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EL UNIVERSO DE LAS CITAS ME INCITA

Algo que caracterizó el estilo de la literatura, el cine y el arte en general durante el siglo XX en adelante es el dominio que poseen los autores de citar eventos de la cultura popular: aquellos pasajes de otros libros, películas o canciones que los inspiraron y los formaron durante su carrera.


Quizá de este modo el autor logra plantar sus raíces en la obra que ejecuta y así le revela a su lector o a su audiencia quiénes fueron sus mentores artísticos, y consigue rendirles homenaje.
Es así como Stephen King cita a diversas bandas de rock, como Los Ramones en Cementerio de Animales o Marvin Berry en It; en los primeros discos de Led Zeppelin y Bob Dylan predominaron covers o versiones alteradas de cantantes de blues que ellos consideraban excelentes; o el director Brian De Palma creaba en esa misma época una interpretación moderna del cine de Alfred Hitchcock.

Y entrando en el campo cinematográfico, básicamente toda la filmografía de Quentin Tarantino, Steven Spielberg o George Lucas nos ofrecen una revalorización de los géneros. Estos tuvieron un papel importante en la niñez de las personalidades nombradas y, en consecuencia, los directores les realizan un homenaje mediante alusiones constantes a sus convenciones y personajes.

Victoria entre las sombras es un caso que no se queda atrás. Revestida de citas y homenajes, la novela de Marcelo di Marco no solamente resulta una historia intrigante para el lector común, sino que también plantea un mundo de cultura popular encubierto entre los nombres de sus personajes. Una tarotista llamada Tamiroff dispara un rompecabezas cultural en el que se mezclan autores como Franz Kafka y Orson Welles, mientras que un taxista llamado Martín Travis nos remonta a los años ’70, con aquel personaje encarnado por Robert DeNiro en la película de Martin Scorsese.
El mundo de las citas se extiende en toda la novela, y no sólo en los personajes, sino también en los espacios que estos recorren. Una de mis citas favoritas es la del barrio de la Batería, un espacio cuyo nombre goza de un doble homenaje. Por un lado, uno directo a la película Streets of Fire (Calles de fuego, 1984) de Walter Hill, quien a su vez está rememorando el barrio de “Hombre de la esquina rosada”, de Jorge Luis Borges.
Es este uso de las citas el que crea una nueva capa dentro de la historia. Un mensaje oculto que le da al texto una riqueza cultural mayor, ya sea que esté escrito en papel, musicalizado o llevado a la pantalla grande. Es fascinante, y recomiendo a cualquier persona que le dé una lectura nueva a sus obras preferidas de cualquier ámbito artístico considerando este punto de vista. Es muy probable que así descubran cómo el autor, a veces subliminalmente, rinde tributo a los incontables trabajos que se esconden entre los párrafos, nombres, lugares o diálogos de sus historias.

One Comment

  1. Marcelo di Marco dice:

    ¡VAMOS, NICO TODAVÍA!

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