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Regreso

por Miguel Ángel Fariña*

 

Marcial se movía inquieto en el sillón. Se levantó a mitad de la conversación  y dejó que la pesada hablara sola. Sintonizó la radio para ver si conseguía que Nora se dejara de joder con sus “historias del recuerdo”, pero ella ni se enteró. Él desvió la mirada hacia la ventana y buscó tomar un descanso de esa inaguantable voz que le martillaba la cabeza. Deseó huir, aun del barrio, desértico y silencioso, en mitad de la noche fría; no importaba. Recibían más atención de su parte los pequeños insectos alrededor de la pálida luz del frente, que los ridículos cuentos que ella se esmeraba en recordar.
—Decían que la mujer había muerto de alguna forma extraña —contaba Nora, embelesada hacía ya un buen rato en relatos tétricos—, y que fue enterrada ahí, en el descampado.
—Si pasó hace tanto, ya no debe ser tan descampado —dijo Marcial, que jamás había oído la historia.
—Ahora lo atraviesa la ruta.
Nora se sentó muy derecha en el sillón, sonrió y se concentró en explicarlo bien, ayudándose con gestos; pero él siguió con la vista hacia afuera.
—Ah. ¿Y cómo es que conocés tan bien el lugar?
—La gente visita la tumba para rezar y pedir deseos de todo tipo —a Nora los ojos le brillaron—. Yo fui varias veces. ¡Se volvió una santa!
Marcial veía eso como algo completamente absurdo, aun más que lo anterior. ¡Era el colmo de estúpida e infantil! Había estado meses urdiendo la manera de decirle que ya no continuarían la relación. Que la pateaba.
—La “nueva” Difunta Correa. ¿Es eso? —dijo, y soltó una risa.
Nora hizo una mueca con la boca y arrugó la frente.

Marcial aceptó enseguida cuando ella le propuso ir hasta el sepulcro. Estaba loco por sacudirse el fastidio de encima. Agarró la campera que tenía más a mano, sacó la linterna del depósito y la guardó en el bolsillo. Se puso unas botas de goma y salieron de la casa. Nora se aferró a su brazo, y así incómodos, caminaron por el costado de la calle, bien entrada la madrugada. Observó el cielo abierto y sin nubes, donde la luna refulgía, y comprobó que, a pesar de la oscuridad, la luz proyectaba las sombras de los postes y los árboles lindantes al camino. A esa hora, una fina capa de bruma ya cubría los pastizales. Llevaba los hombros encogidos y rígidos por la helada. Cada tanto, oía a lo lejos un ronroneo de motor, que crecía en intensidad hasta convertirse en un estruendo y un destello que les pasaba por al lado. Movía la linterna de borde a borde de la ruta, señalando el recorrido con un círculo difuso, que dejaba al descubierto los rincones más oscuros. De repente, un sonido entre el matorral lo sobresaltó y se detuvieron. Marcial sintió que Nora le dio un tirón del brazo. Alumbró hacia la maleza: un perro, escuálido y gris, avanzó cauteloso desde el fondo. Los ojos le chispearon al ser encandilados. Marcial inspiró profundamente. Siguieron un trecho más, acompañados sólo por el murmullo de sus botas sobre el asfalto húmedo. Desde el interior de los campos, en las casas, se levantaba un suave olor a leña encendida.
Nora se soltó del brazo de Marcial y corrió hasta detenerse más adelante, en una zona escarpada. Una pequeña casilla de ladrillos maltrechos y una cruz oxidada marcaban el sitio.
Se frotó las manos y miró a Marcial, que hizo un gesto antipático.
—Es en serio —dijo—. Quiero pedir un deseo para los dos.
Marcial resopló.
—Esto es una pavada, Nora. ¿Qué deseo te va a cumplir? Habrá sido una insoportable, o una loca… ¡o las dos cosas! —largó una sincera carcajada, como si encontrara un buen chiste—. ¡La habrán matado por loca e insoportable!
—No hables así, respetá —Nora lo miró muy seria. Apoyó una rodilla en el suelo, y así quedó al nivel de la casilla. Y dijo—: Deseo que Marcial y yo estemos juntos para siempre—. Tocó la garita con los dedos y luego se los besó.
Marcial, harto, se mordía los labios hasta que no aguantó más:
—¡Me voy! Rezarle a una loca no es mi idea de pasar bien una noche.
Retomó la ruta por la que habían venido y dejó atrás a Nora, en plena oscuridad.
En un atardecer rojizo, Marcial deambulaba con bronca, arrastraba un terrible palpitar en la cabeza; aquel había sido un mes para el olvido. Su jefe, un idiota, lo tenía de punto, muy decidido a complicarle la existencia. Las primeras semanas lo persiguió con boludeces y le recortó la hora del almuerzo. Se puso aún más insufrible cuando le increpó sobre asuntos de los que Marcial nada sabía. Eso, más un par de jugadas sucias, le pusieron el broche.
Una estridente distorsión de guitarra sonó repetidas veces en el celular antes que se decida a atender. Notó un vago sentimiento en la voz de Nora, que no pudo definir, pero que no le gustó.
Hola, tenemos que hablar, es importante. Voy para tu casa esta noche.
“Sólo pueden ser problemas”, fue lo primero que se le ocurrió a Marcial, ahora sería más difícil discutir sobre separarse.
Nora entró a la sala y se tiró en el sillón. Él, de mala gana, fue a la cocina a buscar algo para tomar. Regresó con dos vasos y una jarra de grueso vidrio llena de agua. Le sirvió un vaso y ella lo bebió de un saque. Al fin habló:
—Estoy embarazada. De un mes.
Sonrió y se levantó de un salto. Se inclinó hacia Marcial con los brazos abiertos. Él la detuvo y la sentó de vuelta en el sillón. El corazón se le aceleró, y una fuerte presión le oprimió el pecho.
—Vos… —la voz le salió entrecortada— ¿Estás muy segura de esto?
—¡Claro! Los análisis dieron bien. No quise que lo supieras antes porque era una sorpresa. ¿Estás contento?
Marcial sintió que un peso gigantesco lo aplastaba. Nora aún sonreía. La miró fijo. En ese momento, todo estuvo claro: era una trampa para retenerlo. De alguna manera supo que él quería abandonarla. Le resultó obvio que su actuación de aquella noche, frente a la tumba de la loca, fue parte de su farsa. El tiempo transcurrido coincidía con el embarazo. Apretó los puños. La mandíbula se le endureció.
—¿Y, mi vida? Decime algo… ¿Qué pensás?
Sin más, Marcial agarró la jarra y se la estrelló en la cabeza. El golpe, en el que puso toda su fuerza, fue exacto. Nora, con los ojos todavía abiertos, se desplomó sobre su costado. La arrastró hasta el baño, y con un movimiento calculado la tiró de manera que la cabeza golpeó contra el bidé. Metió la jarra en la heladera, antes de llamar al servicio de emergencias.
Dos policías custodiaban el portón del calabozo por donde Marcial salía, andrajoso, culpa de los meses de reclusión. Levantó la vista, y uno de ellos lo espoleó:
—Siga siga pué ¡ish!.
Saludó muy manso, no quería hacerse enemigos en la calle. Afuera, dentro de un Ford gris, lo esperaba Tomás, el más paternal de sus hermanos. Cuando se encontró con él en la cabina, lloró mientras lo abrazaba.
De vuelta en su casa, Marcial suspiró con fuerza, se dejó caer en el sillón y se cubrió la cara con las manos. Tomás se acercó y le habló en tono comprensivo.
—Bueno, che —dijo muy tranquilo, palmeándolo en un hombro—: Quedate piola, que a partir de ahora va a estar todo bien.
—No te preocupes, me siento mejor. Gracias por haber ido a buscarme.
—No pasa nada. Voy a volver, y vamos a hablar vos y yo.
Tomás sonrió y se despidió.

