Por Mariano Gamenara * Germán se entretenía examinando el viejo confesionario. Lo veía macizo, a pesar de los inútiles ornamentos en la madera y de las delgadas columnas que custodiaban las dos puertas. El techo a dos aguas le terminaba de dar ese aspecto a cabaña ―le faltaba las tejas y la chimenea, nomás― […]