Por Danilo Pineda * Al igual que todos los días, Esteban ocupó la silla del escritorio. Su escritorio. Mientras el computador despertaba, bebió un sorbo de café negro. Dejó que el combustible amargo le recorriera la garganta, y abrió Word. Se tronó los dedos, y los puso sobre el teclado. Observó la página en […]