Fin Rotating Header Image

Quién es quién en el Taller de Corte y Corrección

Hoy responde…

 

Claudia Cortalezzi

 

 

Claudia Cortalezzi

 

 

 

 

1.¿Cuáles son tus autores preferidos en literatura, cine y música?
Aunque soy fan del fantástico, leo de todo. Aprendí mucho de los clásicos, de Víctor Hugo, Maupassant, Balzac, Tolstoi, Kafka, Poe. También de los grandes autores de habla hispana y su manejo del lenguaje.

¿Qué libros en particular? Esos que podría releer más de una vez, por placer y nada más: Los Miserables, Moby Dick, Ficciones, Final del juego, It.

2.¿Qué libro/s estás leyendo en este momento?
Estoy descubriendo, de a poco —quiero hacerla durar—, la novela Anatomía hunana de Carlos Chernov.Y El agente secreto, de Conrad. Al mismo tiempo, siempre leo cuentos y más cuentos.

3.¿Qué cinco títulos creés necesarios para la formación del escritor?
A sangre fría, de Truman Capote; Bola de sebo y otros cuentos, de Guy de Maupassant; Cuentos selectos, de Enrique Anderson Imbert; Moby Dick, de Herman Melville; El pasillo de la muerte, de Stephen King. Leer/releer a King y ver “cómo lo hace” es de gran ayuda.

4.¿Qué publicaste ya en medios electrónicos y/o en papel? 
Tengo unos cuantos cuentos publicados en antologías, en Argentina, España, Libia y Perú, y en revistas literarias como Próxima. Varios de esos y otros cuentos andan por la Web, en Axxón, LiterÁrea Fantástica, NM, BewilderingStories.
En 2010, publiqué mi primera novela, Una simple palabra, con editorial Andrómeda.
Y en 2012, antologué Cuentos de la Abadía de Carfax 3.

5.¿En qué te está ayudando más tu participación en el Taller de Corte y Corrección?
Llevo muchos años trabajando mis escritos en el TC&C. Al principio eran cuentos, ahora ando con novelas.

¿En qué me ayudó Marcelo di Marco? Es simple: él me enseñó lo que es realmente la literatura, a descubrir mis errores, a utilizar los recursos literarios. Todo lo que un gran maestro puede enseñar.

 

marcelo

 

¡Muchas gracias, Clau!

 

 

Efemérides

junio

1 / Nace en 1874 Macedonio Fernández

3 / En 1924 muere Franz Kafka

5 / Nace en 1898 Federico García Lorca

6 / En 1875 nace Thomas Mann

7 / En 1980 muere Henry Miller

11 / Nace en 1900 Leopoldo Marechal

13 / En 1874 nace Leopoldo Lugones. En 1888, Fernando Pessoa. En 1917, Augusto Roa Bastos

14 / En 1936 muere G.K. Chesterton

21 / En 1905 nace Jean Paul Sartre

24 / En 1842 nace Ambrose Bierce. En 1911, Ernesto Sábato

28 / Nace en 1867 Luigi Pirandello (Nobel de literatura, 1934). En 1937, Juan José Saer

29 / Nace en 1900 Antoine de Saint – Exupéry

 

Destacada del mes

 

16 / En 1816, en la Villa Diodati (Ginebra), Mary Shelley escribe Frankenstein.

«Yo era afectuoso y bueno; la desgracia me ha convertido en un demonio. Hazme nuevamente feliz y volveré a ser virtuoso».  Monstruo de Frankenstein

frankensteins-monster1-263x300

 

No me digas que no

por Agustín Mazzini*

 

A los amigos

 

… cuánto amor en una juventud cuántos errores …

Pere Gimferrer

 

Celebremos entre copas vacías y botellas de ron
a los fantasmas perdedores que miran desde nuestros ojos.
A la risa, al living de las casas,
la fiesta, la soledad,
la televisión.
Celebremos que fuimos más jóvenes de lo que somos, amigos.
Que Joy Division sonó a metal opaco recién salido de la basura
cuando, dando vuelta a la esquina, una noche cerca de lo de Martín
y en una plaza gris a lo Manchester,
nos sentimos dentro de la canción.
Celebremos a la multitud anónima
bajando de la Estación Ministro Carranza
arreglándose el cuello de la camisa.
Las llaves y puertas y puentes pardos,
edificios hechos con el dialecto
que hablaba nuestra tristeza:
levantarnos solos / lavarnos los dientes
prender el gas / hacer el desayuno.
Celebremos a la vida ayudándonos a perder,
las rutas que equivocaron su camino
y nos dejaron soltando carcajadas.
Cuántos disc jockey drogados,
hombres de cuarenta y pico queriendo tener nuestra edad,
mendigando conversaciones
para olvidar la fiebre de sus hijos / trabajos mediocres / esposas frígidas.
Cuanta madera vencida en mostradores de pizzerías ilegales,
peruanos vendiendo cerveza a precios siderales.
Cuantos grupos de chicas hermosas que nos olvidaron,
cigarrillos rebeldes en la esquina del colegio.

Vivimos la otra cara de la moneda
que escribió Gimferrer:
cuantos errores cuanto amor en una juventud.

 

 

Sol

 

El que te vea tomando sol
podría pensar que fuiste secuestrada
de publicidades o películas de Hollywood.

