Por Juan Pablo Arrufat * El sol de fines de agosto, que horas atrás penetraba apenas la ventana del cuarto, ya lo encandilaba. Jaime decidió levantarse, por fin. Torpes pasos ―que sin la ayuda del bastón gastado le sería imposible dar― lo encaminaron a la cocina. Puso a calentar la pava del primer mate. […]