Marcial pasó los días siguientes durmiendo o vagando por la casa en penumbras, sin ánimos de ver la tele, como le gustaba hacer.
Una noche, puso la mesa y preparó una cena austera, junto con un vaso con agua. Comió rodeado de un intenso silencio. Un crepitar de ramas y goznes desengrasados, lo sacó de su somnolencia. Confundido, poco a poco se despabiló y advirtió que el ruido provenía de afuera. Caminó por el pasillo hacia el frente de la vivienda. De inmediato pensó en Tomás, pero justo antes de girar el picaporte lo sobresaltó un agudo chillido, seguido de un largo sollozo que se apagaba.
Abrió la puerta.
Una silueta se acercó por la oscura galería, como si saliera desde el fondo de un túnel, hasta revelarse bajo el resplandor de la bombilla. Nora, mugrienta y raída, con los ojos lechosos, sostenía en brazos un pequeño envoltorio.
Para Marcial, en ese momento, todo estuvo claro: ya no volvería a separarse de ella, nunca.

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Escena de Kaidan Chibusa Enoki, por Ito Seiu

 

 

miguel angel*Miguel Ángel nació en 1979, en Clorinda, Provincia de Formosa, donde actualmente reside y escribe. Estudió Diseño Gráfico en la Universidad Católica de Asunción, Paraguay. Es miembro del Taller de Corte y Corrección Virtual desde el año 2009. Este es su primer cuento publicado.

 

 

CUADRO de HONOR del Taller de Corte y Corrección

Anoche brindamos por los quince primeros años de vida de Taller de corte & corrección.

También brindamos por todos los logros de esta maravillosa escudería.

Aquí va la lista completa de los autores, con sus respectivos premios:

Cristian Acevedo: Con su relato “Fortaleza Alemana” ha sido seleccionado finalista en El Premio Itau de Cuento Digital. Dicha convocatoria, organizada en conjunto con el Grupo Alejandría, contó con la presentación de más de 600 textos. Los doce cuentos ganadores formarán parte de una antología que estará disponible en el portal Itau Cultural Argentina: www.premioitau.com.ar<http://www.premioitau.com.ar/> <http://www.premioitau.com.ar/>

Andrea Albertano: con su cuento “A la vuelta de un instante” obtuvo el Segundo Premio del concurso de cuentos de la Fundación Victoria Ocampo, consistente en la publicación de una antología.

Nicolás Amelio-Ortiz, el más flamante abad de Carfax, estrenó en Chascomús su primer largometraje, titulado El bosque de los sometidos.

Gabriela Baade: ha sido elegida como una de las Finalistas del “Primer Concurso de Cuentos Falsaria y Ediciones Osiris”, con el cuento “Facetas”.

Nilda Barba: participó en una lectura de poemas en el prestigioso SALÓN DORADO MISPOETASCONTEMPORÁNEOS.

Lorena Basar: publicó su poema «¿Cómo se cierra una herida semejante?” en el periódico Sardarabad.

Agustín Campos: Su primera novela, Ventana Esquizo, apareció comentada en la revista Siamesa, de la facultad de sociología. También hubo reseñas en el Arca digital, diario La razón, revista Nueva, Diorama, etc.

Juan José Capria – Taller virtual desde Tres Isletas, pcia. del Chaco: Con su poema “Sucederá esta noche”, obtuvo el Primer Premio en el concurso organizado por CENTRO DE ESCRITORES ING. CESAR CIPOLLETTI, Cipolletti, Provincia de Río Negro, CERTAMEN LITERARIO PROVINCIAL 2012 “27 ANIVERSARIO” del Centro de Escritores. Juan José también ganó el segundo premio en el “Concurso 75 Aniversario de la ciudad de Tres Isletas”, provincia del Chaco, con el poema “Los años de mi pueblo”. Se le entregó una medalla y la suma de $ 200-. También fue finalista en el concurso JUNÍNPAÍS 2012 con el cuento “Fantasma por cuento”, por el que se le entregó una MENCIÓN DE HONOR. Y, además, con su poema “No faltan palabras” se le otorgó otra mención en el “Concurso Literario de la Universidad Nacional de Nordeste para las Letras 2012 en Poesía y Cuento Corto”, para autores de las cuatro provincias del NEA: Chaco, Corrientes, Formosa y Misiones. Dicha universidad publicará las obras ganadoras para distribuirlas en las escuelas secundarias y en las sedes de la casa de estudios por todo el NEA.

Jorge David Castro: publicó su cuento “Después de un sueño intranquilo” en la revista Tigris, febrero de 2012.

Antonieta Castro Madero: su cuento «Malvones» salió finalista en el 5to concurso de cuentos Cuéntate Algo de Biblioteca Viva, Chile. Su relato «Los almuerzos» fue elegido para integrar la antología Nuestros Abuelos surgida del Concurso literario Club Abuelos de Buenos Aires. Editorial Lulu. Su relato «La Niña» fue seleccionado para integrar la antología surgida del concurso de cuentos organizado por XXXII Concurso Internacional de poesía y narrativa 2012 Palabras sin fronteras. La selección implica la continuación en el concurso por el I, II y III premio.

Luis Cattenazzi: Con su libro de cuentos A ciencia incierta obtuvo el Primer Premio del Fondo Nacional de las Artes (Año 2011), el jurado lo integraron: Samanta Schweblin, Romina Doval, Juan Sabia. El libro fue editado por Interzona Editora. Su nota «Saint Exupéry y un lindo día para volar» fue publicada en el suplemento cultural de diario Perfil.

Sebastián Caullier: estrenó en los principales cines de Buenos Aires su primer largometraje, titulado La inocencia de la araña.

Claudia Cortalezzi: Participó en las Primeras Jornadas Internacionales de Ciencia Ficción en la UBA. Escribió el artículo “Arañas en la literatura” para el diario digital FIN. Lucas Lanteri le hizo una entrevista para la revista UFA. La revista Próxima publicó su cuento «Ocho minutos». El suplemento Cultura del diario Perfil le publicó 7 biografías, en la sección Vidas Breves. Sus cuentos «El aire es libre» y «Ada» aparecieron en la revista el Atrapalabras nº 2. Oscar Piolini —alumno de su taller literario—, publicó el libro de cuentos Abriendo puertas, con editorial Andrómeda.