Me remite a la pena de que no estés conmigo
tu mueca desprolija y tu recuerdo.
Verte en calzas rojas en la fila del boliche,
con remeras cortas escritas en inglés
que son a tu femineidad lo que un cigarrillo
al incendio que provocaron sus brasas.

En este cuarto —hecho de todo
lo que le sobra al mundo—,
y en mis poemas
—carentes de lo que no sé cómo escribir—
pienso en ese que de tu cama
hizo su cama,
y de tu boca
su boca.
Pienso
en que no cambié
en lo más mínimo:
soy el mismo que te perdió:
despeinado / comiendo mal /
durmiendo de día / viendo televisión.
Pero con nuestro pasado creciéndome de espaldas,
como la planta de un jardín que ya no es mío.

 

PAUL KELLEY 2

Ilustración de Paul Kelley

 

No me digas que no

 

Salías a las seis de la tarde
de un colegio caro y bilingüe.

No me incomoda tu comedor de muebles costosos
distribuidos con buen gusto,
para que la mesa familiar
lamente cómoda las desigualdades sociales y debata
soluciones bocado a bocado
con un razonamiento de teoría superada.
Tampoco me incomodan los bmw estacionados en el country
donde jugás al hockey y reís en alambrados,
en tribunas vacías:
de frente al sol que te obliga
a entrecerrar tus ojos verdes.

Al fin y al cabo, solamente soy el que te agrega todos los días
a su inventario de mujeres inalcanzables.
Ese que se inventa razones para justificar
que no estamos juntos.
Razones,
que consuelan a mi tristeza
de ver a tu belleza renovada
haciéndole gestos premeditados
a las cámaras de foto.
Razones,
que no me permitan añorarte,
si vas vestida de gala
al casamiento de tíos y primos
que no me dan consejos,
bromistas y amenazadores,
sobre cómo se debe de cuidarte.

 


10385122_10203162535279624_650994129_n*
Agustín Mazzini (Buenos Aires, 1993) es un joven poeta argentino. Publicado en la antología “Buenos Aires respira poesía” (INCAA, 2013). Asistió a la “Cátedra abierta de poesía latinoamericana” en la Universidad de San Martín, clases coordinadas por el poeta Jorge Boccanera y dirigidas por Juan Gelman.
Es miembro del TCyC desde el año 2012.  

Es el contexto

por Esteban Morin*

 

—¿Dónde estoy? —se pregunta un tipo barbudo, agarrándose la cabeza—. Que alguien me diga, por favor. No reconozco nada.
Mientras se esfuerza por levantarse, a un lado del cuadro se distingue un mingitorio. El plano se desplaza y podemos ver un lavatorio, sobre el que el personaje se apoya para ponerse de pie. La toma es oscura y, desde atrás, llegan destellos que rebotan contra los azulejos: una luz tartamuda no termina de encenderse.

 

Es el inicio del quinto episodio del Taller de Corte y Corrección en versión virtual: píldoras breves —disponibles en Youtube desde inicios de 2013— con consejos para escritores. Espectadores de todo el mundo agradecen las recomendaciones, y se suman a los cientos de alumnos que han sido entrenados por Marcelo di Marco en los talleres que realiza desde hace más de treinta años.

La escena transcripta más arriba tiene como protagonista al mismo di Marco, y resume una perla del episodio anterior: la importancia de poner en contexto la historia, de “poner un piso” sobre el que se muevan los personajes y la acción. Me quedo pensando en esto.
El contexto es el dictador, el ruler, no solo da el piso a los personajes, sino también el tono a sus diálogos, calidad e intensidad a las emociones, gravedad o superficialidad a los efectos. Y lo mismo con toda la trama.
En un relato cualquiera, una ventana que alguien abre, resulta un detalle sin importancia —podría decirse prescindible— si hablamos de una acción llevada a cabo, por ejemplo, en la cocina de un departamento de Buenos Aires, en la actualidad. La misma acción tiene un valor diferente si desde afuera golpean con sus picos pájaros insistentes, o si ubicamos la habitación dentro de una cabaña en el Círculo Polar Ártico o, mucho más crítico, en una estación espacial.

19alt0qvfscxbjpg

Es el contexto quien, arrastrando a los personajes a la acción, empuja la trama hacia delante y sumerge a los lectores en el relato. Escribo “quien” animando al contexto, justamente porque ya le di el carácter de dictador.
Al lector, poco le importa el otro contexto, el de construcción del enunciado: la vida del autor, el tiempo y el espacio en donde se escribió la obra. Supone un autor y un momento de escritura… qué más da. El contexto que sí le interesa a cualquier lector, que nos interesa a nosotros como lectores, es el que interactúa con el conflicto de la trama, y puede ser el causante del mismo. Nos interesa la abadía helada a la que arriban Adso de Melk y Guillermo de Baskerville, y su biblioteca; la isla de Robinson Crusoe, tanto como los recursos que tiene o construye. Una relación amorosa, como el sustento. Una guerra, un planeta, una habitación pequeña con un busto de Palas, y la muerte de un ser amado.
Ponemos acciones en un contexto o dejamos que un contexto nos dicte acciones. No hay otra forma de escribir una historia que valga la pena ser leída.

