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Hacerse Niños

Por Pablo Grossi *

 

«El Hijo Unigénito de Dios, queriendo hacernos partícipes de su divinidad, asumió nuestra naturaleza, para que, habiéndose hecho hombre, hiciera dioses a los hombres”, afirma Santo Tomás de Aquino. Esa deificación la alcanzamos desde nuestra condición de hombres, asumiendo cuanto hay de hombre en Cristo. reyesPor eso, en esta noche santa, nos hacemos Niños (con mayúsculas). El Señor dice: “Les aseguro que si ustedes no cambian o no se hacen como niños, no entrarán en el Reino de los Cielos”. No solamente debemos ser niños, sino que debemos ser el Niño. Y así como Él toma nuestro lugar en el calvario, tomemos nosotros el suyo esta noche y recibamos, pues, los regalos de los Magos.

Recibamos esta noche el oro. El oro simboliza la realeza de Nuestro Señor. “La soberanía reposa sobre sus hombros”, escuchamos en la Liturgia de hoy. Nuestro Señor es Rey, y al recibirlo participamos de su realeza. Somos reyes, profetas y sacerdotes. La realeza de Cristo alcanza un triple ámbito: el espiritual, el temporal y el social. El plano espiritual es el gobierno de Cristo en los corazones: hagamos de nuestro corazón un trono para el Rey, viviendo según su Palabra y su obrar. Hagamos de nuestro corazón un trono para el Rey creciendo en la práctica de las virtudes por amor a Él y a los demás. Hagamos de nuestro corazón un trono para el Rey, finalmente, matando con ensañamiento y alevosía a todas aquellas acciones que nos aparten de Él. Recibamos el oro de la realaza y vivamos conforme a él. Cristo también es Rey en lo temporal. Para ello, desarrollemos todas las acciones humanas con los ojos puestos en el Cielo. Cristo asumió todas las dimensiones de la condición humana con su Encarnación. Impregnemos todos los aspectos de nuestra vida con la presencia de Dios. Vivamos plenamente sabiendo que la naturaleza es buena, porque fue creada por Dios, y que es el receptáculo sobre el cual actúa la gracia. Que los aspectos naturales de nuestra vida estén limpios, para que la gracia puede actuar sin ataduras. Por último, Cristo debe reinar en la sociedad. cristo-reyDice la Escritura: «Fuera de Él no hay que buscar la salvación en ningún otro; pues no se ha dado a los hombres otro nombre debajo del cielo por el cual debamos salvarnos». Danos, Señor, la valentía de seguir proclamando tu nombre públicamente. Que nunca caigamos en el estulto malminorismo. Que nuestro apostolado en el plano social siempre sea guiado por el deseo de proclamar tu mayor gloria. Que el amor a la patria, Señor de los ejércitos, sea siempre la culminación del amor al prójimo y nunca la filantropía insípida. Pero vos, Dios inescrutable, también nos dijiste que tu reino no es de este mundo. Por eso volvamos a contemplarte en el pesebre, tratando de reflejarnos nosotros allí.

Recibamos también esta noche el incienso. El incienso representa la divinidad de Nuestro Señor. Cristo es Dios. Recordemos que el Niño, plenamente humano, sigue siendo Dios. Nos decía al respecto el Padre Castellani: “Cristo quiso nacer en la mayor pobreza, quiso hacernos ese obsequio a los pobres. La piedad cristiana se enternece sobre ese rasgo y hace muy bien; pero ese rasgo no es lo esencial de este misterio: no es el misterio. El misterio inconmensurable es que Dios haya nacido. Aunque hubiese nacido en el Palatino, en local de mármoles y cuna de seda, con la guardia pretoriana rindiendo honores, y Augusto postrado ante Él, el misterio era el mismo. El Dios invisible e incorpóreo, que no cabe en el universo, tomó cuerpo y alma de hombre, y apareció entre los hombres, lleno de gracia y de verdad: ése es el misterio de la Encarnación, la suma de todos los misterios de la fe”. trinidadSi el oro representa la plenitud de la humanidad de Cristo, el incienso representa la plenitud de su divinidad. El incienso se usaba para rendirle tributo a Dios. Recibamos el incienso. Que nuestra vida entera sea una alabanza perpetua a la grandeza divina, para participar del amor intra trinitario. Que todas nuestras acciones sean coherentes con la fe que recibimos en el Bautismo. Que antes que nuestra salvación, se nos anteponga tu glorificación, Señor. Que el amor a tu nombre mueva siempre nuestros corazones. Para eso necesitamos de tu gracia, oh buen Dios. Porque nuestra naturaleza está herida. Justamente por eso, Dios de los corazones, naciste hoy. “Dado y nacido para nosotros”, reza Santo Tomás. Recibir el incienso significa elegir libremente abrazar la vida divina en todo su esplendor. Pero para llegar a la Gloria de la Resurrección, antes hay que pasar por el calvario.

Por eso también recibimos la mirra. La mirra era usada para embalsamar a los cuerpos. Es un anticipo de la pasión del Señor. Para vivir y reinar con Él, debemos morir primero con él. cristo-de-san-juan-de-la-cruz-1951Recibir la mirra es morir día a día al hombre viejo. Recibir la mirra es desatar el combate contra todo lo que hay nosotros que está aún bajo el dominio del Demonio. Si en el plano social debemos luchar contra el mundo, en el plano personal debemos luchar contra nosotros.

Desde el pesebre, Padre Celestial, te damos gracias: gracias, Señor, por darnos todavía santos sacerdotes en medio de un mundo apóstata. Gracias, Señor, por darnos la posibilidad de elegir a dónde ir a Misa, en un mundo regado siempre por la sangre de tus mártires. Gracias, Señor, por darnos el don del arrepentimiento por nuestras faltas en un mundo que se autocomplace en su soberbia institucionalizada.

Ayúdanos, Señor, a seguir librando cada día el buen combate de la fe contra el Demonio, contra la carne, contra el mundo. Te pedimos, Señor, la perseverancia en la fe y el arrepentimiento final. Te pedimos, Niño de Belén, que al ponernos todos en tu pesebre y recibiendo el oro, el incienso y la mirra, nos hermanemos cada vez más, cumpliendo tu Palabra. Que el lazo del amor que nos une a todos hoy siga fortaleciéndose hasta nuestro último suspiro. Que la Liturgia que compartimos hoy sea una puesta en abismo de la Liturgia Celeste.

 

*grossi-casorioPablo Grossi nació en Buenos Aires en 1986. Es maestro de nivel primario, catequista y está terminando el profesorado y la licenciatura en Filosofía en la Pontifica Universidad Católica. Desde muy chico se apasiona por los relatos de aventuras. Participa del TC&C desde el año 2012 escribiendo (y corrigiendo) cuentos. Disfruta mucho de la música y la gastronomía, con una amplia variedad de gustos en ambos campos. Su principal interés académico pasa por la apologética de la fe católica, la relación entre la ciencia y la fe, y el pensamiento medieval.

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