Fin Rotating Header Image

Tres plegarias a la ausencia

Por Ángel Morales *

 

—¿Adónde va mamá?,

le preguntaron a papá

mis nueve años.

Y, en sus ojos,

ya crecían dos vacíos.

Y el ataúd

bajaba

y bajaba.

 

—¿Adónde va mamá?

Y papá se apagó

como un cigarro

que se pisa en la calle,

y el silencio y una cruz

le trazaron los labios.

 

El clavel que cayó de sus manos

habló por él.

 

 

 

Cómo me gustaría, por un momento,

dejar de ser poeta.

Descolgarme el corazón,

como una estrella desgastada,

y ponerlo a descansar en el librero.

Detenerle sus luces desbocadas,

sus aguas despiertas,

y ponerle pausa a su música monótona.

Cómo me gustaría que los objetos

guardaran silencio,

que se rompieran frente a mí

sin que tuviera que morir en su lugar,

sin que sintiera la responsabilidad,

por una sola vez,

de dedicarles unas cuantas líneas de mi sangre.

Cómo me gustaría

dejar de maquillar las cosas que me duelen,

y que ellas me asalten con su verdadera cara,

y no con esos ojos falsos, grandes y bellos de la poesía.

Cómo me gustaría no recrear el mundo.

Dejar de ser ya el escriba sumiso del mundo.

Ser, en verdad, un hombre.

 

 

 

 

 

 

 

Selva,

yo te invoco sobre el monte.

 

La mano ciega de mi alma

quiere tañer las cuerdas de tu verdor.

 

Creces en el fondo de mis ojos.

Creces como un racimo fresco de llamaradas

en los confines de mi sentimiento.

 

Deshojas tus pétalos dorados

sobre la tierra fértil de mi asombro.

 

Háblame.

Abre la granada roja de tu amor,

y apaga el tizón de tu silencio,

que me quema la garganta.

 

Quiero morder la guanábana madura de tu belleza.

Quiero probar el néctar luminoso de tus constelaciones.

 

Déjame mojar la pluma en la tinta verde de la hierba.

Déjame leer la carta inscrita en la corteza de los árboles.

 

Selva,

yo soy tu humilde amanuense.

 

Díctame.

 

 

* Ángel Morales (México, 1996) es ingeniero agroindustrial. La poesía ha estado presente desde su niñez, al escuchar a su padre recitar poemas de Pablo Neruda, Ramón López Velarde y Charles Baudelaire. Sus poetas predilectos son Octavio Paz, José Emilio Pacheco, Rainer Maria Rilke y Federico García Lorca. Desde enero de 2022 asiste al Taller de Corte y Corrección, coordinado por el poeta y narrador Marcelo di Marco, de quien aprende a sacarle brillo a cada verso.

Ganó en el 2023 el segundo lugar del Premio Nacional al Estudiante Universitario José Emilio Pacheco, y fue uno de los finalistas en el Primer Premio Nacional Sophia-FILCO de Literatura Joven 2024.

Protagoniza una de las columnas de Marcelo di Marco en el diario La Capital de Mar del Plata (dicha columna puede leerse aquí).

 

Deja un comentario