 

esteban

*Esteban Morin (San Lorenzo, Santa Fe, 1975) es comunicador social. Se gana la vida como consultor en selección y desarrollo de recursos humanos para distintas organizaciones. Trabajó como fotógrafo, periodista, redactor y corrector. En FIN ya hemos publicado su microcuento “Fatalidad“ y su artículo «Comunidad«.

 

Efemérides

cartel

2 / Nace en 1772 Novalis.

7 / En 1812 nace Robert Browning.

9 / En 1883 nace José Ortega y Gasset

10 / En 1843 nace Benito Pérez Galdós.

11 / En 1916 nace Camilo José Cela, Premio Nobel en 1989.

13 / Nace Almafuerte en 1854.

15 / En 1611 se estrena Cuento de Invierno de William Shakespeare.

16 / En 1917 nace Juan Rulfo.

18 / En 1993, el Papa Juan Pablo II proclama a San Juan de la Cruz patrono de los poetas en lengua española.

19 / El 1895 muere en combate Jose Martí.

20 / En 1799 nace Honorato de Balzac.

22 / En 1859 nace Arthur Conan Doyle.

23 / En 1561 nace Góngora.

25 / En 1681 muere Pedro Calderón de la Barca.

29 / En 1909 nace Alfonsina Storni en Suiza.

30 / En 1265 nace Dante Alighieri.

31 / Nace Walt Whitman en 1819.

 

 Destacada del mes

 

8 / En 1953, Hemingway recibe el Pulitzer por El viejo y el mar.

 «El hombre no está hecho para la derrota. Un hombre puede ser destruido, pero no derrotado».

fotograma del cortoThe Old Man and the Sea, de Aleksandr Petrov

Fotograma del corto «The Old Man and the Sea», de Aleksandr Petrov

El archivo desnudo

por Luis Alexis Leiva*

Sobre el caso Burroughs / Vollmer, o sobre la creación de un escritor único

 

En 2013 se abrieron  los archivos sobre el juicio que sufrió William Burroughs en 1950 a causa de haber matado a su esposa de un tiro en la frente. Todo sucedió en México, dentro de un departamento del DF durante un juego de puntería.

72060-811-550

WILLIAM S. BURROUGHS, DANGER, PARIS 1959. Foto de William Burroughs tomada por su amigo y colaborador Brion Gysin (The Barry Miles Archive)

RECONSTRUCCIÓN DE UN ASESINATO

Las pruebas están sobre la mesa… o, mejor dicho, sobre el suelo.  Más específicamente en el parqué  del departamento 8, segundo piso de un edificio situado en Monterrey 122, colonia Roma, cerca de las avenidas Insurgentes y Álvaro Obregón, DF, México.

Viajemos además en el tiempo: jueves 6 de septiembre, casi a las seis de la tarde.

En dicho escenario encontramos tirado en el suelo un cuerpo, un vaso de ginebra Oso Negro, un casquillo calibre .38. Si miramos con detenimiento a nuestro alrededor, encontraremos además restos de una noche de drogas, alcohol, y sexo…  Un olor acre seguramente recorra todo el lugar.

El cuerpo es de una mujer, que a su vez tiene un nombre: Joan Vollmer. En su frente hay un orificio. El orificio es de una bala, y esta bala es del casquillo; el casquillo es de un revólver… y ese revólver pertenece al esposo de la finada: el señor William Burroughs.

Ante semejante nombre, no podemos evitar recordar quién es en el mundo literario: un fenómeno irrepetible, un revolucionario de las letras, una isla sin precedentes,  un fenómeno realmente fuera de lo normal. Sus obras hablan por él: Naked Lunch, Queer, The ticket that exploted, Yonkie, The Soft Machine

¿Y por qué Burroughs vale la pena como escritor? Porque creó un universo propio, donde lo onírico y lo real se mezclan en un pantano de miseria sin justificación más que en sí mismo. Conviven malamente en este mundo lo real, lo anecdótico y lo biográfico, con lo pesadillesco, con las alucinaciones, las historias turbias, la sordidez más abusiva. No perdona, no da concesiones. Se lo lee como a un libro sagrado y el lector casi ni participa: solo es testigo, solo observa y lee rezando. Lo más terrible del placer de la humanidad se refleja trémulo en la literatura de Burroughs donde todas las contenciones morales, sociales, legales, quedan abolidas… hasta las reglas mismas del lenguaje.

Tal calibre de figura fue forjada —como no podría ser más coherente— en un evento terriblemente doloroso y fatal.

El matrimonio Burroughs estaba en la habitación del departamento que alquilaba su amigo John Heally. Allí se desarrollaba, de manera “normal”, una fiesta de drogas, alcohol y risas. William decide (en un excesivo arranque de melancolía literaria) jugar a Guillermo Tell. Joan acepta gustosa y divertida. ¿Qué otra cosa podía ser más divertida que la rutina de Guillermo Tell? En lugar de manzana, se usó un vaso de ginebra; en lugar de arco y flecha, un revólver calibre .38, propiedad de Burroughs, quien lo portaba en un estuche de sobaquera. Y, como era de esperarse, en lugar de dar en el blanco, la bala dio en la parte izquierda de la frente de Joan.