Daniel De Leo: obtuvo el Tercer Premio del Fondo Nacional de las Artes (Año 2011), el jurado lo integraron: Samanta Schweblin, Romina Doval, Juan Sabia.

Pablo Di Marco: con su novela Tríptico del desamparo se ganó el Primer Premio (U$S 20.000.) en la XIII Bienal Nacional e Internacional de Novela “José Eustasio Rivera”, de Colombia.

Ricardo Giorno: publicó “Una mina en Urano” en el blog Breves no tan breves. <http://www.brevesnotanbreves.blogspot.com.ar/2012/05/una-mina-en-urano-ricardo-giorno.html>

Iván Guede Santos: con su cuento «Aquella Delia» obtuvo una mención del jurado en el concurso literario de Metrovías. Publicó su cuento “Una mirada para olvidar a Mariel” en la revista Tigris, febrero de 2012. Y con el cuento “Leche amarga” ganó el Primer Premio en el concurso nacional UPCN)

Pablo Giordano: publicó su libro de cuentos Los muertos, en El Mensú Ediciones.

María Rosa Giovanazzi: en la V Muestra de Relato de Terror, Fantasía y Ciencia Ficción del Cryptshow Festival ganó en primer premio en la categoría Terror, con su cuento “El otro”. Este año han participado unos 90 autores de Cataluña, España y Sudamérica.

Raquel Grandoli: Con su relato «Las calandrias», obtuvo el Primer Premio en el Concurso de Cuentos del año 2012 organizado por el Colegio Público de Abogados de Capital Federal. Ganó un diploma y la suma de $ 5.000″.

Fabián Kon: primer premio a mi relato «Un sabor delicioso», obtenido en el certamen organizado por la Universidad de Huelva. Ganó el Primer Premio del concurso de cuentos de la Fundación Victoria Ocampo, y fue reconocido con la publicación de su primer libro de relatos: Emboscada.

Adrián Lorea: Con su relato “Dhalia”, obtuvo una Mención en el certamen literario «Palabras escritas – Palabras dichas», organizado por ediciones El Escriba. El jurado fue presidido por Vicente Battista, quien incluyó este cuento en una antología publicada por esa editorial. Publicó en AXXÓN el cuento “El fumigador”.

María Manetti: obtuvo el primer premio en poesía con «un gemido de espumas» en el CERTAMEN LITERARIO NACIONAL DE LUZ Y FUERZA.

Nolberto Malacalza: En el certamen internacional La Pluma de Plata (Pehuajó) obtuvo el primer premio en poesía con “Contraluces” y la primera mención en microrrelato con “Ya será el tiempo”. En un certamen de micropoemas, organizado también en Pehuajó, ganó el primer premio con “Iniciación”. En el certamen internacional de la Fundación Victoria Ocampo obtuvo el segundo premio con su libro de cuentos Los perros salvajes. En los Juegos Provinciales (Bs. As.) ganó la etapa municipal en cuento y poesía; optó por cuento, ganó las dos eliminatorias regionales con “Viaje hacia el lugar” y pasó a la final a realizarse en Mar del Plata (27 a 29 de noviembre). El 28 de octubre recibió el premio anual El León, otorgado por el Club de Leones de San Nicolás a la institución o persona que haya hecho trascender el nombre de San Nicolás fuera de sus fronteras. En este caso se otorgó por trayectoria literaria, por decisión unánime. Estuvieron presentes el Sr. Intendente de San Nicolás y la Sra. Gobernadora del Distrito O5 con parte de su gabinete. Para el día 30 de noviembre tiene programada la presentación en San Nicolás de su libro de cuentos Rompecabezas, con estudio literario de la profesora en Letras Valeria Naya (UNLP) y contratapa de Marcelo di Marco. Proyecta presentar la obra en la Plata. Participó en numerosos eventos literarios, inclusive en el Festival Internacional de la Poesía, organizado por la Asociación de Escritores Nicoleños (AEN). En la etapa final de los Juegos Buenos Aires 2012 ha obtenido medalla de plata en narrativa por su relato “Viaje hacia el lugar”.

Claudio Miranda: con el relato “Después de una larga y provechosa vida” ganó el 2° premio del prestigioso concurso de cuentos de la Fundación Victoria Ocampo.

Pablo Moar: Ganó el 1er Premio en el Concurso de Literatura del Consejo Profesional de Ciencias Económicas con el cuento «El enésimo gorila». La Federación de Asociaciones Gallegas de la República Argentina le otorgó Mención Especial en el II Certamen Literario de Narrativa Breve, por su relato “Os contos do monte”.

Jorge Nieva: Con su trabajo «Don Justo», obtuvo el 2° Premio en el VIII Concurso Internacional de Cuento Ecológico «Ciudad de Pupiales», de la provincia de Nariño, Colombia, organizado por la Fundación Gabriel García Márquez, haciéndose acreedor a medalla, diploma, y la suma de 4.000.000 de pesos colombianos. También obtuvo Mención Especial en Cuento en el Concurso Literario «La Pluma de Plata 2012», organizado por el Círculo Pehuajense de Escritores y Lectores, con su cuento «Dos veces muerto».

Beatriz Olleta: publicó su cuento “Antes de arruinar la fiesta” en la revista Tigris, febrero de 2012.

Matías Orta: 1-Su cuento “9:14:32” fue publicado en Axxón. 2-Continuó colaborando en la revista La Cosa. 3-Siguió muy activo en el sitio web A Sala Llena, dedicado al cine, y en el programa El fin del finde, por Nacional Rock. 4-Desde enero forma parte del programa Aire y acción, por FM Mundo Sur, donde, además de hablar sobre cine y hacer entrevistas, es co-conductor. 5-Su cuento “Matar a Silverman” fue publicado en Cuentos de la Abadía de Carfax 3. 6-Regresó al festival de cortometrajes Uncipar, con sede en Villa Gesell. Allí, en 2005, su corto Michifus fue proyectado tres veces a pedido del público. En 2012, respondiendo al pedido de todos los años, volvió con el corto. Esta vez fue proyectado cinco veces (hasta en el viaje de vuelta) y pudo ser descubierto por nuevos fanáticos. 7-También en la nueva edición de Uncipar proyectaron su corto Familia, que recibió numerosos elogios, hasta por parte del director Fernando Spiner. 8-Sigue publicando en el blog I Love Lucky – Relatos, donde el lector se encontrará con cuentos protagonizados por Lucky, un asesino serial con toda la onda. 9-Formó parte del jurado de críticos de cine en el FESTIVAL DE CINE LATINOAMERICANO DE LA PLATA (FESAALP), que se llevó a cabo de septiembre. 10-Michifus y Familia fueron proyectados en el FESAALP, con muy buenos comentarios. 11-Publicó Encerrados toda la noche: el cine de John Carpenter, su primer libro en solitario. Incluye prólogo de Israel Adrián Caetano y entrevista al mismísimo Carpenter. Fue presentado con éxito en el FESTIVAL DE CINE INUSUAL, en el BUENOS AIRES ROJO SANGRE y en el 27º FESTIVAL INTERNACIONAL DE CINE DE MAR DEL PLATA. Además, para promocionarlo, Matías dio y sigue dando numerosas entrevistas en radio, web y medios gráficos. 12-Fue invitado a ser co-anfitrión y entrevistador en el preestreno del rockumental La experiencia Barriga, en el marco del ciclo de cine de La Nave de los Sueños. Allí también pudo seguir exhibiendo y vendiendo ejemplares de Encerrados toda la noche: el cine de John Carpenter.

