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Quince razonamientos engañosos sobre el aborto y su despenalización

Chesterton escribió: “Llegará el día que será preciso desenvainar una espada por afirmar que el pasto es verde”. Uno no puede dejar de pensar eso cuando en Facebook es atacado por una horda de incitadores del aborto, activistas del lenguaje inclusivo y demás “avances” fundados en un supuesto progreso. Nuestro colaborador de hoy, Pablo Grossi, ha desenvainado sus argumentos contra el aborto en quince contundentes y pedagógicos enunciados. Profesor de Filosofía, agudo pensador y escritor del TCyC, le hemos brindado este espacio, estableciendo nuestra clara posición frente a esta amenaza. Los dejamos con él.

 

Por Pablo Grossi *

1.- «Es algo que siempre se hizo y se va a seguir haciendo. Hay que legalizarlo para que no mueran mujeres pobres en los abortos clandestinos». Falso: con ese criterio hay que legalizar las violaciones, los robos y todos los delitos que «siempre ocurrieron», para que el marco legal reduzca los daños colaterales. Lo que hay que hacer en realidad (si tanto nos preocupa que mueran mujeres en abortos clandestinos) es perseguir, denunciar y encarcelar a los responsables de las clínicas abortistas clandestinas. Decir «como siempre se hizo hay que legalizarlo» es renunciar a sancionar delitos. Otro ejemplo: muchos de las promotores del aborto legal claman con justicia que dejen de morir mujeres cada 30 horas en episodios violentos. ¿Cabe aquí también la idea de que «siempre ocurrió y siempre seguirá ocurriendo»? ¿O hay esperanzas de que deje de suceder? ¿Por qué entonces no podemos apostar a que desaparezcan las clínicas de abortos clandestinos?

 

2.- «Hasta las 12 semanas es sólo un manojo de células». Falso. Desde la concepción hay un nuevo ADN ¿Lo dice la Biblia? No. Lo dice la ciencia. La Academia Nacional de Medicina, por ejemplo. Y hete aquí la cuestión central: el inicio de la vida. Ni siquiera los mismos «abortistas legales» se ponen de acuerdo sobre el momento en que se inicia: en algunos países se puede abortar hasta el segundo mes, en otros hasta el tercero. Eso significaría que hasta el día 89, hora 23, minuto 59 es sólo un manojo de células, pero un minuto después ¡PUF! magia, ahora es un ser humano. Un actitud sincera de parte de los abortistas sería decir «no sabemos si es una persona o no, no sabemos cuándo pasa de ser manojo de células a ser una persona» (porque, digámoslo, en algún momento, la vida humana comienza). Y frente la posibilidad de que haya un ser humano… ¡no lo maten!. Supongamos que hay una competencia de caza de patos en un bosque. De repente, un cazador ve algo que se mueve entre los arbustos, pero no sabe bien qué es. ¿Le dispara o no le dispara? Existiendo, pues, el riesgo de que le dispare a otro cazador, es mejor no disparar hasta cerciorarse…

 

3.- «Cada uno hace lo que quiere con su cuerpo. Es una cuestión de derechos y decisiones personales. Hay que legalizarlo». Por lo dicho arriba, no se trata de su cuerpo, sino del de otro. Mutilen sus propios cuerpos si les pinta. Pero no decidan por un tercero.

4.- «Pero las víctimas de las violaciones…» El bebé concebido como producto de una violación es tan humano como vos o como yo. No tiene la culpa del aberrante ultraje que sufrió su madre. ¿Quieren luchar en serio por el bienestar de esas mujeres? Luchemos entonces para que el Estado les brinde asistencia y contención, y se garantice que los violadores no salgan de la cárcel (la gran mayoría son reincidentes). Y, sobre todo, los esfuerzos se tienen que volcar en la prevención de estos delitos aberrantes. Matando a la nueva persona que de hecho ya existe no se «desviola» a la mujer. Al contrario: se agranda aún más su tormento: el trauma post aborto no es joda. Siempre está la opción de dar a la criatura en adopción (siendo que hay tantas parejas que no pueden concebir…).

 

5.- «En los países donde se legalizó disminuyeron drásticamente las cifras de mortalidad materna». Falso. En el aborto «legal y en el hospital» también mueren mujeres (además de morir el hijo). Y las muertes por abortos clandestinos son ridículamente inferiores a las que suceden por cáncer de pulmón, accidentes de tránsito o hechos de inseguridad. ¿Cuántas vida se hubieran salvado, realmente, si todos los esfuerzos y recursos para legalizar el aborto se hubieran volcado, por ejemplo, en campañas de prevención y concientización sobre estas problemáticas?

 

6.- «Los que se oponen al aborto sólo piensan en la vida dentro del vientre. Pero no les importa la vida de los que ya nacieron». Recontra falso, injusto y prejuicioso. Dos de las organizaciones provida más grandes de Argentina, Conin y Frente Joven, hacen por la vida de los nacidos muchísimo más que cualquier abortista valiente del teclado. Busquen información, por ejemplo, sobre el programa «Defensores de mamás», o sobre los programas de nutrición de Conin.

 

7.- «Todos los que están en contra del aborto están a favor de la pena de muerte». Frente a esta ridiculez se deben decir dos cosas: primero, no todos los que están en contra del aborto están necesariamente a favor de la pena de muerte. No existe conexión causal entre una cosa y la otra. Segundo, no hay incoherencia entre una cosa y otra. La muerte como pena recae sobre alguien que es culpable de algún delito y que pasó por un proceso judicial (ojo, con esto no estoy avalando la pena muerte, solo busco desmentir la supuesta contradicción). En cambio, en el aborto, un ser totalmente indefenso e inocente es condenado a muerte, sin tener siquiera la posibilidad de un juicio.