Fin de la fiesta. Todos salieron corriendo. William quedó aturdido y perplejo. La ambulancia llegó y los trasladó al hospital. Joan Vollmer murió allí. Burroughs fue apresado por la policía en la puerta de la Cruz Roja donde, todavía borracho, contó a la prensa la trágica historia.

Dentro de las posibilidades que se abren al comenzar a escribir un artículo de estas características, podemos detenernos en lo que se llama “Enfoque”. A este elemento podríamos definirlo  como la forma de mirar y de valorar un hecho.

Un caso como el que nos ocupa hoy podría tener, entonces, varias formas de mirarlo.

Un muerto + un culpable + ningún prisionero = una obra literaria impactante y original.

Qué difícil lograr un enfoque que convenza.

¿Vale una muerte la obra de Burroughs? Yo creo que él diría que no.  Otros, menos unidos sentimentalmente a Joan, seguramente dirían que sí, y con creces. Allá ellos con su juicio de valores.

Ahora bien, según los expedientes del caso, se confirma toda la historia del mortal juego de Guillermo Tell. Se confirma también que la bala entró en la frente; se da una dirección específica y se declara culpable a William, pero no se lo encarcela sino que se le pide una fianza.

Los otros testimonios (como los de la dueña del departamento) afirman que todo sucedió en otra habitación, contigua a la que se dio por oficial.

Las declaraciones de Burroughs a los periódicos se contradicen por evidentes consejos de abogados. Primero se jugaba y William disparó con mal pulso, causado por las drogas y el alcohol. Luego se dirá que solo sacó el arma para mostrársela a sus amigos y el disparo se escapó sin querer.

Los archivos están incompletos y viejos. Más datos y declaraciones no se pudieron encontrar.

Los abogados de William Burroughs aseguran que lograron exceptuarlo de una condena en México ya que en dicho país no querían tener problemas con un ciudadano norteamericano.

Otros testimonios afirman que la fianza de 20.000 dólares, pagada por los familiares de Burroughs que viajaron para proteger a su pariente y cuidar a los niños, funcionó como coima para evitar la cárcel.

El caso es que, luego de abiertos los archivos del juicio, después de 50 años, nada quedó demasiado claro.

Podemos sacar dos conclusiones: una referente a la corrupción y deficiencia de los sistemas de justicia en países del Tercer Mundo. Estas condiciones fueron y siguen siendo apabullantes. La segunda podría estar apuntada a la creación literaria impulsada por hechos terribles.

Pero para la segunda conclusión deberíamos aclarar que para Burroughs, si bien la cárcel hubiera sido la consecuencia lógica, no le fue gratis. Su trauma por matar a su esposa (no se puede negar que la quería y que en realidad no buscaba matarla) le valió años de derrotero autodestructivo. Tuvo la extraña ventaja de ser una persona capaz de escribir ficción, y con una inventiva y una creatividad muy activas.

Según el mismo William Burroughs, dicho evento disparó su escritura y gracias a esto se convirtió en escritor. Su búsqueda literaria se basó en la teorización de que una fuerza oscura dentro del ser humano lo guía y conduce a hacer acciones en contra mismo de los propios deseos o intenciones. Las drogas desatarían esta fuerza y liberaría al propio ser en niveles aterradores. Dice en el Prólogo de Queer.

La muerte de Joan me puso en contacto con el invasor, el Espíritu Feo, y me embarcó en la lucha de toda la vida, en la que no he tenido más remedio que buscar la salida escribiendo…

Naked Lunch, The Ticket That Exploted, etc. son obras torturadoras, casi imposibles de abordar libremente.

La explicación de su cut up (sistema de recortes de diarios y revistas distintas, que puestos en juego forman un mensaje distinto, un subtexto formado por las cadenas asociativas que se esconden tras los discursos sociales) podría resumirse en la idea de los pintores del Paint Action: la hoja es un lienzo donde las palabras se vuelven mensajes independientes del escritor. Cortar diferentes frases de revistas, mezclarlas y encontrar en esta yuxtaposición un tercer mensaje, un cuarto mensaje, hacen a la idea de la comunicación un acto inconsciente de los emisores. El lenguaje es tan peligroso que puede decir cosas que uno no quiere decir. Este lenguaje sería esa fuerza oscura que domina nuestros actos. El invasor.

Su propio caso (en el que los testimonios, las leyendas, los hechos reales, y  ahora los archivos desclasificados que se suman) se convierte en un cut up bastante extraño. El mensaje subyacente quedaría a criterio de los propios lectores, de los propios investigadores, y de nosotros, simples curiosos que tratamos de vislumbrar un nuevo discurso en historias tan terribles.

Irresponsabilidad en el uso de las armas. Injusticia y corrupción. Literatura y vida. Morbo para poder conocer a otro escritor torturado. Aunque no cualquier escritor.

Todo queda ahora en la valoración de estos mensajes.

En definitiva, el enfoque de este artículo lo determinarán ustedes.

Yo me voy a tratar de seguir entendiendo qué me dice a mí esta historia, qué me dicen estos archivos que tanto no aclaran. Qué suman al rompecabezas de esta leyenda y qué no.

William Burroughs nos dio este pedazo de cuerpo muerto en la punta del tenedor.

La mesa está servida y el almuerzo está desnudo. Tráguenselo.