Gloria Oscares: 00/8/12 – Lectura de Poemas en La Imaginería-Homenaje a A. Castelpoggi de parte de sus ex-alumnas. 26/8/12 – Invitación por parte del CGP, área cultura, a leer poesía en La Casa de la Lectura. 15/9/12 – Invitación de María Julia Druille para leer en «La serendipia» (no es micrófono abierto). Nov/12 – Jurado en el concurso organizado por «Poetas del Encuentro» para residentes en el partido de San Martín. 7/12/12 – Invitada a leer poesía y narración poética por el 140º Aniversario del barrio de Liniers en la Corporación Sarmiento.

Analía Pinto: Con su poema «Las señoras» obtuvo una Recomendación del Jurado en el concurso de la Editorial Ruinas Circulares. Obtuvo el Segundo Premio en la categoría Poesía en las Olimpíadas 2012 de la Universidad Nacional de La Plata. Por primera vez participó del VIII Congreso Orbis Tertius de Teoría y Crítica Literaria en la UNLP, donde además de leer una ponencia sobre W. G. Sebald coordinó una de las mesas de lectura. Dos textos en prosa breves fueron publicados en El Juguete de Roberto (año 1, nº 2), publicación mensual de la Comisión de Estudiantes de Letras de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la UNLP.

Eduardo Poggi: Su relato “Extraña luna de miel” fue publicado en la tercer antología de La Abadía de Carfax. El grupo Heliconia publicó los cuentos “De los hechos nunca acontecidos”, “El editor amigo”, “Rareza”, “Ave caída” y “Un día de pesca inolvidable” en BNTB; ocho cuentos breves en Químicamente Impuro, y también quince textos cortos compartidos con otros integrantes del grupo. Asimismo, dos notas integraron la publicación del diario cultural informativo FIN.

Karina Sacerdote: Lectura 17 de abril – Ciclo Mispoetascontemporáneos – Casa de la cultura – Salón dorado Lectura 18 de mayo – Ciclo Poesía & Rock – Centro Cultural El Telégrafo – Partido de Echeverria Lectura 31 de Julio – Ciclo Mujer Poesía – Centro Cultural Recoleta

Mariláu Sánchez: publicó en revista Axxón los cuentos «Una batalla personal» y “Un Armani”. Publicó la entrevista “Victoria entre las sombras. Una novela católica para nuestro tiempo”, en revista Políticamente Incorrecto.

Miguel Sardegna: publicó su cuento “Europea Medieval” en la revista Tigris, febrero de 2012.

Carmen Solís: ganó el Primer Premio de Poesía, del Certamen «Federico García Lorca», de la Cátedra Libre de la Universidad de La Plata, con poemas del libro inédito Intemperie.

Eduardo Sopena: con el cuento “Neblina” ganó el Primer Premio en Cuento breve en el certamen del Centro de Artesanos de Chascomús.

Alejandro Tloupakis: ganó el tercer premio en el Primer concurso de cuentos solidarios Comunidad Amijai, con el cuento «La luz de las mandarinas» ($2000 y publicación). Finalista en el VI Concurso Internacional Ángel Ganivet (Helsinky), con el cuento «A esta altura de la vida» (entre 20 seleccionados de 1008 cuentos enviados). Premio: Diploma.

Ariel Urquiza: Su cuento «El éxtasis» fue publicado en el suplemento Cultura de la revista Perfil en enero de 2012. Su colección de cuentos «No hay risas en el cielo» obtuvo una mención de honor en el concurso literario Adolfo Bioy Casares organizado por la municipalidad de Las Flores. Con el cuento «Angaspalaube» obtuvo una mención en el premio Manuel Mujica Láinez organizado por la dirección de cultura de San Isidro. El cuento integrará una antología que se editará en el 2013. El cuento “Patagónico” resultó finalista del concurso Ángel Ganivet, organizado por la Asociación de Países Amigos con sede en Helsinki.

 

Queremos aprovechar para desearles una muy feliz y santa Navidad, y un excelente 2013, pleno de éxitos.

 

 

 

 

 

 

Será un placer reencontrarnos. Hasta el año que viene.
Staff de FIN

 

La ceguera de Montresor

por Sebastián Campanello*

 

¿No hay en nosotros una tendencia permanente, que enfrenta descaradamente al buen sentido, una tendencia a transgredir lo que constituye la Ley por el solo hecho de serlo?

Edgar Allan Poe,  «El gato negro»

 

 

De todos los sentidos, el que más le interesa a Poe es el de la vista. A través de ella el horror se instala en sus cuentos. Para que esto sea posible es necesaria cierta clase de temperamento, no basta con tener un par de ojos. Los personajes que compone Poe están dotados de una capacidad de percepción asombrosa, fuera de lo común, que les permite ver lo que se oculta bajo el velo de la cotidianeidad, apreciar la Belleza y el Horror, pero sobre todo esto último. Por otra parte, las impresiones que reciben del entorno estimulan una sensibilidad ya de por sí exacerbada, a la que a veces se intenta —sin éxito— embotar por medio del alcohol y del opio. Esta característica define la subjetividad de los personajes. No son en lo absoluto individuos corrientes, y tienen plena conciencia de su peculiaridad, rasgo que comparten con su creador.

Como en todo, hay sin embargo una excepción. En “El barril de amontillado” Montresor ha jurado vengarse de su amigo Fortunato, quien lo injurió gravemente. Planea con paciencia su crimen, del que debe salir impune y a la vez arreglárselas para que su víctima sepa quién lo está castigando, y por qué. La providencia se muestra favorable a los designios del protagonista y coloca a Fortunato a su merced. Mientras ejecuta su terrible venganza, Montresor no demuestra la menor animosidad, sino apenas una fría resolución. Tampoco parece horrorizado por lo que está haciendo; en todo caso, es el lector quien experimenta el horror en toda su magnitud. Al vengador nada lo conmueve: ni el escenario lúgubre en donde se desarrollan los hechos, ni el alcance de su propia maldad. Lo único que cuenta para él es limpiar su honor. Y de la manera más siniestra.

Y así Montresor avanza en la historia, imperturbable. Al comportarse de esta forma se distancia radicalmente de las otras criaturas de Poe: Montresor es ciego y por lo tanto inmune al horror que él mismo crea.