 

8 .- «Si el feto fuera un ser humano, entonces masturbarse o rascarse también sería un crimen, porque en esos actos también mueren células». Sangran los ojos de leer semejante burrada, pero juro que hay gente que piensa eso (¡y lo dice de manera socarrona, creyéndose súper pilla!). Les prometo que no es tan difícil ver la diferencia entre células epiteliales o espermatozoides de un adulto, y un ser nuevo con un ADN propio y distinto al de la madre.

 

9.- «Se oponen al aborto porque son fundamentalistas religiosos». Falso: también hay gente atea que se opone. Todos los argumentos éticos para oponerse al aborto se apoyan en la evidencia de la ciencia. No en la Biblia, Dios o el Papa. (Curioso ver cómo se acepta o no la ciencia, en función de los prejuicios ideológicos.)

10.- «No se preocupen, nadie los va a obligar a abortar a ustedes…» A ver: nadie interpreta que a partir de la promulgación de una ley de despenalización todas las mujeres deberán abortar. Está clara la diferencia entre un supuesto derecho y una obligación. El problema está en que una sociedad que permite la muerte del indefenso se autodestruye. Es un suicidio colectivo. Y es complicidad con un genocidio silencioso (buscar «el grito silencioso» en Google).

 

11.- «Yo estoy en contra del aborto, pero a favor de la despenalización». Quienes dicen esto evidentemente no entendieron bien el motivo por el cual hay que oponerse al aborto. Cuestión básica y fundamental que los abortistas pasan por alto: el inicio de la vida humana, y la consecuente muerte de una persona inocente e indefensa en cada aborto.

 

12.- «No es un problema de moral, sino de salud reproductiva y de políticas públicas» Mucha tela para cortar acá: toda cuestión política supone una determinada postura acerca de lo que está bien y de lo que está mal. Esto aplica a toda acción y a toda persona, incluso a aquellos que aseguran que ya superaron las categorías de bien y mal: en todo obrar –tanto público como privado– se pueden inferir parámetros implícitos acerca de lo que está bien y de lo que está mal. Todos obran, conscientemente o no, en orden a determinados principios. Por otro lado, el uso desesperado de eufemismos para suavizar la cuestión pone de manifiesto que hay algo que se quiere tapar, edulcorar, diluir. El aludido concepto de «salud reproductiva», no solo es un eufemismo, sino una enorme contradicción: hablar de salud cuando el aborto mata, hablar de reproducción cuando el aborto la cercena. Otro eufemismo: «interrupción del embarazo»: se interrumpe una conversación, la proyección de una película o un partido de fútbol… Se interrumpen porque luego se pueden reanudar. Un vida eliminada, en cambio, no puede retomarse. La mujer, ciertamente, puede volver a quedar embarazada (es el momento oportuno para mencionar que el aborto, legal o ilegal, puede causar daños irreversibles en el útero), pero gestando un nuevo ser humano. El que se eliminó en el aborto se perdió para siempre.

 

13.- «El aborto ayuda a regular la población». Perturbadoramente verdadero. Es cierto: el aborto tira abajo las tasas de natalidad de los lugares donde se implementa. Pero es una burda mentira el neomalthusianismo que pretende hacernos creer que hay gente que sobra en el planeta. Es peligrosísimo (además de falso y refutado de manera demoledora), pues abre las compuertas de cualquier método para reducir población. Ciertamente, se ha estudiado a fondo por qué hay quienes pretenden hacernos creer que en el planeta no hay lugar para todos. Ojo…

 

14.- «Es bueno que la sociedad debata esto». Falso. Se debe debatir sobre un partido de fútbol, un método de cocción o una película. Se puede debatir una medida económica, una corriente pedagógica o el grado de apertura de un país hacia el mundo. Pero la vida no se debate. El derecho a vivir no se negocia. ¿Cuánta indignación y rechazo generaría en buena parte de la sociedad una ley que penara con la muerte a los violadores? Recordemos: uno de los argumentos por los cuales se pretende legalizar el aborto es para (supuestamente) aliviar el tormento de las mujeres que quedan embarazadas como producto de una violación. Ahora bien, si la ejecución de los autores de dichos delitos no es algo que se pueda discutir… ¿por qué habría de debatirse la posibilidad de matar el niño, que ninguna culpa o responsabilidad tiene sobre lo acontecido a su madre?

 

15.- «La oposición al aborto atrasa siglos». Muy divertido. La idea de que algo «atrasa» cobró fuerza en los siglos XVI a XVIII. Es simplista y mediocre decir: «lo antiguo es falso, lo nuevo es verdadero». No todo lo anterior es falso, no todo lo nuevo es verdadero.

 

Se puede apreciar que los partidarios del aborto tienen una montaña de argumentos. Nosotros tenemos sólo uno, pero que alcanza para tirar abajo cualquier intento de justificación: según demuestra la ciencia, la vida humana comienza en la concepción, y cualquier intento de eliminarla, por el motivo que fuere, constituye un homicidio.

 

 

* Pablo Grossi nació en Buenos Aires en 1986. Es maestro de nivel primario, catequista, y está terminando el profesorado y la licenciatura en Filosofía en la Pontifica Universidad Católica. Desde muy chico se apasiona por los relatos de aventuras. Participa del TC&C desde 2012, escribiendo (y corrigiendo) cuentos. Disfruta mucho de la música y la gastronomía, con una amplia variedad de gustos en ambos campos. Su principal interés académico pasa por la apologética de la fe católica, la relación entre la ciencia y la fe, y el pensamiento medieval.

 

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