 

6*Luis Alexis Leiva (Don Torcuato, 1979) es escritor, estudiante de Literatura y docente. Publicó la novela Grietas (Ed. Argenta SARLEP, 2007). Publicó el libro de cuentos Cuentos New Age (Ed. Milena Caserola, 2013). Es columnista de FM Rock & Pop, y congresista de la A.A.E.A. (Asociación Argentina de Estudios Americanos). Forma parte del TCyC.

Una recursiva necesidad de seguir leyendo

por Diego Coppa*

 

Sobre Silbervogel y otros diez episodios de horror

 FOTOS5

Silbervogel y otros diez episodios de horror (Buenos Aires, Pasoborgo, 2013) es un libro de once cuentos escrito por Federico Buccino. Si bien este es su primer libro, sus cuentos no son nuevos en la editorial PasoBorgo: Federico pertenece a La Abadía de Carfax, círculo de escritores de horror y fantasía, y ha participado en todas las antologías que este grupo lleva publicadas.

Lector ávido, apasionado por la escritura y de una entrega total a sus lectores, Buccino es un artista completo que, además de dibujar, compone una música tan oscura como los cuentos que escribe. Tanto la tapa del libro como cada uno de los cuentos poseen ilustraciones realizadas por el mismo Federico. Estas imágenes, en ocasiones, sintetizan sus cuentos; en otras, los fortalecen aportando suspenso y horror.

Federico promete y cumple. Con influencias como Edgard Allan Poe, H. P. Lovecraft, Cordwainer Smith y W. H. Hogdson, su estilo se vuelca enteramente al horror y a lo fantástico. Y —además— probando que no todo está escrito.

Sus cuentos sorprenden por sus temáticas tan variadas, como la Segunda Guerra Mundial, las civilizaciones antiguas y los horrores extraterrestres.

La SGM, por ejemplo, es el escenario perfecto para tres de sus cuentos. “Silbervogel” provoca nostalgias de una gloriosa Vaterland. Con “El enemigo” espiamos la mente de un soldado ruso, atrincherado entre los nazis y un terror sin nombre. En “Una mancha más negra que el cielo” vemos cómo la tripulación de un bombardero descubrirá un horror impensado.

Cuento a cuento, el lector se internará en historias que lo fascinarán. Los protagonistas pelearán en desoladores campos de batalla, en otros se enfrentarán a traidores y hasta sufrirán invasiones extraterrestres. Muchas veces se encontrarán arrinconados y con pocas posibilidades de salir vivos.

Querido futuro lector de este fascinante libro, desde el primer momento te atraerá la fluidez de su escritura y los nuevos universos que se propone en cada cuento. Las vueltas de tuerca no solo serán inesperadas, sino vertiginosas. Estas cualidades lo hacen indispensable en cualquier biblioteca.

Federico Buccino logra lo que pocos escritores de su género: mantener al lector en una recursiva necesidad de seguir leyendo, saciándolo gozosamente de horrores, muerte y desesperanza.

 

20140119_161411*Diego Nahuel Coppa (Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 1985) es ingeniero Electrónico (UTN FRBA) y Metrólogo.
Gustoso lector de Cortázar, Terry Pratchet, Poe, Bradbury y Cordwainer Smith, entre otros. Amante del cine de Hitchcock y de la música progresiva.
Es miembro del TCyC.

Pole position

por Miguel Di Giovanni*

 

Ya no sé cuántas carreras llevo ganadas.
Al principio, me fue fácil llevar una lista mental. ¡Llegué a recordar más de cincuenta y cinco! Pero ahora… no sé. Es una locura, perdí la cuenta. Debo de ser el más campeón. ¡Y en varias categorías! Motocross, Moto GP, TC, TC2000. Y claro, mi preferida: la Fórmula 1, reina del automovilismo.
De chico era fana del Lole. Esos gestos suyos, esos rituales: confiar más en el uso de los retrovisores que en mirar para adelante. Aquel bichar moroso, a uno y otro lado: un leve cabeceo en la inminencia de la largada. O, después de un sorpasso en la recta principal, para verificar cuán lejos iba dejando al segundo.
Para ganar esas carreras aprendí a considerar varias cosas: la elección del neumático correcto. Lluvia, o piso seco. Un piloto debe saber elegirlos. Qué compuestos, para qué clima. Además hay que estar atento a las indicaciones de boxes. Y no viene mal tener listas algunas palabras para la conferencia de prensa después del podio. Una dedicatoria para los viejos ―“que ya no están, pero que nos guían desde el cielo”―les gusta a los periodistas y te humaniza frente a los fanáticos.
Otro detalle es el pelo. Hay que usarlo cortito, para cuando te sacás casco y capucha. No se debe arruinar el momento de recibir las felicitaciones de tus mecánicos peinándote. Esa suele ser la foto imaginada. De tapa para la revista Corsa.
Y ni hablar del relato del comentarista de la tele; de solo repetirlo, se me eriza la piel: ¡En una maniobra milimétrica, impecable, lo pasó al inglés en la última vueltaaa! ¡Otra vez el argentino ondeando el pabellón nacional en la vieja Europa!
Pero―siempre hay un pero― tanto triunfo genera resentimiento y envidia, según se verá muy pronto.
Tengo la suerte de ganarme la vida desarrollando esta pasión. Sé que no soy el único que adereza un trabajo monótono. Y eso algunos lo critican. Ciertos estamentos del poder dentro de las empresas se ven amenazados por lo que llaman “locura”.
No importa: nadie me quita la gloria fugaz del vestuario, ese instante en que todo se hace real; ese instante en que me cambio de ropa para salir a correr. Como en la cámara lenta de un documental, me visto con el imaginario buzo antiflama, me calzo el imaginario casco, los imaginarios guantes. Ya esa ceremonia, algún compañero sin segundas intenciones la glosa así: “El más campeón se está concentrando”.
Y sí, me estoy concentrando.