Hacia el final del relato, no obstante, la máscara de Montresor parece rajarse, al menos por un instante: me refiero a la escena en la que Montresor contesta los alaridos de Fortunato y los supera en potencia. Aquí es donde podemos ver el genio de Poe, quien, mediante un procedimiento elíptico, nos muestra una panorámica del abismo en donde se precipita el alma del protagonista.

 

*Sebastián Oscar Campanello tiene 39 años y escribe desde los 11. Actualmente cursa la carrera de Traductor en Inglés en el Lenguas Vivas.
Su primera experiencia fue reescribir la trama de una película de Roman Polansky, The Fearless Vampire Killers. Para él, ver este film fue como presenciar el descenso del hombre en la Luna.

 

El sentido de la amistad en Victoria entre las sombras (o de los secretos de un final abierto)

 

por Alba Fede*

 

Allí donde te comprenden está tu casa.
J. O´Donohue, Anam Cara

 ¿Para qué hacerme de un amigo? Para tener por quien pueda morir, para tener a quien seguir en el exilio, a quien defender de la muerte incluso al precio de mi vida.
Séneca, Carta a Lucilio (IX)

 Un amigo es alguien que conoce la canción de tu corazón y puede cantarla cuando a ti ya se te ha olvidado la letra.
J.R.Ribeyro, La tentación del fracaso

Si les roza la muerte disimulan
Que pa’ ellos la amistad es lo primero.
J.M.Serrat, “Las malas compañías”

 

Cuando decidí comenzar el año lectivo con VELS no imaginaba hasta qué punto mis alumnos de Mar del Plata quedarían literalmente “encantados” con la lectura. Más allá de la cercanía que la forma de hablar de sus protagonistas les ofrecía, los pibes se embarcaron desde el objeto “libro” en los rojos y negros de un thriller extraño y sangriento que los llevó de capítulo en capítulo, vertiginosamente, hasta el final. ¡Y para colmo, a través de oscuros bosques que les resultaban familiares! Identificados con Tomás, no tardaron en hacerlo su héroe. (Curioso: fue la relectura lo que me hizo amar la novela; en cambio, para ellos se trató de “amor a primera vista”). A decir verdad, ellos esperaban que sucediese algo distinto en el final, algo tan grande e impactante como la crueldad del Matrero. Pero nada de lo que esperaban sucedió.

En realidad, que la fuga de Tomás y Victoria Corelli se resolviera así, no parecía un final coherente con la adrenalina que habían generado no sólo la historia, sino más precisamente el relato de la historia. Ahora que me propongo escribir sobre la amistad en VELS empiezo a encontrar posibles respuestas a esta crítica.

Mi primera hipótesis es que, envuelta en la piel del género, la novela reclama ser leída sobre todo como un canto a la amistad.

Veámoslo: Tomás se nos aparece por primera vez siendo ya un íntimo amigo de Victoria, de otra forma no hubiera concebido la idea de fugarse con ella para siempre. Quiere huir del lugar odioso al que lo ha relegado su madrastra y escapar de las discusiones entre su papá y esa mujer grosera y malvada. Por su parte, a Victoria la agobia la consuetudinaria borrachera del padre, y se siente presa de saberse responsable de él. Se entienden bien, aun cuando es probable que no hayan conversado hace tantos veranos. Se conocieron gracias a la audacia de Victoria al arrebatarle el boomerang que él quería probar en la playa, y en ese primer encuentro se midieron como individuos, para seguramente descubrir de inmediato una afinidad y una comprensión mutuas, más allá de sus familias de origen. Tomás conoce a Victoria hasta en sus gestos. La admira: por sus ideas geniales, por su sentido de la supervivencia, porque escribe. Victoria es el lugar de la confianza, de la seguridad y la tranquilidad, precisamente porque comparte con él sus aventuras y lo banca en todo, y porque, con ella, todo siempre, es nuevo, nada es rutina. Victoria lo completa, le da sentido a su heroísmo, a su necesidad de defender y proteger. (“—¡Al infinito…/ —…y más allá!”). Tiene con ella secretos, e incluso comunicación telepática. Y entre todos los secretos, la fuga es el más grande. Además, por Victoria vale la pena hacer sacrificios.

A esta altura de mi razonamiento creo haber adquirido el derecho de arriesgar una segunda hipótesis: el canto a la amistad que VELS entona adopta un deliberado ropaje cristiano, que ostenta tanto en el nivel de superficie del texto como en el juego de símbolos que habilita. (Y aquí vayamos paso a paso…Apartemos las ramas si lo que buscamos es que el lector nos abra la puerta para  salir del bosque…)

El lector sabrá notar que, promediando, la novela deja de ser sólo lo que la tapa promete: “Dos amigos y una fuga…”, para pasar a ser una misión de rescate…O más bien —permítaseme— una misión de salvación.

Para no dejar de emular a Fray Luis de León y a todos sus covers, “decíamos ayer” en este sentido, que la aventura de la Santa Hermandad de Tomás —¡llamarse así tan luego!— posee dama, dragón, y hasta grito de guerra (“—¡Por Victoria a la Victoria —grité alzando el brazo/; —¡Por Victoria a la victoria!— gritaron los gemelos.”) y que nada cuesta imaginar a Tomás como un cruzado cuando el zombie le arranca el rosario que lleva al cuello y acude entonces a sus labios la oración a San Miguel Arcángel que le ha enseñado la Yaya. Los darkies se burlan de Tomás remedando su “Amén”, pero Tomás ha descubierto en la oración la fuente de su valentía, sintiéndose fortalecido en la temeridad del trance que libra.  Ahora bien: quien tenga abuela, que le cuente un cuento.

Hablo de la Yaya. Tomás tiene abuela (y estoy segura de que ella le ha contado —¿le cuenta?— cuentos). Tomás quiere y respeta a la Yaya, porque ella lo quiere y lo respeta. Es frente a la única que sus ansias de libertad tambalean y conceden, y son, sin duda, sus parámetros los que tallan a la hora de decidir qué es en verdad la mentira. Y si la Yaya es antes que nada su abuela, eso no quita que sea también para Tomás, de algún modo, su amiga, precisamente porque ella no sólo lo comprende (¡quién tuviera abuelas así!) sino que le expresa su admiración, e insufla un nuevo espíritu a la aventura del nieto. Lo que quiero decir es que la transformación del sentido de la aventura la posibilita el diálogo que Tomás y su abuela sostienen en el cuarto de la casa donde suele dormir Tomás cuando viene de vacaciones. Recordemos: su papá y la Gorda han ido a buscarlo a la enfermería del Mar & Tennis, adonde la licenciada Tamiroff lo había llevado tras el desmayo sufrido por el ahorcamiento de Palmira. En su habitación, con la puerta cerrada y sentados sobre la cama, Tomás le cuenta parte de lo sucedido a la Yaya y le pide disculpas por no haber regresado con las medialunas prometidas por la mañana. Contra la expectativa de Tomás, en lugar de reprenderlo, su abuela dice estar “satisfecha” y “orgullosa” de él: “Hoy demostraste tener la madera suficiente (…) para dar la vida por tus amigos. ¿Te acordás? No hay amor más grande —le dice—. Y sabés muy bien que ésas no son palabras mías. Y aunque hayan sido dichas hace dos mil años, se te pueden aplicar perfectamente”.

