por Mariláu Sánchez*
Conversación con Gustavo Anglese
Gustavo Anglese es un escultor del hierro. Nacido en Quilmes, provincia de Buenos Aires, ha recibido numerosos premios, y varias de sus piezas están dispersas por todo el mundo.
Dragones, gárgolas, aliens, criaturas mitológicas y personajes extraños conforman su Olimpo. Obras que, en su mayoría, pertenecen al género oscuro, fantástico, y han sido sutilmente impregnadas con rasgos futuristas. Imposible no extasiarse frente a lo que ellas nos evocan.
En esta charla Gustavo nos demuestra que es un artista tan cálido como el hierro con el que trabaja.
Mariláu Sánchez: Gustavo, un placer volver a encontrarnos en ExpoArte 2013. Gracias por acceder a responder un par de preguntas.
¿Cómo se te ocurrió trabajar con estos materiales? ¿Cómo empezaste?
Gustavo Anglese: ¿Cómo empezó mi historia? Bueno, hubo varias facetas para que yo llegue a esto. Primero incursioné en la pintura naif, en mis épocas de adolescente.
Después pasé por una etapa de trabajos en madera, hasta que me atrapó el hierro, que es lo que hoy hago y manejo y me encanta y lo amo.
MS: El hierro es hermoso. A mí también me encanta.
Hace un rato charlábamos acerca de los snobs y de los falsos artistas. Tu arte es muy tuyo, muy particular. A propósito quiero preguntarte si alguna vez te sentiste “descolgado”, afuera de este ambiente tan difícil.
GA: Sí, en realidad, creo que aparte de amar lo que hago, siempre quise hacer cosas distintas. No distintas del resto de los artistas, sino dentro de los gustos míos. O sea, no hacer quizá las cosas más “vendibles”…
Porque puedo hacer cosas para vender y sacar mucha plata. Pero hago esculturas que pertenecen a un círculo muy chico de venta, pero que a mí me llenan el corazón. El dinero va y viene, los sentimientos quedan, perduran como las obras verdaderas.
MS: Exacto. Creo que eso es el arte también (el verdadero, claro): la perduración que va más allá del objeto en sí mismo. Y es la perpetuidad del sentimiento del artista, como vos decís.
Ahora bien, si tuvieras que definirlo, ¿qué dirías de tu arte?
GA: No sé si tengo alguna palabra para definirlo. Sé que mi arte tiene una fusión. Y esta fusión se trata de unir la cabeza, el corazón y las manos. Si vos llegás a lograr esto y tener un paralelismo y un sentimiento que una todo, las obras salen solas. Esto para mí es lo fundamental. Ser auténtico.
MS: ¿Alguna vez creaste una obra para alguien en especial? ¿O alguien especial? ¿Se puede contar?
GA: Sí, y tenés una acá mismo a la vista. Es una obra acerca de un cuadro de Ciruelo, “Rey Vultán”. Por suerte, y gracias a Dios, Ciruelo me propuso recrear en mi arte una obra suya. Y esta pieza está hoy acá porque se la pedí prestada: fue, y seguirá después de ExpoArte, recorriendo toda la Argentina en distintas muestras de su pintura. Para mí es un orgullo que uno de los artistas fantásticos más grosos del mundo haya acudido a mí para que yo le represente una obra.
MS: Es que tenés algo especial con los dragones, ¿no? Acá estoy viendo uno que tiene la cabeza de hueso…
GA: Me encanta la mitología, el arte fantástico. Sobre todo me gusta mucho el género oscuro.
Sí, también fusiono el hueso con el metal, aunque a mucha gente le da impresión. A veces voy escondiendo un poco, las dejo al final, para que las personas que vienen de paso no digan: “¡Acá no entramos!”.
MS: Y sí, quizá piensan que hay huesos humanos…
GA: Mirá, por ejemplo (señalando una escultura), este fue el último perro que me mordió en Quilmes.
MS: ¡No! (Risas.)
GA: Hablando en serio: gente que ya me conoce me consigue los cráneos, vértebras, etc. Y hay gente a la que le gusta y gente a la que no. Lo importante es que me guste a mí para así poder permitirle a mi escultura que ella transmita algo, ya sea un disgusto (risas), o una sensación agradable.
MS: Bueno, sé que sos de Quilmes, el año pasado hablamos al respecto. ¿Siempre fuiste del barrio?
GA: Sí, tengo 52 años y siempre viví exactamente en el mismo lugar. Amo a Quilmes, Quilmes barrio, ¿eh?, no confundamos con alguna remera deportiva…
MS: O con una cervecería…
GA: Quilmes es mi lugar. Si yo ahora me tuviese que morir, quisiera que fuese en mi casa.
MS: Hace un rato me comentabas que recientemente ganaste un premio.
GA: Sí, gané varios premios, pero no me gusta hablar de ellos. En mi página están todos los datos.
MS: Sé que sos humilde, pero yo sí quiero hablar de ellos. Porque un artista como vos se los merece. Y se merece también que esto se sepa. Porque siempre, para la vista del montón, parecería que les dan premios solo a los artistas snobs.
GA: Está bueno recibir premios, claro que sí. Me reconocieron varias veces en distintos lugares. Y esto para mí es un orgullo, un placer. Porque la obra sigue vigente, y yo con eso también sigo creciendo como artista.
MS: Bueno, Gustavo, ¿querés agregar algo más? ¿Las últimas palabras?
GA: No, porque antes de empezar el reportaje me dijiste que eran dos preguntas. Y al final me hiciste un montón más, y yo me solté y hablé… y ahora si querés seguimos hasta las 21:00, que cierra la exposición…
MS: (Risas) Mirá, acabo de entrar en la expo, y te vi a vos —mejor dicho, vi primero a tu alien— y paré para saludarte y charlar un poco. Siempre es un placer. ¡No me lo iba a perder! Por eso me aproveché de tu amabilidad en esta entrevista. Te agradezco por el tiempo que me dedicaste, nos hemos divertido mucho y pude conocer más de un artista al que admiro profundamente.
GA: ¡No, yo te agradezco a vos por la nota!
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*Mariláu Sánchez (Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 1980) es miembro de La Abadía de Carfax y asiste al Taller de Corte y Corrección desde el año 2006.
Sus cuentos «Amarillo«, «Una batalla personal«, «Carnavales en Venecia» y «Un Armani» han sido publicados en Axxón.
Con la obra Primera Sangre obtuvo el Primer Premio en el Certamen Nuevas Promociones SESAM de Poesía 2010, organizado por la Sociedad de Escritores de San Martín.