Repartir correspondencia no es una pavada. Con el bolsón repleto de cartas, salir a sobrepasar a rápidos adolescentes, a señores de traje entrando a boxes para el reemplazo de gomas, a rezagadas viejitas con un problema en los cambios, es para alguien de nervios bien templados. Para alguien que pueda desoír las voces de la cordura.
Y cuando veo que estoy con otro “piloto” de igual a igual,  desde atrás lo voy midiendo… hasta que unos metros antes de la ochava saco la trompa, estiro la frenada y lo paso limpito. Y, evitando toques, en una esquina poblada de peatones por cruzar, me ubico en la pole position. Miro por los retrovisores, y con el semáforo en verde pico en punta.

Monaco_Grand_Prix-1242632771

«Monaco Grand Prix», por Andrea del Pesco

Es hora de que toda esta proeza sirva, al fin, para lograr un contrato sin precedentes en la historia de la Fórmula 1. Debo hablar con el jefe de equipo: es de los que entienden, de los que no hablan por detrás. Vieja gloria, hoy tiene un forzoso puesto de mando detrás de un escritorio, pero anclado a una silla de ruedas. Sí, claro: los accidentes también nos ocurren a los buenos carteros. Y él fue de los buenos. De los mejores fue. Solo que un error al cruzar entre autos estacionados…
―Permiso, jefe.
―Pasá, sentate―dice cómplice. Parecía que me estaba esperando.
―Gracias.
Me siento frente a un escritorio prolijamente desordenado. Él acomoda la silla de ruedas, y quedamos frente a frente.
―¿Así que estás en busca de un contrato para el campeonato que viene?
Se me ha adelantado, lo cual me entusiasma.
―El mejor contrato ―digo―. El próximo campeonato es el último. Pienso retirarme.
―¿Cómo, campeón? ¡¿El año que viene y nada más?!
Entonces me disperso, solo atino a inclinar la cabeza y mirar por la ventana: en la avenida, un desfile de autos, colectivos, motos, taxis y camionetas nos regala una propicia música de motores.
―Bien, un piloto como vos vale lo que pidas ―dice el jefe revolviendo entre sus papeles―. Tomá. ―Me extiende un memo del correo―. Poné la cifra.
Garabateo un montón de ceros y se lo devuelvo con mi firma.
―Un solo temita que agregar ―dice en un tono menos cómplice y entregándome un segundo papelito―. Antes de seguir con lo nuestro, pasate mañana por esta dirección. Te esperan a primera hora.
Lo miro sonriendo en silencio, pero él pierde la mirada en la ventana.
Ya ha terminado mi turno.
―Hasta mañana, jefe.
―Hasta siempre, campeón. Hasta un nuevo día de trabajo.
Al cerrar la puerta, ese “hasta siempre” me dejó pensando. Palabras extrañas en el jefe. ¿Y lo segundo que dijo, eso del “nuevo día de trabajo”?
Me culpé de imaginar lo inimaginable: El enemigo también puede estar en tu propio equipo.

No hubo “un nuevo día de trabajo”. Y no lo habrá por ahora.
Vaya a saber cuándo volveré al monótono trabajo sin aderezar. Quizás en el futuro pueda aspirar a un escritorio desordenado y a una silla ―si tengo suerte― sin ruedas.
El memo, mi contrato, mi pasaporte a la gloria no fue más que, firma mía mediante, un consentimiento para la terapia.
A partir de esas sesiones, una vertiginosa carrera de malentendidos entre el psiquiatra y yo terminó con un profesional de las pistas en el hospicio. Pero aquí, entre los internos, nadie lo pone en duda: el más campeón soy yo.

 

Para Biblio*Miguel Ángel Di Giovanni (Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 1957) es técnico mecánico, artesano, músico amateur, motociclista y sufrido hincha de River.
Los escritores que lo han empujado a escribir son: Poe, Kafka, Daumal, Maupassant, Borges.
Participa desde hace un año del Taller de Corte y Corrección, y su cuento «La sorpresa fue tan grande, que no se me ocurre ningún nombre para el relato» fue finalista en el VI Certamen Nacional de Poesía y Cuento de Editorial Ruinas Circulares.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

De cómo el hierro no tiene nada de frío

por Mariláu Sánchez*

 

Conversación con Gustavo Anglese 

 

Gustavo Anglese es un escultor del hierro. Nacido en Quilmes, provincia de Buenos Aires, ha recibido numerosos premios, y varias de sus piezas están dispersas por todo el mundo.

Dragones, gárgolas, aliens, criaturas mitológicas y personajes extraños conforman su Olimpo. Obras que, en su mayoría, pertenecen al género oscuro, fantástico, y han sido sutilmente impregnadas con rasgos futuristas. Imposible no extasiarse frente a lo que ellas nos evocan.