Esas palabras que ella ha aprendido en la misa figuran en el Evangelio según San Juan, capítulo 15, versículo 13, donde el apóstol pone en boca de Cristo la frase: “No hay amor más grande que dar la vida por los amigos”. Todo el contexto de la cita bíblica da cuenta del vínculo entre Cristo y los apóstoles, insiste en la inhabitación mutua y refuerza la idea de “Amaos los unos a los otros”. Cristo está hablando nada más ni nada menos que de la clave para compartir la vida plena, para vencer la muerte.

¿Y Tomás? Tomás se ha enfrentado a Palmira, al dolor y —lo que es más importante— al miedo, pero no ha sido por el esmero puesto en practicar las sugerencias de control mental del Manual de supervivencia de Walter Martínez, sino porque la amistad con Victoria lo ha puesto en acción, aunque la acción suponga un sacrificio. La amistad orienta los pensamientos de Tomás, le da razón a su aventura: “Y por primera vez en mi vida supe exactamente lo que tenía que hacer”. El chico lo descubre, de pronto, ante las llamas que amenazan consumir y consumar las pérdidas del padre, de la caja con los cuentos de Victoria. Lo que ha sucedido en él es la experiencia de una verdadera prueba de conocimiento y superación personal; una transformación que lo vuelve a sus propios ojos invulnerable, invencible.

Ahora que lo pienso, hay un Tomás que brilla de valentía y que merece ser el líder de esos dos héroes anónimos pero imprescindibles que son Pino y Aga. Pero hay otro Tomás que al enfrentar las llamas —como Juana de Arco—, pone a salvo (en ese padre, en esa caja) la identidad y el destino de Victoria. La invita a asumir quién es, le muestra que él sí la ve, que él la reconoce en la belleza de su ser.

No hay amor más grande que dar la vida por los amigos… y regresarlos a casa.

Cuando vuelva a la clase voy a compartir estas líneas con los chicos. Estoy segura de que tengo mucha tela para cortar. Incluso no faltará quien sospeche que con ese final el autor ha estado preparando un “continuará”. Cuando me pregunten si sé algo, contestaré con ilusión de lector: “¡Porsupollo!”.

 

 

*Alba Delia Fede es profesora en Letras (UNMDP). Trabaja como docente en la escuela secundaria de gestión pública y privada. Se desempeña , además, como capacitadora de docentes en la Región XIX de la provincia de Buenos Aires. Diplomada y Especialista en Lectura, Escritura y Educación (FLACSO). Titular del DALF (Diplôme Approfondi en langue française). Estudia la obra del escritor peruano Enrique Verástegui.

 

Quién es quién en el Taller de Corte y Corrección

Hoy responde…

 

 

 

 

Ricardo Giorno

 

 

 

1 ¿Cuáles son tus autores preferidos en literatura, cine y música?
En literatura: Roger Zelazny (me voló la cabeza con El señor de la luz). J.R.R. Tolkien (me enseñó cómo llevar varias historias simultáneamente, ya desde antes de que yo supiera que iba a escribir). Arthur C. Clarke (me fascinan sus universos).
En cine me gustan las adaptaciones de Christopher Priest. Paul Greengrass sabe meter vértigo en historias creíbles. Clint Eastwood me venía gustando bastante, pero después de Gran Torino me hice fan.
En música, el primero es Paul McCartney. Le sigue el Flaco Spinetta. Robert Fripp (de la legendaria banda King Crimson) y Charly García están tercero y cuarto, respectivamente, en mi ranking personal.

2 ¿Qué libro/s estás leyendo en este momento?
La tetralogía de CF de John Scalzi Fuerzas de defensas coloniales. Lo último de lo último en CF. En ella, el amable lector encontrará desde el desarrollo de la “Teoría de cuerdas” hasta el aprovechamiento de la fotosíntesis en el cuerpo humano.

3 ¿Qué cinco títulos creés necesarios para la formación del escritor?
Todo lo que te caiga entre manos. Así de simple. De recomendar para formación, recomendaría a Cervantes, Borges, Casares… y la lista es larga. Yo me vi perjudicado en mi forma de escribir porque no tenía esa base de escritura hispanoamericana. Me costó salir del tono de los traductores.

4 ¿Qué publicaste ya en medios electrónicos y/o en papel?
Publiqué electrónicamente cuentos y entrevistas en Aurora Bitzine, NM, Axxon, La Idea Fija Alfa eridiani NGC 3660. En papel, en las antologías II y III de La Abadía de Carfax.

5 ¿En qué te está ayudando más tu participación en el Taller de Corte y Corrección?
En darme cuenta cada vez más de mis propios errores. En aprovechar las herramientas que nos vas dando para que mi idea se transmita lo más fielmente posible, y que el texto brille.

 

¡Muchas gracias, Ric!

 

 

 

Dos poemas

por Carmen Solís*

 

Intacta

 

Parte por parte
cuidadosamente
buscando y arrastrando
secas máscaras
voy limpiando las huellas de mi historia
de ese rostro sin fin que lleva al fondo

Voy hurgando en el polvo
en los olvidos
en los rictus del miedo
el duro escalofrío de las trabas
las sogas de la muerte

En tal profundidad
una niña me espera:
una niña sonriente
con sus cantos

Intacta

como si naciera

 

 

 

 

 

 

 

Contestación

 

Si digo poesía
algo en la mirada de los otros
en el chato optimismo de la urgencia
desalienta el intento

pero aún así
vive

Dicen que es triste
Nadie quiere escuchar un llanto
Nadie quiere saber que está llorando
y se desentiende
mirando el desarticulado paisaje de sus ojos
escuchando los ruidos metálicos del mundo

Nadie en fin
(o unos pocos)
tocan el fuego con sus dedos fríos
caen en el abismo brutal del desconsuelo
o en el rincón sutil
en que se salvan

Porque fuego no es hielo
ni el amor es muerte
aunque a veces
quedamos esperando el fuego
y la muerte se traga hasta el olvido

Y se intenta decir
de frente a lo imposible
o recibiendo mensajes del misterio
que revelan
de pronto
lo que no sabemos

Tal vez parezca triste
Pero nada hay como esta luz parida
en el silencio musical de uno

 

*Carmen Solís es cordobesa, radicada en San Rafael (Mendoza). 
Publicó dos libros: Ana y otras historias (2003) y
Cristales y Fuego (2006).
Recibió el Tercer Premio de Poesía en el Certamen Interamericano de la Fundación Avon (2006) y el Primer Premio de Poesía de la Cátedra Libre “Federico García Lorca”, de la Universidad de La Plata (2012).
Desde hace más de diez años trabaja con Marcelo di Marco en taller virtual.

