.

Si bien es cierto que hoy día muchas radios ya permiten la posibilidad de descargar los audios de los programas después de ser emitidos en directo, lo verdaderamente definitorio de los pódcast es la libertad que otorgan a los creadores a la hora de adaptar la duración y la estructura de los programas según convenga al tema, al público y / o la personalidad del mismo creador.

Como ya se dijo, aunque la radio y el pódcast comparten principios, lo cierto es que este último es un formato plenamente característico de esta época.

 

¿Por qué un pódcast del TCyC?

Durante un decenio, el canal de YouTube del Taller de Corte y Corrección ha ejercido una invaluable labor didáctica en lo referente al arte de la literatura. Una labor que ha dejado una imborrable y profunda huella en infinidad de escritores —entre ellos, el autor de este artículo—, que han pulido y perfeccionado sus herramientas de trabajo gracias a los consejos y ejemplos de Marcelo di Marco en sus programas.

En sus videos semanales, Marcelo emplea una metodología cimentada en la lectura en voz alta —a veces, de clásicos de la literatura; otras veces, de textos propios o de los escritores que trabajan en su taller—, a la que añade explicaciones y aclaraciones pertinentes. En algunos casos, los aportes visuales no resultan indispensables, pues dichas lecciones se parecen más a diálogos mayéuticos, a una especie de apelación al discípulo, que le permite ir descubriendo los secretos de la gran literatura. Por lo tanto, se podría decir que los videos del TCyC son altamente adaptables al formato pódcast.

Desde hace unas semanas, los audios del TCyC se han ido subiendo en Ivoox y Spotify, dos de las mayores plataformas de pódcast de la actualidad. Para usar las plataformas no hace falta ningún conocimiento especial, porque su utilización resulta muy intuitiva: nos suscribimos —las notificaciones se activan por defecto—, descargamos los audios para no tener que depender de ninguna conexión de internet, y los escuchamos cuando nos apetezca.

Con esto, si cabe, el aprendizaje del arte de la literatura será aún más accesible para aquellos que buscan perfeccionar su escritura.

 

 

 

* Francis García Reyes nació en Santo Domingo, República Dominicana, en 1989. Viajero, marcialista, estudiante de lenguas, aficionado al cine, a la historia y a las escaladas, pero por sobre todo, amante de la literatura.

Ha trabajado en el blog Erasmusu como traductor de alemán.

Actualmente perfecciona sus habilidades como escritor y corrige su primera novela en varios grupos del Taller de Corte y Corrección. También administra el pódcast del TCyC en Ivoox  y Spotify).

Para más datos sobre Francis: https://tcyc.com.ar/equipo-del-taller/

 

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