En esta charla Gustavo nos demuestra que es un artista tan cálido como el hierro con el que trabaja.

 DSCN4773

Mariláu Sánchez: Gustavo, un placer volver a encontrarnos en ExpoArte 2013. Gracias por acceder a responder un par de preguntas.
¿Cómo se te ocurrió trabajar con estos materiales? ¿Cómo empezaste?

Gustavo Anglese: ¿Cómo empezó mi historia? Bueno, hubo varias facetas para que yo llegue a esto. Primero incursioné en la pintura naif, en mis épocas de adolescente.

Después pasé por una etapa de trabajos en madera, hasta que me atrapó el hierro, que es lo que hoy hago y manejo y me encanta y lo amo.

MS: El hierro es hermoso. A mí también me encanta.

Hace un rato charlábamos acerca de los snobs y de los falsos artistas. Tu arte es muy tuyo, muy particular. A propósito quiero preguntarte si alguna vez te sentiste “descolgado”, afuera de este ambiente tan difícil.

GA: Sí, en realidad, creo que aparte de amar lo que hago, siempre quise hacer cosas distintas. No distintas del resto de los artistas, sino dentro de los gustos míos. O sea, no hacer quizá las cosas más “vendibles”…

Porque puedo hacer cosas para vender y sacar mucha plata. Pero hago esculturas que pertenecen a un círculo muy chico de venta, pero que a mí me llenan el corazón. El dinero va y viene, los sentimientos quedan, perduran como las obras verdaderas.

MS: Exacto. Creo que eso es el arte también (el verdadero, claro): la perduración que va más allá del objeto en sí mismo. Y es la perpetuidad del sentimiento del artista, como vos decís.

Ahora bien, si tuvieras que definirlo, ¿qué dirías de tu arte?

GA: No sé si tengo alguna palabra para definirlo. Sé que mi arte tiene una fusión. Y esta fusión se trata de unir la cabeza, el corazón y las manos. Si vos llegás a lograr esto y tener un paralelismo y un sentimiento que una todo, las obras salen solas. Esto para mí es lo fundamental. Ser auténtico.

MS: ¿Alguna vez creaste una obra para alguien en especial? ¿O alguien especial? ¿Se puede contar?

DSCN4776

GA: Sí, y tenés una acá mismo a la vista. Es una obra acerca de un cuadro de Ciruelo, “Rey Vultán”. Por suerte, y gracias a Dios, Ciruelo me propuso recrear en mi arte una obra suya. Y esta pieza está hoy acá porque se la pedí prestada:  fue, y seguirá después de ExpoArte, recorriendo toda la Argentina en distintas muestras de su pintura. Para mí es un orgullo que uno de los artistas fantásticos más grosos del mundo haya acudido a mí para que yo le represente una obra.

 

MS: Es que tenés algo especial con los dragones, ¿no? Acá estoy viendo uno que tiene la cabeza de hueso…

GA: Me encanta la mitología, el arte fantástico. Sobre todo me gusta mucho el género oscuro.

Sí, también fusiono el hueso con el metal, aunque a mucha gente le da impresión. A veces voy escondiendo un poco, las dejo al final, para que las personas que vienen de paso no digan: “¡Acá no entramos!”.

MS: Y sí, quizá piensan que hay huesos humanos…

GA: Mirá, por ejemplo (señalando una escultura), este fue el último perro que me mordió en Quilmes.

mini-71

MS: ¡No! (Risas.)

GA: Hablando en serio: gente que ya me conoce me consigue los cráneos, vértebras, etc. Y hay gente a la que le gusta y gente a la que no. Lo importante es que me guste a mí para así poder permitirle a mi escultura que ella transmita algo, ya sea un disgusto (risas), o una sensación agradable.

MS: Bueno, sé que sos de Quilmes, el año pasado hablamos al respecto. ¿Siempre fuiste del barrio?

GA: Sí, tengo 52 años y siempre viví exactamente en el mismo lugar. Amo a Quilmes, Quilmes barrio, ¿eh?, no confundamos con alguna remera deportiva…

MS: O con una cervecería…

GA: Quilmes es mi lugar. Si yo ahora me tuviese que morir, quisiera que fuese en mi casa.

MS: Hace un rato me comentabas que recientemente ganaste un premio.

GA: Sí, gané varios premios, pero no me gusta hablar de ellos. En mi página están todos los datos.

MS: Sé que sos humilde, pero yo sí quiero hablar de ellos. Porque un artista como vos se los merece. Y se merece también que esto se sepa. Porque siempre, para la vista del montón, parecería que les dan premios solo a los artistas snobs.

GA: Está bueno recibir premios, claro que sí. Me reconocieron varias veces en distintos lugares. Y esto para mí es un orgullo, un placer. Porque la obra sigue vigente, y yo con eso también sigo creciendo como artista.

MS: Bueno, Gustavo, ¿querés agregar algo más? ¿Las últimas palabras?

GA: No, porque antes de empezar el reportaje me dijiste que eran dos preguntas. Y al final me hiciste un montón más, y yo me solté y hablé… y ahora si querés seguimos hasta las 21:00, que cierra la exposición…

MS: (Risas) Mirá, acabo de entrar en la expo, y te vi a vos —mejor dicho, vi mini-64primero a tu alien— y paré para saludarte y charlar un poco. Siempre es un placer. ¡No me lo iba a perder! Por eso me aproveché de tu amabilidad en esta entrevista. Te agradezco por el tiempo que me dedicaste, nos hemos divertido mucho y pude conocer más de un artista al que admiro profundamente.