 

Razones de un encierro

por Marcelo di Marco

 

Marcelo di Marco opina sobre el primer libro de Matías Orta

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Me recuerdo recién salido de la adolescencia aquella noche inolvidable de hace más de treinta años, parado frente al Ópera, en la avenida Corrientes. Estaba a punto de entrar a ver una película que prometía partirle la cabeza a más de uno. El público, en la vereda, se burlaba a los gritos de un tipo disfrazado con una careta blanca y una especie de overol. Yendo de una punta a la otra de la marquesina y tropezando con los carteles, ese aprendiz de asesino serial nos amenazaba desde arriba empuñando un descomunal cuchillo. Los del cine lo habían previsto todo con suma precaución: en el hall dispusieron una sala de emergencias ad hoc, incluso atendida por gente de guardapolvo, lista para socorrer a los posibles infartados y víctimas del pánico. Mediante las publicidades en los diarios, les venían recomendando a los muchachos que llevasen a la novia a ver la peli, porque seguramente podrían consolar a la pobre chica valiéndose de su arsenal de abrazos y aprietes… Se estrenaba Noche de brujas, por supuesto, y yo en aquel momento ignoraba que estaba por volverme fanático de un genio llamado John Carpenter. Porque la mejor tradición del irrepetible cine de Hollywood de 1930 y 1940 vibraba renovada en esa maravilla. Al margen de las clasificaciones y de los géneros y de la hábil mascarada montada por los empresarios, al margen de los gritos de histeria de la platea, aquello era cine en estado puro: era Lang y Ford y Hawks vueltos a la vida, era todo un amoroso homenaje al Hitchcock de Psicosis. Y, en los años siguientes, Carpenter fue consolidando su valía de director cinéfilo con un puñado de obras maestras. La niebla, Escape de Nueva York, El enigma de otro mundo y Christine me apasionaron con todo su poder, me enseñaron a mirar.

Hoy, décadas después de aquel primer deslumbramiento, tengo el privilegio y el orgullo de que sea uno de mis más conspicuos secuaces quien me revele un sinnúmero de trucos, datos, secretos y facetas insospechadas del autor de En la boca del miedo. De manera que debo agradecerle al talentoso Matías Orta por haber escrito este libro singular: gracias a su erudición, a su agudeza y a la agilidad de su ameno estilo, ahora puedo revisar con nuevos ojos la herencia de un gigante de la imagen.

 

Matías Orta

Una visita al Salón de la Indiferencia

por Martín Miguel Monedero*

 

La semana pasada —exactamente el martes 14 de agosto de 2012— fui al Congreso a hablar.

El gobierno quiere un nuevo Código Civil. El que tenemos ahora —y hasta ahora—, escrito por Dalmacio Vélez Sarsfield en 1870, resistió todos estos años sin que algún jurista lo haya querido sacar. Se lo fue adaptando, claro, pero nadie se animó a sacarlo y poner uno nuevo. Ni Borda, ni Llambías, ni ningún otro Maestro.

Cristina sí.

En la secundaria me dijeron que había tres poderes: Ejecutivo, Legislativo y Judicial. El primero gobernaba, el segundo hacía leyes y el tercero impartía justicia. En la facultad (primer año de Abogacía), aprendí que los jueces podían determinar si una ley estaba bien o mal —si era “constitucional” o “inconstitucional”—. Y que los jueces más grandes eran los de la Corte Suprema. Lo que ellos resolviesen sería indiscutible.

La semana pasada fui a hablar al Congreso, como decía, porque se quiere un nuevo Código Civil… pero afirman que antes necesitan escuchar la opinión de la sociedad. Abrieron una lista de oradores, y Frente Joven solicitó hablar. Sebastián —el encargado de la Mesa Política de nuestra agrupación— se me acercó y me dijo:

—Mone, ¿te animás a hablar en el Congreso?

—Sí —le respondí sin pensarlo. Después se me ocurrió preguntar sobre qué.

—Es sobre la Reforma del Código Civil.

Y me puse muy contento, porque había que ir a hablar, porque alguien tenía que ir a hablar.

—¿Me van a preguntar algo? ¿O es leer nomás?

—Y… mirá: vas a leerles a los diputados y senadores lo que preparamos. Seguro que al terminar te preguntan algo, tenés que ir preparado.

Leer a diputados y senadores, uau. Este Sebastián es un rayado total. Me manda a leer una ponencia en el Congreso como si fuera a comprar leche al chino, así de fácil.

Los chicos del FJ en el Congreso

Nos asignaron diez minutos. Mi amiga Inés escribió la ponencia, y con los papeles bajo el brazo me fui para el Congreso. Entré solo, por Irigoyen.

—¿Señor? —me preguntó la gente de Seguridad.

—Vengo porque tengo que hablar en una audiencia —dije yo, solemne, ceremonioso: sería la única vez en la vida que diría esa frase, así que disfruté el momento.

—Ah, sí, por acá —me dijo el tipo. Claro, ese día habían pasado a hablar más de veinte personas. Lo que para mí significaba un momento único, para él era un hecho más—. A la derecha están las escaleras, después doblá a la derecha de nuevo, y después en el pasillo a la izquierda hasta el fondo. Salón Azul.

Me había puesto mi corbata de la suerte. Me abroché los botones del saco. Llevaba la ponencia en mis manos, prendida con apenas un ganchito, sin carpeta ni nada. Toda subrayada y con anotaciones.

—Martín Monedero —les dije a los de Mesa de Entradas.

—¿Frente Joven? —me preguntó la mujer… y qué lindo fue escuchar eso—. Bueno, pase.

Y entré al Salón Azul.

Mi primera decepción fue la cantidad de sillas vacías. Casi dos tercios, vacías. Vi a la diputada Conti en la mesa que presidía la sesión. ¡Qué cara de víbora! Recorrí en un paneo a la gente sentada, y no reconocí a ningún otro político. Debe haber legisladores que no les sé la cara, pensé.

—Disculpame —le dije a una chica que sostenía una cámara—, ¿sabés dónde están los legisladores?

La chica me sonrió, como diciendo qué ingenuo.

—Acá hay dos —dijo—. Conti, ahí en la mesa, y Filmus en primera fila.

Daniel Filmus en primera fila.

—¿Y el resto?

—No están.

—¿Pero esto no es una audiencia para escuchar a la sociedad? ¿Cómo hacen para escuchar a la sociedad si no están cuando la sociedad habla?

Nueva sonrisa cínica.

—Lo pueden seguir desde sus despachos, por tele.

Se notaba que la gente sentada era, en su mayoría, gente que iba a hinchar por su ponente favorito. Terminaba la representante de los indígenas, y todos los indígenas se levantaban y se iban. Terminaba el abogado comercial, y sus colegas se levantaban y se iban. En fin: la sociedad escuchándose a sí misma… y levantándose y yéndose. Del gobierno, la Conti nomás, que más que escuchar te miraba mal, con odio. A todos.

