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En al ADN del género

Jugar duro, Elmore Leonard


 

 

 

 

Me hice fanático de Elmore Leonard hace ya tiempo. La insondable Internet aún conserva aquí un artículo que escribí hace muchos años, y que así lo atestigua (¡gracias, elaleph.com!). Lamentablemente, Leonard es un autor difícil de encontrar en español. Algún librero de otras latitudes podrá ampliar este punto y tal vez desmentirlo, pero un recorrido por las librerías de Buenos Aires me terminará dando la razón de manera rotunda: no hay libros de Leonard.
Por ese motivo, y enfocado como estoy —a veces demasiado enfocado— en las novedades, hacía rato que no leía una novela del gran Elmore. Pero claro, siempre existen las librerías de saldos y usados en las que encontrar un viejo ejemplar de la colección Crimen & Cía, de Versal como este que conseguí de Jugar duro. Lo tuve en mi pila de pendientes durante unos meses, hasta que le tocó el turno. Me intrigaba un poco el impacto que podría producirme volver luego de tan larga abstinencia.
El efecto no pudo ser mejor.
Vamos primero a la historia. Ernest “Stick” Stickley salió hace poco de la cárcel. Es un tipo curtido, pero no tiene intenciones de volver al ruedo, más bien planea buscarse un trabajo tranquilo, volver a ver a su hija, en fin: encaminarse. Se encuentra en Miami con su amigo Rainy que le pide que lo acompañe a hacer un trabajo encargado por un tal Chucky. Hay que entregar un maletín y te pagan 5000 dólares. Necesitado de “llevarse algo a la boca”, ¿cómo rechazar semejante oferta? Por supuesto, la entrega es una trampa, se va todo al diablo y hay un asesinato. Stick se escapa pero, como testigo, se convierte en un hombre buscado. Claro que, como buen personaje de Leonard, el tipo quiere que le paguen los 5000 verdes y decide volver a reclamarlos. En el camino termina trabajando como chofer para el millonario Barry, gurú de Wall Street —a no olvidarlo: estamos en los tempranos años ochenta— y amigo de Chucky. De modo que Stick está trabajando para el amigo del tipo cuyos matones lo buscan para matarlo: ¡pure Leonard! Como chofer intima con la atractiva Kyle, verdadero cerebro detrás de la fortuna de Barry. También conoce a Cornell Lewis, el mayordomo negro que es amante de la voluptuosa mujer de Barry, a quien llama “amo”. Más tarde aparece un ridículo productor cinematográfico —otro tópico habitual de Leonard: el cine—, y a través de él, Stick encuentra la forma de cobrarse los u$s 5000 y algo más…
Leonard tiene ese inmenso talento de hacer que quieras a sus personajes casi inmediatamente. Y que les creas cualquier cosa. Por ejemplo, ¿cómo es

posible que un perdedor duro y violento como Stick sea tan inteligente y sensible, con tanto sentido del humor, tan seductor con las chicas, habiendo sido, poco tiempo atrás, un delincuente convicto de oscuro pasado? ¿Se volvió cool de repente? Bueno, a nadie le importa, la verdad. Lo único que uno quiere es ver cómo se comportan este y otros personajes por el estilo en las escenas que, saliendo de la pluma de cualquier otro autor, resultarían artificiales, pretenciosas, exageradas. Ejemplo: casi al final del libro, Stick, muy violentamente, desarma a un matón y lo obliga a que lo conduzca frente a su jefe, alguien que se supone que quiere matarlo. No sólo acaban tomando algo de forma amigable, las armas descansando sobre la mesa, sino que Stick termina asesorándolo en cuestiones de bolsa…¡hablando de acciones de McDonald’s!

Jugar duro es una novela del año 83. Casi 30 años. Toda una vida. Sin embargo, es una novela actual. Aún cuando, hablando de empresas y acciones, alguien dice “Veo que la alta tecnología va a estar presente en mi futuro. Ordenadores. Parece ser que ahí es donde reside la clave.”, aún con ese tipo de “anclajes” a una época, la novela es una novela moderna. Desde mi humilde parecer, arriesgo una simple explicación: la forma de escribir de Leonard se introdujo en el ADN de muchos de los escritores de novela negra que leemos hoy en día, y en el de varios de los guionistas y directores de cine que han explotado de los 90′ para acá. Esto incluye, desde luego, a Tarantino y a los Coen. Claro que muy pocos se acercan a su altura.
Insisto en que ningún amante del género debería dejar pasar la primera oportunidad de meterse en cualquier novela de este autor enorme. Más aún, me permito sugerirlo también para muchos de los nuevos escritores: ¡hay tanto para aprender de Elmore Leonard!

Y si les gustó esta reseña, queridos lectores, no dejen entonces de visitar mi blog dedicado al policial La forma en que algunos mueren. Hasta pronto.

 

 

One Comment

  1. Ari
    Los que nos damos una vuelta de vez en cuando por tu blog «La forma en que algunos mueren» no nos sorprendemos de tu precisa descripción de las novelas policiales.
    Así que, como siempre, fue un gusto leerte. Fue un gusto leer esta nota.
    ¡Y no sabés las ganas que tengo de agarrar «Jugar duro» y meterme de cabeza en sus páginas!
    ¡Muchas gracias!
    Un beso
    Clau

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