GA: ¡No, yo te agradezco a vos por la nota!

 

http://www.gustavoanglese.com/

http://www.gustavoanglese.com/galeria/galeria.html

http://gustarteenhierro.blogspot.com.ar/2011/04/biografia-y-premios.html

https://es-es.facebook.com/gustavo.anglese

 

foto retocada

*Mariláu Sánchez (Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 1980) es miembro de La Abadía de Carfax y asiste al Taller de Corte y Corrección desde el año 2006.
 Sus cuentos «Amarillo«, «Una batalla personal«, «Carnavales en Venecia» y «Un Armani» han sido publicados en Axxón.
Con la obra Primera Sangre obtuvo el Primer Premio en el Certamen Nuevas Promociones SESAM de Poesía 2010, organizado por la Sociedad de Escritores de San Martín.

To be or not to be (human)

por Sebastián Campanello*

The Walking Dead es una serie de terror y ciencia ficción, y a la vez una metáfora acerca de la humanidad. Mejor dicho, una metáfora acerca de cómo conservar la humanidad cuando las circunstancias nos ponen a prueba.

Una tarde como cualquier otra, el alguacil Rick Grimes es internado de urgencia luego de haberse agarrado a corchazos con unos gratas, quienes lo hieren de gravedad. Cae en un coma profundo, del cual sale bastante después. Lo que encuentra al despertar es tan horrible que más le valdría haber muerto.
Una plaga de zombies asuela el país y, tal vez ―toda red ha caído―, al mundo. Los muertos vivos andan de acá para allá morfándose a la gente. Interviene el Ejército, se declara la ley marcial. Y con la catástrofe se instala el caos, el sálvese quien pueda. Y, desde luego, el tema que nos ocupa en este artículo: el imperio del más fuerte. Todo esto supone un retorno a la naturaleza en su estado puro.

fd557dc2

Fabián Casas suele decir que la naturaleza es de derecha: el que no se adapta, el que no evoluciona, el que no camina al ritmo de los demás, desaparece. Como definición, no sé si es acertada, pero al menos resulta interesante. Yo más bien diría que la naturaleza es cruel por la sencilla razón de que en ella no hay tregua ni compasión por el débil. No hay un orden humano ―aunque sí, obviamente, hay uno natural―, no hay valores, no hay ética. No hay nada, salvo el paso inexorable de los ciclos. La naturaleza es inhumana, y lo que es inhumano jamás puede ser bueno. No para el hombre.
Sin embargo tenemos la capacidad de amoldarnos a lo que sea, y en el proceso descripto en la serie podemos convertirnos en criaturas rapaces y sanguinarias. Es lo que ocurre con Shane Walsh, coprotagonista ―y antagonista― de Rick Grimes.
Cuando el hombre se ve enfrentado a una situación límite, tiene ante sí dos alternativas: o se vuelve uno con la naturaleza, o se aferra a su parte humana. Shane elige lo primero: entiende que la única manera de sobrevivir es siendo duro e implacable, indiferente al dolor y al sufrimiento ―a los ajenos, por supuesto―. Rick intuye que, si pierde su humanidad, dejará de ser quien es; esa misma intuición le dice que, sin símbolos, ninguna sociedad es posible. De ahí su empecinamiento en seguir invistiendo su viejo uniforme de policía.
Pero.. ¿qué es, exactamente, la “humanidad”? ¿Qué se entiende por “parte humana”?
Ernesto Sabato afirmaba que el hombre tiende al mal. De lo contrario, decía, no habría necesidad de predicar el bien.
No comparto esa visión pesimista.
Pienso que, si bien el hombre es un ser dual, hay en él una cualidad innata que sale a relucir cuando las papas queman. Un impulso hacia el bien, una tozudez por hacer lo correcto. Ese impulso, esa tozudez, eso, para mí, es “la humanidad”. La “parte humana”.
Parte que en TWD se asume en varias facetas: encarnar la ley en una tierra devastada, criar a un hijo, enseñarle que no está bien cagarse en el prójimo ni abandonarlo a su suerte, permitirnos apreciar la belleza que nos rodea, acariciar un ciervo, cantar una canción. No dejar de ser nunca los portadores de la llama, los que traen la luz a un mundo en tinieblas. Esto es, los buenos.

Shane-and-Rick

Si nos despojamos de nuestra humanidad, terminaremos devorándonos los unos a los otros. Y valga la aclaración: llegado el caso, podemos convertirnos en monstruos mucho más jodidos que un tambaleante zombie.

 

 

73817_460700020633350_2076376536_n-300x225* Sebastián Oscar Campanello tiene 40 años y escribe desde los 11. Actualmente cursa la carrera de Traductor en Inglés en el Lenguas Vivas. Su primera experiencia fue reescribir la trama de una película de Roman Polansky, The Fearless Vampire Killers. Para él, ver este film fue como presenciar el descenso del hombre en la Luna.
En FIN ya hemos publicado su artículo «La ceguera de Montresor».