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Como un cuento (a propósito de Había una vez en Hollywood, de Quentin Tarantino)

Por Maximiliano Mangold *

 

La historia de cine hollywoodense en 1969, contada con amor, desde el punto de vista de la segunda línea de la industria.


Ficha técnica: Había una vez en Hollywood (Once Upon a Time in Hollywood, Estados Unidos/Reino Unido, 2019). Dirección: Quentin Tarantino. Guión: Quentin Tarantino. Fotografía: Robert Richardson. Intérpretes: Brad Pitt, Leonardo DiCaprio, Margot Robbie, Damian Lewis, Emile Hirsch, Al Pacino, Dakota Fanning, James Marsden, Timothy Olyphant, Kurt Russell, Austin Butler, Margareth Qualley. Duración: 159 minutos. Calificación: Apto mayores 16 años.

 

En un bar en España, durante la pausa de una filmación, Rick –de frente– dialoga con Cliff sobre su incierto futuro. El director y guionista los encuadra. Su conversación versa sobre el fin de una bella amistad –más que de una relación laboral– y sobre el fin de una era –hippismo, supremacía militar de EEUU, western, TV en blanco y negro, radio AM–, al igual que el resto de la película. Una belleza, pero creo que solo quien realmente ame el cine puede disfrutar de este film. Porque su duración atenta contra los que están mal acostumbrados al vértigo de la historia y el montaje. Y porque el director nos entretendrá con estos personajes y con la vida de Sharon Tate, antes que centrarse exclusivamente y de forma morbosa en la salvaje acción del Clan Mansión, es más, usará eso a su favor para sostener la tensión de este film.

Así la película muestra el deambular durante tres días de estos tres personajes, segundones de la historia cinematográfica del Hollywood de 1969, ya sea por estar de capa caída con el público –el ex cowboy estrella Rick Dalton (Leonardo DiCaprio); porque es un doble de acciones de riesgo desempleado Cliff Booth (Brad Pitt) que, a falta de trabajo, le hace varias tareas a Rick; o realmente por la violencia sectaria: Sharon Tate (Margot Robbie). El manager de Rick, Marvin Schwarz (Al Pacino) trata de ayudar y le señala –como diría Mirta Legrand–: “Si te ven mal, te maltratan, si te ven bien, te contratan”. Pero los amigos son la antítesis entre ellos: uno, borracho, llora y tiene un leve tartamudeo; el otro es frugal, valiente y leal, tanto que recuerda a Mr. White (Harvey Keitel) de Perros de la calle (1992). A su vez, la famosa pareja Polanski-Tate son la antítesis de estos amigos: ricos, exitosos, bailan en la Mansión de Playboy.

Ese deambular nos lleva desde un set de TV donde Rick graba un capítulo de Lancer, en el que se ve la multitud de técnicos y aparatos usados en la filmación, hasta una visita de Sharon al cine para verse en La mansión de los siete placeres (1969) y escuchar la reacción del público sobre su actuación (la escena más hermosa del film de Tarantino). Hasta nos revelará una secuencia de terror, con toques de los western A la hora señalada (1952) o Django (1966), con Cliff en el infame rancho Spahn.

Lo que primero destaca esta novena película de QT es la dirección de arte, que incluye la escenografía, la utilería, y el vestuario de Arianne Phillips. La reconstrucción del mundo tal como era en la ciudad de Los Ángeles en 1969 ­–como por ejemplo la ambientación de bares y tramos de calles de varios kilómetros por donde los personajes manejan, un comic de Kid Colt, latas de cerveza o comida para perros– todo está recreado con obsesiva precisión y expone un gran trabajo con respecto a la puesta en escena. Es Cliff justamente quien nos conduce la mayor parte del tiempo en esta época en donde los carteles con luces de neón –bastante sonoros al encenderse– colman toda la ciudad. Y la radio de fondo, la estación 93KHJ, con música de culto que no deja de sonar.

Fotográficamente, Robert Richardson dota a Los Ángeles de una luminosidad exacerbante, en contraste con los personajes que son trabajados a partir de una iluminación más suave y plana, dejando entrever una transparencia de sinceridad. Los movimientos de cámara dan cuenta de un despliegue técnico prolijo en donde cada plano es una decisión artística. Los aspectos técnicos potencian y ayudan a que narrativamente el arco dramático se acentúe únicamente a partir de los personajes.

Luego, los otros aspectos que sobresalen –y también han sido nominados– son las actuaciones de Leo Di Caprio como protagónico, y los secundarios, como Brad Pitt. Di Caprio está en el momento más alto de su carrera, con una actuación tan lograda como en El Renacido (2015). Brad Pitt, igual o más alto en su actuación que Di Caprio.

Otros actores que resaltan –por ejemplo por bella–: Margareth Qualley en el papel de la –maldita– hippie Pussycat; por cómicos, como Kurt Russel (Randy), Zoë Bell (Janet), Bruce Dern (George Spahn) o Mike Moh (Bruce Lee); o por inspiradora: Julia Butters (Trudi Fraser, o Marabella, como ella quiere que la llamen). Justamente será ella la que le levante el ánimo a Rick, en otra escena hermosamente actuada (Rick “fucking” Dalton).

La actuación y recreación de la TV, mostrando los errores del actor, y la retoma inmediata con travelling incluido, son graciosos, además de un homenaje al cine. Lo mismo con la escena documental casera sobre cómo se filmaba un Western Spaghetti (Nebraska Jim), o una versión berreta de James Bond (Operazione DYN-O-MITE!). Esos son algunos de los puntos altos que el público debería valorar. Pero cinéfilos hay pocos, lamentablemente.

Falsos pósters de las películas de Rick Dalton

Con respecto a la violencia, Tarantino dijo: “Lo que no pienso es cambiar mi obra para adecuarme a la actual corrección política”[1] Lo expresó en una nota donde además relata el origen del guión, mientras filmaba Django desencadenado (2012). Son dignas de rescatar su libertad y su valentía, aunque a muchos no les resulte agradable su cine.

Muchos, recordando Kill Bill (2003/4), Bastardos sin gloria (2009) o Django Desencadenado (2012), dirán que se aburren con esta oda de amor al cine y homenaje a una actriz cuya vida (y la de su hijo) y carrera se truncaron por obra de malvadas personas, que no vacilaron de destripar de 16 puñaladas a una embarazada de 8 meses y medio, y escribir “cerdos” en las paredes con la sangre de sus víctimas. Frente a esa locura, y tal vez el deseo abyecto de varios espectadores que buscan verlo, frente a ese ocaso, Tarantino nos entrega en ofrenda un cuento de hadas, una obra maestra luminosa. Vaya si no es poco. Gracias, de todo corazón.

 [1] Recuperado de https://www.clarin.com/cine/quentin-tarantino-pienso-adecuarme-actual-correccion-politica-_0_pNyVj8qcZ.html

 

* Maximiliano Mangold nació en Leones, localidad del sudeste de la provincia de Córdoba, en 1975. De 1994 a 2016 prestó servicio en la Policía de la Provincia de Córdoba, donde pasó a retiro con la jerarquía de Comisario. Desde 2018 estudia en la Escuela de Cine de la Facultad de Artes de la Universidad Nacional de Córdoba. Es alumno del Taller de Corte y Corrección desde el año 2014, y escribe cuentos.

 

 

 

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