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Marcelo di Marco y su taller literario en lo de Carlos Regazzoni: un excelente arranque

El jueves 26 de febrero de 2015 comenzó en «El Gato Viejo» (casa-atelier-bodegón del genial Carlos Regazzoni) un taller literario a cargo de Marcelo di Marco, fundador de FIN. Regazzoni invitó a Marcelo a dar todos los jueves este taller, que el artista bautizó como «Hotel de corazones destrozados: sala de espera».

Morfi

La primera reunión fue sumamente productiva. Di Marco lanzó la siguiente consigna, referida al escenario que alberga al taller: «Describan este lugar increíble, único en el mundo, sin utilizar los adjetivos increíble y único«. Esto sirvió para que los talleristas escriban textos no informativos sino vivenciales (conceptos que se relacionan directamente con el programa TCyC #6, «Qué es la literatura (para cinturones blancos y cinturones negros)», en https://www.youtube.com/watch?v=hzKUrBjXrB8).

Aquí les presentamos los dos primeros textos generados en el taller. (Hay más información sobre «Hotel de corazones destrozados: sala de espera», en https://www.youtube.com/watch?v=7suocipjpQ4.)

Rino

Caminando por el centro de Buenos Aires, la ciudad más grande de Argentina, en la zona más dinámica y bulliciosa, al costado de las vías, a metros de la estación Retiro, de donde constantemente parten trenes llenos de gente, entro por un camino poco iluminado. El empedrado de adoquines parece sacarlo del tiempo. Empiezan a recortarse entre la oscuridad y la maleza figuras intimidantes. Algunas, de animales prehistóricos; otras, más conocidas, como máquinas voladoras de los comienzos de las aviación. Todas, de tamaño monumental.

Sin embargo, llama la atención el camino de luces pobres. Y la última, que marca la entrada a un bodegón donde suele recibir el rey de este extraño lugar: un hombre de cejas pobladas y negras, con una mirada penetrante que parece adivinar qué tipo de alma tiene uno.

En esos galpones se han ido asentado, a lo largo de años de trabajo, y a primera vista, en un orden caótico, pinturas y esculturas, entreveradas con autos y objetos de una época en la que reinaba el ferrocarril.

Mariano Correa Mariano Correa

 

Hormigas

 

No fue fácil llegar: una calle de empedrados con charcos y barro… Parecía un basural.

A medida que me fui acercando, comprendí que nada era al azar: todo estaba pensado ya. La basura no era basura, ahora toda esa chatarra había cobrado vida. Mirando detalladamente, un tornillo era una oreja; un caño de escape, el cuerpo de un zorro, una arandela era un rulo de la lana de un carnero; un simple matafuegos era ahora una lechuza de ojos saltones.

Todo dentro de esos galpones ferroviarios era una gran puesta en escena, el hábitat del gato viejo, el universo del escultor que pudo transformar lo que la sociedad desecha para convertirlo en una gran obra de arte.

 

Claudia Terceiro Claudia Terceiro