Llegó la muchachada de Frente Joven, a apoyarme. Qué grandes los pibes. Se escaparon de la facultad, del laburo, de sus compromisos, para venir a escucharme diez minutos. No por mí, sino porque yo hablaba por Frente Joven. Qué extraordinario que es esto de la militancia.

—Martín Monedero, Frente Joven —dijo un burócrata por micrófono.

Y pasé a hablar.

Apenas empecé, el senador Daniel Fernando Filmus se levantó y se fue. O sea, Frente Joven, Diana Conti y algún otro perejil.

Antes de leer, me saqué las ganas de decirles la decepción que significaban ellos para todos nosotros. La decepción que es saber que quieren hacer un nuevo Código Civil en el que se convierte a los embriones en cosas, en el que los argentinos concebidos artificialmente pasarán a ser congelados, manipulados, comprados, vendidos, en el que los vientres serán alquilados. Qué decepción que el proyecto lo presente la Presidente de la Nación, lo haya escrito el Presidente de la Corte, y se plantee en un Congreso en donde el oficialismo tiene mayoría automática en ambas cámaras.

Mientras decía todo eso miraba las sillas vacías, y ahí caí en la cuenta: ¡desde un principio era obvio que no vendría nadie! Si justamente lo que no les interesa es discutir. Quieren fingir que proponen, fingir que discuten, fingir que escuchan, cuando en realidad imponen, gritan, aturden.

Eso sí: a los diez minutos, el burócrata me interrumpió con un

—¡Concluya!

Al terminar, no hubo preguntas. Claro que no, no les interesa preguntar. Por poco el burócrata grita “¡Siguiente!” cuando me bajé del atril. Así de horrendo, así de cínico fue ese día de audiencias en que se escuchaba a la sociedad.

Nos fuimos del Salón y nos sacamos fotos con los chicos, festejando la ponencia. Vino gente a felicitarnos por el testimonio, por lo juvenil de lo nuestro, por la claridad.

Y yo miraba las cortinas del Congreso, los pasillos… Miraba toda esa historia, y pensaba qué mentiras, qué mentira que es todo. Qué sucios que son estos tipos, qué ganas de mandarlos a todos a la mierda y colgar los botines.

Pero me acordé de Frente Joven. Y me fui contento, porque tengo amigos con ideales. ¿Qué sentido tiene la vida sin ellos?

 

Martín tiene 25 años y le gusta mucho alternar sus escritos como abogado con la literatura. Formó sus gustos por la lectura entre Lewis, Dumas, Hugo Wast, Chesterton, Papini, Tolkien, John Grisham, Guareschi, Juan Luis Gallardo, José María Pemán, Francisco Luis Bernárdez, Louis de Whol y Santo Tomás de Aquino.
Espera que lo que escribe sirva a los hombres para ser mejores y para conocer y querer más a Dios y al prójimo.

 

Quién es quién en el Taller de Corte y Corrección

Hoy responde…

 

 

 Cristina Conti

 

 

1. ¿Cuáles son tus autores preferidos en literatura, cine y música?
En literatura:  Edgar Allan Poe, Flannery O´Connor, Jack London, Jorge L. Borges,  Marguerite Yourcenar, Truman Capote.
En cine: Francis Ford Coppola, Christopher Nolan, Akira Kurosawa, Wim Wenders,  Emir Kusturica.
En música: Puccini, Bach, Sting, Norah Jones, Sarah Brightman, Rod Stewart, Regina Spektor, Piazzolla.

2. ¿Qué libro/s estás leyendo en este momento?
Estoy leyendo: Ese dulce mal de Patricia Highsmith, Donde van a morir los elefantes de José Donoso y Cuentos de la Abadía de Carfax.

3. ¿Qué cinco títulos creés necesarios para la formación del escritor?
Borges, no por nada, su escritura atraviesa el espacio y el tiempo. Luego Poe: cuentos y poesías, im-pres-cin-dible. Maupassant:»La Casa Tellier» me gustó mucho. Los cuentos de Saki. El Príncipe idiota, de Dostoyevski. Cuentos de amor de locura y de muerte, de Horacio Quiroga.

4. ¿Qué publicaste ya en medios electrónicos y/o en papel?
En papel: Selección de cuentos, El Libro de los Talleres III, Editorial Dunken.
Micro relatos, AHH (Amores, Humores, Horrores), Ediciones Artilugios.
En mi blog: Desiertos urbanos.

5. ¿En qué te está ayudando más tu participación en el Taller de Corte y Corrección?
Mi participación en el Taller meayuda a corregir y a encontrar mi propio estilo. Al escuchar los relatos de mis compañeros y tus consejos, se afianzan mis deseos de contar una historia y que ésta resulte medianamente buena.

 

¡Muchas gracias, Cristina Conti!

Quién es quién en el Taller de Corte y Corrección

Hoy responde…

 

 

 Analía Pinto

 

 

1. ¿Cuáles son tus autores preferidos en literatura, cine y música?
La lista es ingente. Para no aburrir diré que mis autores argentinos favoritos son Borges, Cortázar, Arlt, Quiroga y Walsh; mis poetas universales favoritos son Baudelaire, Dickinson y Quevedo; mis poetas argentinas favoritas son Storni, Biagioni, Orozco; amo la literatura del siglo XIX: Flaubert, Poe, Stevenson, Melville y Maupassant. Entre mis últimos descubrimientos destaco a W. G. Sebald. Mi músico favorito es Frank Zappa. En cuanto al cine… reconozco que allí me falta aprender mucho todavía.

2. ¿Qué libro/s estás leyendo en este momento?
En estos momentos estoy leyendo una antología de poesía argentina y antes de ayer terminé de leer El arte de amar de E. Fromm. Por razones acádemicas, ahora estoy por leer Prosas profanas de Rubén Darío.

3. ¿Qué cinco títulos creés necesarios para la formación del escritor?
En el primer puesto pondría todos los títulos del maestro; a continuación, Mientras escribo (S. King); Ser escritor (Abelardo Castillo); El escritor y sus fantasmas (E. Sabato); La cocina de la escritura (D. Cassany).

4. ¿Qué publicaste ya en medios electrónicos y/o en papel?
En papel he publicado un libro de poemas, Peaches en Regalia (2008), y en varias antologías de poesía. En Internet he publicado en diversas revistas como El Interpretador, Fin, Axolotl, Vozquemadura y otras, además de mis propios blogs.

5. ¿En qué te está ayudando más tu participación en el Taller de Corte y Corrección?
El TC&C me ha ayudado en dos frentes: primero, en mi propia escritura, a reconocer muletillas y otros feos gazapos. Luego, me ha ayudado a ayudar, a ser una mejor coordinadora de taller haciendo lo mismo que Marcelo hace con nuestros textos: leerlos en voz alta y luego corregir frase por frase. No falla.

 

¡Muchas gracias, Analía Pinto!